Bomberos.

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En opinión de Loki, San Valentín estaba demasiado sobrevalorado. Flores por doquier, globos de corazones, cantidades obscenas de chocolate que volverían diabético a cualquiera, gente aglomerada en las calles intentando fingir que su relación era la mejor de todas... todo eso por un sólo día al año. Al día siguiente las flores iban a la basura, junto a los globos, y las apariencias. 

Loki sintió pena por los pobres ilusos que saldrían a protagonizar el rol de la pareja perfecta como si alguien fuese a premiarlos por ello, mientras él se arrellanaba en su cómodo sofá para ver una divertida comedia, con una copa de vino en mano, y la compañía de su fiel gato Poe.

- ¿Quién es el gato más bonito del mundo? - Le preguntó a su pequeña bola de pelos que yacía acurrucado junto a él, mientras le hacía un mimo. Lo había adoptado hacía no más de seis meses, y rápidamente se había vuelto una gran compañía para él. 

Tanto así que sentía que no necesitaba a nadie más.

Su gato le respondió con un suave ronroneo que lo enterneció. En líneas generales pocas cosas lo conmovían. Quizás la muerte de una estrella en un documental, o los vídeos de niños cayéndose al piso. Aunque esos más bien lo hacían llorar de la risa. No contaba. Pero Poe realmente le despertaba cariño, algo que ningún ser vivo, excepto su mejor amigo Tony, le había despertado en años.

- Bueno, comenzaremos nuestra velada de San Valentín! - Dijo en voz alta para que su gato lo oyera, y luego de poner play, se metió de lleno en la comedia que le había recomendado su amigo.

Una hora después cuando extendió la mano para acariciar a Poe notó que su pequeño felino no estaba. Se había compenetrado tanto en la pantalla que ni siquiera lo había oído levantarse. Pausó la película y se levantó del sofá dispuesto a buscarlo, riéndose de sí mismo mientras paseaba por su pulcro departamento. Se estaba volviendo un papá gato muy sobreprotector. 

- Poe... ¿dónde estás, gatito? - 

Ya había revisado en su habitación, en su escritorio donde solía hacerse una bolita sobre sus papeles, arriba del lavarropas, en la cesta de toallas del baño, dentro del clóset... 

Lo único que le quedaba por revisar era el balcón pero eso era ilógico porque siempre lo dejaba cerrad-...

Estaba abierto. Lo había dejado abierto luego de tirarle disimuladamente agua a la pareja que prácticamente había estado follando en el jardín, dentro de su campo de visión. Lo peor es que eran habitantes del mismo condominio que él, no tenían vergüenza. Pero ahora Poe estaba perdido, y era muy probable que hubiese salido por allí. 

Maldiciendo en todos los idiomas que conocía, y preocupado hasta la médula por su pequeño gato, salió al balcón para ver si estaba allí. Quizás si no había salido hacia mucho tiempo, aún podría encontrarlo rondando entre sus plantas o durmiendo sobre la silla de exterior donde él se sentaba a tomar aire fresco y leer.

- Poe... Poecito... - Lo llamó desesperado. ¿Así se sentirían los padres cuando estaban preocupados por sus hijos? Quizás ahora podía entender mejor a su amigo Tony cuando enloquecía por no encontrar a su hijo Peter dentro de su casa. Cientos de veces se había burlado de él, ahora se daba cuenta que lo entendía.

Nunca tendría hijos. No podría afrontar el estrés que eso conllevaría.

Decidido a encontrar a su felino, se acercó a la baranda y su pesadilla se hizo real cuando vio a Poe aferrado a una rama del árbol que estaba pegado a su balcón.

Pensó en Tony corriendo por toda la casa como un lunático, y decidido a no comportarse de la misma manera que él, le habló con calma a su gato.

THORKI - Colección de One-ShotsHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin