23. Punto de quiebre

8.4K 759 596
                                    

Los ojos grisáceos del demonio se encontraron con los míos durante un instante eterno. Un instante que hizo estragos en mi pecho, mientras veía la incongruente imagen de sus labios sobre los de ella.

En el siguiente segundo, con la mente en blanco, giré sobre mis talones.

No reparé en la gente. Quité con el brazo a toda persona que se me cruzó, a todo aquel que me impedía lo único que quería hacer en ese momento. No podía escapar por la entrada de la casa, no sin pasar por el lado de ellos y presenciar lo anterior a una excesiva y repulsiva cercanía. Así que atravesé la cocina a empujones y salí al patio trasero, que seguía atiborrado de gente, chicos y chicas bañándose y otros sólo conversando o bailando alrededor de la piscina. Eso simplemente me desesperó aún más.

Avancé a zancadas hasta que abrí la puerta de esa engorrosa área cercada. La música seguía sonando tan alta que resonaba en mis oídos y en mi caja torácica, y, de algún modo, parecía empeorar ese extraño sentimiento que estrujaba mi pecho de una forma dolorosa. Solo quería salir de ahí. Necesitaba escapar de ahí. Alejarme de él lo más rápido posible.

En ese momento, alguien haló de mi brazo y me sobresalté. Sin embargo, di un ligero suspiro al distinguir el rostro de Khaius. Hubiera supuesto un alivio inmenso el encontrármelo justo ahora, y haberme podido desahogar con él, de no ser por el pánico que tenía grabado en su expresión.

—Vámonos —dijo tirando de mi brazo, en un tono tan alterado que ni siquiera parecía ser consciente de que me causaba un poco de dolor.

¿Irnos? ¿Pero qué...?

—¡Espera! —exclamé. Lo miré ceñuda y confundida—. ¿En dónde está Nat?

—La dejé con un muchacho —replicó de manera precipitada. Echó un rápido vistazo hacia la casa, y me percaté de que su respiración estaba agitada—. Ella está bien.

—¿Con un muchacho? ¿Con quién exactamente?

—¡No tenemos tiempo, Amy! —Jaló de mi brazo y me obligó a avanzar con él—. ¡Debemos irnos ahora!

—K-Khaius, ¿qué está pasando? Porque acabo de ver...

—Tenemos que irnos, ¿de acuerdo? ¡Ahora! —me interrumpió. Su tono alterado me hizo sobresaltar—. Hay alguien ahí dentro a quien no quiero ver, no contigo aquí.

Percibí su miedo, lo destilaba tanto en la voz como en cada parte de él. No creía haber visto a Khaius así de alarmado antes, y eso hizo que una oleada de pavor invadiera mi sistema.

Comencé a caminar a pasos largos, aunque por la forma en la que continuaba tirando de mi extremidad, no parecía ser suficiente velocidad para él.

—¿Te refieres a la rubia? —insistí—. ¿Quién es?

—¡Amy, maldición, solo vámonos!

Di otro respingo ante su tono, con los ojos bien abiertos, pero asentí y entonces los dos nos echamos a correr por la acera. Agradecí en mi fuero interno el que hubiera decidido no usar tacones.

No tenía la menor idea de hacia dónde me llevaba, pero Khaius no parecía estar en sí mismo en ese momento, por lo que no objeté cuando giramos bruscamente en la esquina de la calle. Para entonces, yo estaba bastante cansada. En verdad debía mejorar mi condición física. Khaius se percató de mi fatiga, arrugó el ceño y apretó la mandíbula en un ademán hartado. Redujo su paso hasta que volvimos a caminar a zancadas, todavía con su mano sobre la mía como si estuviera tirando de un objeto. O para evitar que me cayera, quizás. Desconocía la hora exacta, pero apostaba a que era casi medianoche, a juzgar por las pocas personas que transitaban a nuestro alrededor.

PenumbraWhere stories live. Discover now