26. El colapso

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—¡Eres un pésimo amigo, Dave! —Mi voz se sonó extraña, de un modo en que jamás me había oído. La risa de David al otro lado de la línea apenas fue perceptible entre el ruido de la movida música del bar—. ¿Me rechazas la invitación y ahora te burlas de mí?

David volvió a soltar una carcajada fuerte, lo que, por alguna razón, hizo que yo riera también.

—Perdón, no quise reírme, pero es que nunca te había oído borracha, Amy.

—¡No estoy borracha! Bueno..., aún no. —Volvimos a reírnos al unísono—. Solo... solo estoy feliz. Eso es muy raro eso, ¿no? La felicidad. Te hace olvidarte de los problemas.

—¿Qué? —se burló más alto—. ¿De qué rayos estás hablando? ¿Qué estás bebiendo?

—¡Vamos, Dave! ¡Ven!

—Mujer, deja al chico en paz —intervino Nat con una enorme sonrisa, a mi lado en un taburete.

—Pero es que quiero que te conozca... —insistí, aún con el celular pegado a mi oreja.

—Lo siento, Amy, pero no puedo ir —se lamentó de David en mi oído—. Tengo que estudiar para los exámenes de la próxima semana... Quizás otro día.

Di un suspiro antes de rendirme.

—Bien, tú te lo pierdes. —Dave estaba comenzando a disculparse de nuevo, cuando colgué precipitadamente, sin querer. Abrí los ojos con cara de espanto—. Ups...

Nat negó en silencio, simulando decepción.

—Concuerdo con tu amigo nerd —dijo esbozando una sonrisa cargada de júbilo—: estás oficialmente borracha.

—Mira quién lo dice.

—Yo soy el juez aquí —intercedió Tyler, con una fingida voz de autoridad, mientras que agitaba entre sus manos un vaso metálico con tapa—. Y digo que las dos son un par de ebrias incorregibles.

—¿Y a ti quién te hizo juez? —cuestionó Nat. Ella se oía con voz poco clara y aguda a causa de la alegría, similar a como sonaba yo ahora mismo.

—Bueno, soy el único aquí que no ha bebido. —Tyler le sacó la lengua.

Ella se rio al tiempo que le levantaba el dedo medio.

—Ya avisaste a tu casa que salimos, ¿verdad? —me preguntó de repente—. Porque no pienso que te largues de aquí en toda la jodida noche.

—Le envié un mensaje a mamá —confirmé, agitando el celular en el aire—. Todo bien.

—Genial, no quiero tener mal rollo con tus padres —dijo mientras se llevaba la copa de margarita a la boca—. Que me conozcan antes de juzgarme.

Echó la cabeza hacia atrás para beberse lo que quedaba del contenido. Me reí fuerte cuando se inclinó demasiado y tuvo que afirmarse de la barra para no caerse.

—Creo que nunca te había escuchado reír tanto como hoy, Ams —expresó Tyler.

No estuve segura de cómo responder a eso, así que le dediqué una sonrisa. Uno de los camareros le pidió a Tyler otro trago, y tuvo que alejarse un momento de nosotras.

Nat aprovechó que él no podía oírnos y se acercó aún más a mí.

—Oye, Amy —murmuró, muy cerca de mi oreja—, todavía no puedo creer que hayas follado con un demonio.

Casi me ahogué con mi trago. Unas pocas gotas del líquido se derramaron encima de mi uniforme. Dejé escapar un gruñido de fastidio.

—Que no fue así —farfullé mientras estiraba mi brazo para alcanzar el servilletero—, ya te lo dije.

PenumbraWhere stories live. Discover now