36. Fuego

9.7K 779 1K
                                    

Capítulo dedicado a @yadiracsstillo , es mi regalo para ti. Espero que hayas pasado un muy feliz cumpleaños.

****



La cólera que me embargaba, de pronto se vio eclipsada por el miedo que se apoderó de mí.

Miedo por él, como hacía mucho que no sentía.

Una protesta agresiva intentó escapar de mis labios, pero fue silenciada por los movimientos vehementes de su boca sobre la mía. Fui capaz de percibir la ira en su beso, en la fuerza con la que sostenía mis manos y en la forma poco cuidadosa con la que se asentaba encima de mí. Sin ningún miramiento, sin delicadeza como lo había hecho esta mañana. O como había sido aquella vez en mi cuarto.

Ahora no tenía la menor sutileza ni dulzura conmigo.

El desespero ahondó en mi sistema cuando sentí cómo aprovechaba sus piernas para situarse entre las mías, y se hizo casi palpable cuando aprecié algo ajeno que, a pesar de no haberlo experimentado nunca, sabía de qué se trataba. Algo duro, que me causó una incomodidad casi dolorosa en la parte más baja de mi vientre.

En ese momento, se oyó un gruñido gutural y temible, de una criatura de tamaño aún pequeño pero que logró emitir un sonido escalofriante. Reconocí de inmediato que se trataba de Alexander. Le estaba gruñendo a Azazziel.

No fue sino hasta ese instante que el verdadero pánico estalló dentro de mí.

Conseguí ladear el rostro con brusquedad y sentí la respiración agitada del demonio, abrasadora, golpeándome en el cuello.

—N-no lo hagas... —musité con un hilo de voz, destilando el pánico que me invadía en cada rincón del cuerpo.

Una de sus manos abandonó las mías para sostener mi mandíbula y obligarme a mirarlo. El miedo me surcó cuando me topé de golpe con sus ojos grises, oscurecidos, nublados por la rabia, pero al mismo tiempo centelleando con un sentimiento que no fui capaz de reconocer.

—¿Sabes qué es lo que más me molestó? —siseó, en un tono tan frío como el hielo—. Que creíste todo lo que ella te dijo, aun cuando yo ya he hecho lo posible por demostrarte cuánto significas para mí, por probarte que me importas más que nadie en este mugroso mundo, y eres la única que todavía no es capaz de verlo.

Una punzada inusual me atravesó de lleno. Mi pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado, el corazón me latía con furia contra las costillas. Y yo estaba completamente en blanco. La alarma que se había encendido en mí fue tan devastadora como la confusión que me embargó en ese instante.

—Y-yo... —susurré, pero no supe qué más decir. Ninguna respuesta vino a mi cabeza, porque su actitud tan volátil me había dejado en total desconcierto.

Lo único que pude hacer, fue quedarme ahí, estática, mirando sus ojos cargados con una emoción tan intensa como desconocida. Su semblante seguía contraído por la rabia, el ceño fruncido y la mandíbula apretada.

Y en ese momento se levantó, de forma súbita, liberándome de la prisión de su cuerpo.

Vi cómo se dirigió hacia la puerta. Cuando la abrió, recién ahí pude darme cuenta de que sólo era para que saliera el cachorro. Las pupilas rojas y brillantes del perro se clavaron en mí, al tiempo que ladeaba la cabeza.

—Sal, Alexander —le ordené en un murmullo. El miedo de recién todavía se colaba en mi tono.

El animal dudó por un par de segundos, gruñó bajo por última vez en dirección a Azazziel, como en una advertencia, y luego avanzó con prisa. El demonio nos encerró con el pestillo en cuanto el cachorro abandonó la habitación.

PenumbraМесто, где живут истории. Откройте их для себя