Dime que estás bien Irene

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Irene tenía los ojos cerrados, disfrutando de cada roce de los labios de Inés contra su costado, contra su piel. Irene en ese momento no era Irene, cada segundo de contacto con Inés la hacían levitar, su cuerpo estaba en la tierra, pero su mente ni ella misma sabía donde estaba. No quería que acabase nunca ese momento, nunca, ojalá hubiera tenido el poder de parar el tiempo y quedarse ahí tumbada boca abajo en su cama, sin sujetador, sin camiseta y con los labios de la pija que más le gustaba en la tierra sobre su piel.

Irene nunca se paró a pensar en lo que realmente sentía por Inés, desde el momento que la conoció sintió una conexión muy especial con ella. Le gustaba su manera de luchar, su fortaleza, como le rebatía todo y como luchaba incansable por sus sueños. Desde que llegó a Madrid ese septiembre y empezaron a tomar confianza solo tenía ganas de estar con ella, de abrazarla, de reír y llorar juntas. No le extraño para nada sentir algo especial por Inés, ella ya había sentido atracción por otras mujeres, incluso había tenido alguna relación. En el fondo también empezó a sentir miedo cuando le preocupaba Inés más que nadie en el mundo, cuando una sonrisa suya le alegraba el día o cuando el simple hecho de tenerla cerca le valía para ser feliz, no necesitaba nada más, pero ella nunca rompería su amistad con Inés por esos sentimientos, por eso los controlaba, nunca hizo nada fuera de lugar, por eso le dolía tanto todo lo que pasó y sentir que Inés acababa con su amistad sin motivo aparente.

Inés besaba suave el costado de Irene como cuidando de no hacerle daño. Cerró los ojos y empezó a rozar suave sus labios por el costado de Irene, muy despacio, de un lado a otro y simplemente rozando sus labios con su piel. Cada vez que lo hacía un escalofrío recorría todo su cuerpo, todo y la piel se le erizaba, estaba tan evadida en esa piel, en ese cuerpo que no se daba cuenta que no solo a ella se le ponía la piel de gallina con esos roces, que a Irene todo el cuerpo se le erizaba también con cada roce.

Para Inés solo el hecho de haber hecho un poco de daño a Irene la mataba por dentro, realmente la mataba, le dolía en el pecho de solo ver que tenía un rasguño. Nunca había tenido sentimientos tan fuertes hacía nadie, ni siquiera por Xavi, esos sentimientos tan incontrolables tanto en lo malo como en bueno. Ese sentimiento de sentir que el mundo se para cuando Irene le sonreía, o como el corazón le bombeaba a toda velocidad con solo besar su espalda, o como se enfadaba tanto que la empujaba cuando ella jamás en su vida había sido así. Irene sacaba todo de ella, todo, lo más profundo de una Inés que nadie conocía ni siquiera ella misma, porque nunca otra persona despertó tanto sentimiento en ella. ¿ Por qué tenía que ser una mujer? ¿ Por qué Irene Montero? Se preguntaba una y otra vez, siendo consciente ya en su interior que estaba totalmente loca por ella.

Volvió en sí y dejó de besar el costado, se sintió avergonzada pero tampoco fue capaz de irse y dejarla ahí dolorida, no sabía sí cuando se le enfriase le dolería más y no podría levantarse de la cama, no podía dejarla ahí sola así, a esa mujer de ojos marrones grisáceos que tanto le importaba, pero que jamás le reconocería a ella. 

Se tumbo en la cama al lado de ella a su misma altura, e Irene se giro poniéndose de lado también quedando las dos tumbadas de un lado frente a la otra.

-Esperaré unas horas para ver si te duele mucho cuando se enfríe, no quiero dejarte así encima que te hice esto- dijo Inés buscando una excusa lógica a porque se iba a quedar.

-Si es solo por eso, porque te sientes mal, no hace falta que te quedes- dijo Irene, Inés era muy importante para ella pero le dolía como la estaba tratando.

-Irene me quedo porque quiero, porque estás dolorida y porque me importa lo que te pase joder- dijo Inés entre seria y molesta por tener que reconocer eso.

Se miraban a los ojos fijamente las dos, no necesitaban hablar, sus miradas se confesaban todo lo que en el fondo les pasaba aunque no lo verbalizasen.

-No me hables en ese tono Inés, vale ya- dijo como triste por como Inés le hablaba, parecía como si estuviera enfadada.

-Ay vale Irene vale- dijo saliendo de la habitación. Respiro hondo al salir no sabía como esa mujer podía hacer bombear su corazón tan rápido.

Fue a su cocina y le preparó una tila y le puso un nolotil, eso le ayudaría si luego le dolía. Tardo un rato en hacerlo y entró en la habitación con la bandeja. Sonrío al ver que Irene dormía.

Dejo la bandeja en la mesilla se sento en la cama y la observaba dormir con ese pantalon y esa camiseta. Le tocó el pelo suave y la observaba era realmente preciosa y por dentró también lo era y mucho, la mujer que cualquier querría tener a su lado. Le coloco suave el pelo detrás de la oreja y se acercó unpoco.

-Irene...-susurro bajito

Irene hizo como un ruidito de dormida y ni abrió los ojos. Inés sonrío mirándola.

-Va Ire... venga tomate esto y el nolotil y sigues durmiendo vale?-le susurro bajito.

La ayudo a acomodarse con los cojines con mucho cuidado con miedo a hacerle daño y le puso la taza en las manos, ella también la tenia agarrada con las dos manos y al ponersela a Irene sus manos quedaron una encima de la otra. Inés en ese momento el corazón se le puso enla boca, le iba a mil por hora. Se puso muy nerviosa pero intento relajarse. Se retiro suave.

-Cuidado que quema- dijo mirándola.

Irene se la tomaba dando pequeños tragos y mirando a Inés como una niña pequeña, con ella le salía ese bebé que tenía dentro. Se tomó la pastilla y dejo la taza en la mesilla.

-Te duele mucho? Si estás ya mejor, me marcho Irene- dijo seria, como ella solía ser normalmente con gente que no conocía como marcando las distancias de que aunque estaba ahí solo era porque le hizo daño.

-Auuuu-dijo Irene cerrando los ojos y fingiendo dolor, realmente no sentía tanto dolor solo un poco de molestia pero es que le salia hacerlo para que Inés se quedase.

Inés abrió los ojos como dos platos, siempre que se preocupaba o algo le sorprendía hacía eso.

-¿Te duele? ¿Dónde? ¿Dónde te duele?- dijo muy nerviosa al ver que Irene estaba dolorida e intentaba mirarle el costado.

Irene sonrio cuando Inés quedó a su espalda, realmente estaba muy preocupada por ella y por más que intentaba ocultarlo y negarlo, lo que le salia de dentro no lo podía fingir.

-Ay Irene, que lo tienes como moradito- dijo Inés mirando el costado de Irene a centímetros de el como queriendo observarlo bien y por eso se pegaba tanto. Se la notaba nerviosa preocupada.

-No creo que pueda levantarme sola, me duele la verdad, lo tendré machucado- dijo Irene.

-Si quieres me quedo esta noche en el sofá por si necesitas cualquier cosa, siento muchísimo esto de verdad, yo no soy así, jamás he sido así, soy una persona que controla muchísimo sus sentimientos, su rabia, sus nervios todo, jamás en mi vida he hecho algo así, de verdad me siento fatal- dijo Inés aturrullada.

-Alomejor nunca habías sentido lo suficiente, y ahora lo estás haciendo- dijo Irene.

Inés la miró.

-Me refería en general, no por mí si no que alomejor estás ahora descubriendo más cosas de ti- dijo Irene arreglandolo, no quería asustarla y provocar que se fuese corriendo.

-¿Me perdonas entonces?- dijo Inés

-¿Por qué de todo?- dijo Irene mirandola con ternura.

Inés se puso las manos en su carita ahí sentada en esa cama al lado de Irene y las lágrimas empezaron a caer por su rostro, ella se tapaba como intentando ocultarse, se sentía pequeña a y rídicula.

Irene sonrió dulce, Inés era la cosa más bonita que había visto jamás.

Bueno chicas y chicos. Espero que os guste el capítulo y como siempre agradezco mucho que lo compartáis y lo deis a conocer. Las ganas de seguir me las dais vosotras con vuestros comentarios y opiniones, el saber que estáis ahí leyéndome, si no deja de tener sentido. GRACIAS PRECIOSAS/OS






Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now