No voy a dejarte caer

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Irene seguía agarrando con fuerza a una Inés que se había convertido en una niña pequeña con una rabia incapaz de controlar.

Tenía a Inés rodeada con sus brazos por encima de la cintura apretándola con fuerza contra ella para tenerla inmovilizada y así evitar que siguiera dándole pequeños golpes como una niña pija enfadada, porque hasta peleando era pija.

Los pies de Inés apenas rozaban el césped del retiro, sus bocas estaban a la misma altura, lo que provocaba que Inés estuviera prácticamente en el aire sostenida por Irene.

-Me tienes harta Inés harta, es que eres una pija insufrible, que ni come ni deja comer.- Irene la miraba a los ojos enfadada y molesta con ella.

-Yo tampoco te aguanto- dijo Inés con rabia y lanzándose con rabia a la boca de Irene, agarrando con sus labios los labios de Irene e introduciendo su lengua dentro de la boca de Irene.

Ambas cerraron los ojos a vez, de repente todo el mundo que las rodeaba se paró, en ese momento solo existían ellas dos y sus bocas jugando de nuevo juntas, demostrando lo muchísimo que se necesitaban y lo que se habían echado de menos.

Notar la lengua de Inés en su boca provocó un pinchazo en el estómago de Irene, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y su corazón empezar a latir con más fuerza que nunca. Podía engañar a Inés y al universo, pero esa mujer de metro sesenta era todo lo que necesitaba, todo lo que quería. Estaba hasta las trancas por ella y eso era más que evidente, su cuerpo se lo decía solo.

Inés volvió a abrir la boca volviendo a atrapar los labios de Irene, cuando notó la respuesta de Irene a su beso, por fin pudo respirar tranquila. ''Me está besando también'' pensaba para ella y eso significa algo, significa que aún queda algo. El corazón de Inés se aceleró muchísimo también con ese beso. Estaba tan nerviosa por Irene, por estar ahí con ella que temblaba. Solo quería detener el tiempo y quedarse en la boca de Irene, en sus brazos toda la vida. Tenía tanto miedo a hablar consigo misma a pensar en lo que sentía y a la vez tenía tanto miedo a perder a Irene, que sentía que la situación la desbordaba. Ahora solo quería una cosa seguir jugando con la lengua de Irene y no pensar en nada más.

Era imposible que Irene se resistiese a ese beso, a ese beso de Inés. La besaba con unas ganas, con una fuerza, apenas la dejaba respirar. Inés metió sus manos por el pelo de Irene y engancho sus piernas a la cintura de ella, quedándose enganchada a Irene como un monito, mientras con sus codos apoyados en los hombros de Irene y con sus manos enredadas en su pelo le mordía, besaba, chupaba, comía en definitiva la boca de la de podemos.

Irene le puso las manos en el culo para agarrarla mejor y mantenerla así enganchada a su cintura e intentaba seguir ese beso, pero era imposible Inés llevaba totalmente el control, no le daba tregua no le daba respiro. Sentía sus mordiscos en su boca, sentía como agarraba su lengua y la absorbía como si el mundo se fuese a acabar en ese instante, sentía sus jadeos cada vez más acelerados, cada vez más impacientes.

Inés le desabrochaba los botones de esa blusa que llevaba desesperada mientras la miraba sin dejar de chuparle y morderle la boca. Le abrió la blusa y se quedó mirando unos segundos su escote para luego meter sus manos por dentro de esa blusa desabrochando el sujetador de Irene y arrancándoselo sin sacarle aun la blusa. Se tumbaron boca arriba Irene en ese césped y encima Inés, una Inés tan fuera de control como lo estaba hacía solo medía hora pero en otro ámbito completamente diferente. Los tirabuzones de Inés caían por su cara cada vez que esta chupaba los pezones duros de placer de Irene. Inés se detuvo ahí un buen rato, mordiendo el pecho de Irene, manoseándolo, chupándoselo, dejándoselos totalmente mojados de su saliva. Irene tenía los ojos cerrados y gemía lo más bajo que podía ya que estaban en un sitio público, pero con Inés siempre era así, juntas perdían el norte y el sur.

Unidas escribamos historia juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora