Cierra los ojos

982 36 56
                                    


Irene sentía las manos de Inés tapando su boca con muchísima fuerza, con muchísima pasión, realmente Inés todo lo hacía así. Cerró los ojos un instante y olio las manos de Inés que no paraban de taponarle la boca sin parar. Inés sintió un escalofrío cuando sintió los besos suaves de Irene en sus manos mientras ella le apretaba la boca sin parar.

Irene no paraba, un besito, otro besito, lo hacía como podía en esas manos que hacía unas horas habían recorrido todo su cuerpo y que ahora si seguía así la iba a dejar sin respirar.

Inés quitó las manos y la miro con los ojos fuera de las orbitas, Inés siempre que se ponía nerviosa ponía los ojos muy saltones y apretaba la mandíbula tensionándola, igual que cuando se enfada. Irene ya iba conociendo cada uno de sus gestos. La miraba ahí con esa cara de desesperación y le parecía preciosa.

-¡Qué te metas para dentro Irene!- dijo una Inés que no sabía ya que hacer para evitar esa situación. Irene Montero e Inés Arrimadas a plena luz del día y discutiendo en medio de la calle y una de ellas medio desnuda.

-No me pienso meter para dentro sin ti, no pienso hacerlo, ya puede venir aquí la guardia civil o el rey de España- dijo una Irene súper tajante.

Inés saco más los ojos todavía. En el fondo le encantaba Irene, le encantaba como había puesto su mundo patas arriba, como le había hecho sentir tantísimo no solo esa noche si no desde que llego a Madrid. Ella era una mujer cuadriculada y organizada y con Irene todo su orden se volvía desorden, todo su control se volvía descontrol, pero se sentía más viva, más libre, más mujer y eso le gustaba.

-Y no me mires con esa cara Inés, no. No voy a dejar que te vayas así después de que hayamos hecho el amor como si el mundo se fuese acabar ayer, después de hacerte yo el amor y que tú me lo hagas a mí, porque Inés-dijo acercándose más a ella pegándose a su cara- Te guste o no, hemos hecho el amor- esto lo dijo prácticamente en su boca Inés pudo sentir su aliento.

Inés se puso más roja más nerviosa, escuchar la palabra hacer el amor la puso nerviosísima. Se acercó a ella como una histérica y le tapó la boca de nuevo atascadísima, Irene no pudo evitar esbozar una sonrisa bajo las manos nerviosas de Inés.

Inés le cogió las llaves de la mano y con la otra seguía tapándole la boca mientras la empujo hacia dentro del portal entrando con ella. Subió resignada a casa de Irene, sabía que si no lo hacía Irene la perseguiría con esa sábana blanca hasta el congreso si hiciese falta, pues menuda era Irene.

Entraron en casa de Irene y una vez en ese salón se miraron a los ojos a cierta distancia. Inés empezó a enfadarse, empezó a tensar su mandíbula y le salía esa venita en el cuello que anticipaba que estaba enfadada. Irene sonrió levemente no pudo evitarlo, en el fondo hasta verla enfadada con ella le gustaba.

-¿HAS PERDIDO LA CABEZA?, ¿ESTÁS LOCA O QUE TE PASA IRENE? NOS PODRÍA HABER VISTO CUALQUIERA Y TU AHÍ SIGUIENDOME CON UNA SABANA. NO PIENSAS DE VERDAD QUE ESTÁS LOCA JODER, ESTÁS LOCA Y ME ESTÁS VOLVIENDO LOCA A MI- Dijo una Inés elevando la voz y perdiendo el control con Irene una vez más. Irene era la única persona en el mundo que le hacía perder el control para lo bueno y para lo malo.

Irene la miro tranquila, sosegada y fijando sus ojos en los ojos oscuros de Inés fue acercándose a ella dando pasos lentos mientras hablaba.

-Sí, estoy loca, muy loca y sí he perdido la cabeza, he perdido completamente la cabeza- decía casi susurrando aproximándose cada vez más a Inés.

-¿Y sabes por qué estoy loca? ¿Por qué he perdido la cabeza?- Le dijo Irene prácticamente pegada a su cara y sin quitarle la mirada.-Por ti Inés por ti- dijo prácticamente pegada a su boca.

Unidas escribamos historia juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora