Te dejo con las ganas

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Irene e Inés llevaban toda la mañana trabajando en el Congreso con muchísimo trabajo ambas, de hecho ni se habían cruzado en toda la mañana de la cantidad de reuniones y papeleo que tenían por delante. Irene llevaba toda la mañana trabajando con un mal estar tremendo. Se juraba así misma una y otra vez no volver a beber, tenía una resaca tremenda y un dolor de cabeza que le iba a explotar, de hecho ni había comido nada en todo el día, el desayuno no le entraba.

Inés se tomaba un café en la barra de la cafetería del congreso y movia la pierna nerviosa. Ione se puso a su lado y pidió otro.

-Hola ciudadana- rio Ione.

-Hola- sonrío. -¿Cómo está Irene? ¿Ha desayunado algo?- dijo Inés preocupada, luego no podía no preocuparse por ella.

Ione sonrío dulce. La verdad le parecía que eran súper dulces y que era muy bonito lo que estaban construyendo.

-La verdad está regular, con mucho dolor de cabeza y no quiere comer nada porque dice que no le entra- Ione sonrío.

Inés puso cara de cordertio- Ione...y.... porque no le llevas algo de comer. Voy a pedírselo y tú se lo llevas ¿vale?

-No Inés, llévaselo tú, eso son cosas de novias- dijo Ione saliendo por la puerta entre risas.

Inés le pidió un zumo de naranja natural, un café, dos tostadas y fruta cortada. Se lo colocaron todo en una bandeja y al final no le quedó otro remedio que ir ella a llevársela. Tocó a la puerta y abrió con el codo como pudo porque con las manos llevaba la bandeja.

Irene sonrió al ver asomar a una pequeña Inés con una bandeja que casi era más grande que ella. No podía parar de sonreír como una boba y de seguirla con la mirada.

Inés colocó la bandeja en la mesa y la miró intentando parecer lo más seria posible.

-Te he traído para que comas algo, no puedes estar sin comer en todo el día, Bueno me voy- dijo girándose para marcharse. Inés era un poco cabezona.

-Inés no te vayas, quédate al menos mientras me lo tomo- dijo Irene mirando la espalda de su novia, que bien sonaba.

-Tengo mucho lio Irene.- dijo Inés sin girarse.

-Genial entonces llévatelo, no me lo voy a tomar. ¿Vas a seguir con esta actitud Inés? Hace solo dos días estábamos juntas en la playa desnuda, amándonos y ahora estás así. ¿Ya se ha roto nuestra promesa?- dijo Irene.

Inés se giró con cara de molesta y se sentó.

-Empieza a comer Irene. No, no he roto nada, pero me molesta lo que ha pasado, las cosas que me has dicho y como te has comportado.

Irene abrió la bandeja y sonrío. Había de todo en esa bandeja.

-Amor que soy una persona no un equipo de futbol-dijo Irene sonriendo.

A Inés se le derritió el corazón al oírla llamarla amor.

-Pues vamos a hablar de lo que ha pasado. Me duele mucho que estemos tan bien cuando estamos a kilómetros de España y sea llegar aquí y ya no quieras ni salir conmigo de un aeropuerto Inés. Me duele y mucho, sabes de sobra lo que siento por ti, lo sabes de sobra. .- dijo Irene mientras comenzaba a comer.

Inés la miro a los ojos, a esos ojos que habían puesto su mundo patas arriba.

-Irene y que piensas que me gusta tener que decirte eso? No claro que no. Si cogí ese avión es porque tengo muy claro lo que siento aquí-se tocó el corazón. Trago y saliva y respiro antes de seguir. A Inés le costaba expresar así sus sentimientos.- Te amo Irene...-apartó la vista por vergüenza y siguió- Te amo mucho, solo quiero estar contigo y compartir mi vida contigo, pero tengo miedo joder, inseguridades y mucho miedo- A Inés se le aguaron los ojos. ¿No puedes entenderme un poco? ¿No puedes tener un poco de paciencia conmigo?- Inés se secaba las lágrimas. – Te pedí antes de venir paciencia, porque se que tendría muchos miedos, muchas inseguridades y eso no significa que tenga dudas, porque no las tengo, lo tengo muy claro pero necesito tiempo para sentirme fuerte y poder ir poco a poco contándolo y construyendo esto juntas Irene y lo único que te estoy pidiendo es que estés a mi lado en este proceso.- Inés bebió un poco de agua.

Irene puso su mano encima de la de Inés que la tenía sobre la mesa del despacho y se la acariciaba.

-Pequeña...te amo tanto- le cogió la barbilla para que la mirase porque quería decírselo mirándola. – Te amo tanto que me pongo impaciente, quiero todo contigo y lo quiero ya, pero es por eso porque quiero pasar cada segundo de mi vida contigo y cuando te pones así me entra miedo, pienso que te has arrepentido de todo lo que hemos vivido, pienso que no me quieres y me bloqueo y me enfado y no soy capaz de ponerme en tu lugar. Quiero que tú también entiendas como me siento, que me comprendas.

Inés se levantó y se sentó en las piernas de Irene mirándola.

-Mirame a los ojos. No dudes nunca que eres la persona a la que quiero y con la que quiero estar. Cuando me ponga así no quiero que pienses que es porque dudo de mis sentimientos, es porque tengo miedo a lo que nuestra relación pueda afectar al resto de nuestra vida profesional y personal, solo eso. Quiero que lo tengas claro Irene.

-Y yo quiero que sepas que cuando me pongo así de bruta es por mi amor por ti, porque me muero si te pierdo.- dijo Irene.

Inés le cogió las manos y la miró.

-Vamos a intentar entendernos y tener paciencia la una con la otra. Intentaré entender que a veces te molesten mis reacciones, pero por favor entiende mis miedos y vamos a ser precavidas de momento con esto Irene, lo necesito. No me siento con fuerzas de salir de la mano contigo por la calle y que nos saquen fotos. Yo lo quiero todo contigo y se que voy a hacerlo pero por favor dame un poco de tiempo y ten paciencia- dijo Inés dulce.

Irene se acercó suave a sus labios y se los beso. El corazón de ambas empezó a funcionar a toda velocidad. Se necesitaban, no podían estar sin besarse y sentirse cerca más de unas horas, sentían que algo les faltaba si lo hacían.

-Eso es un ¿sí?- dijo Inés separándose un poco de sus labios. Irene asintió sonriendo con la cabeza.

Inés seguía sentada en las piernas de Irene y se besaban cada vez intercambiando más saliva y jugando más con sus lenguas. Se notaba lo muchísimo que se deseaban. Irene no separaba la boca de la de Inés, se la estaba comiendo a besos y mientras le besaba la boca empezó a desabrocharle los botones de la blusa blanca que llevaba, deseaba tanto estar con ella.

Inés tenía ya tres botones desabrochados cuando se separó despacio de la boca de Irene y le apartó las manos de sus botones.

Irene la miró muerta de deseo y con los labios llenos del carmín de Inés, teniendo su zona íntima ya humedecida solo con eso.

-Ahora para follar si que tengo algún problema- dijo Inés abrochándose los botones y riendo por dentro y sonriendo por fuera.

-Inés no...- Irene la volvió a intentar besar pero la jerezana se levantó dejando a Irene con las ganas.

-Desayuna amor meu, que tienes que comer- dijo la jerezana sonriendo ya con la blusa abrochada y dejando un pico de despedida en los labios de Irene.

-Inés no me puedes hacer esto, no me puedes dejar así- dijo Irene desesperada porque veía que la dejaba con las ganas.

-Venga vida que tengo mucho trabajo- dijo dándole un beso mejor antes de irse y lo acabó mordiéndole el labio a Irene y saliendo por la puerta.

Irene miró la puerta con el mismo gesto con el que miró al periodista que le pregunto por su chalet en una rueda de prensa en el Congreso hacía meses. Dio un puñetazo en la mesa y se puso a desayunar.

Inés cuando ya iba por el pasillo se puso las manos en la boca para no reírse a carcajadas, que era lo que le salía en ese momento.

HOLA A TODAS. GRACIAS COMO SIEMPRE A LAS QUE ME LEÉIS Y SEGUIS SIENDO FIELES AQUÍ. ESTOY DESEANDO LEEROS Y ESPERO QUE OS GUSTE MUCHO. 

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now