Piel con piel

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Inés no entendía que le estaba pasando, pero con cada roce de las manos de Irene sobre su cuerpo, con cada labio de Irene atrapando uno de los suyos, con cada sentir de su respiración en su boca, sentía que quería más y más. En ese momento no podía pensar en el partido, en que a ella no le gustaban las mujeres y mucho menos Irene Montero, en el qué dirán. En ese momento solo podía pensar en ella en Irene y en que quería sentirla cada vez más cerca.

Irene e Inés se comían la boca, sus lenguas no paraban de juntarse y jugar juntas. Inés sentía un escalofrío al sentir la lengua de Irene dentro de su boca y lo mismo le pasaba a Irene cuando sentía la de Inés.

Irene la cogió de las manos levantándola de ese sofá sin separar su boca de la de Inés y guiándola hacía la habitación. Una vez allí la sentó en la cama y la tumbo con suavidad boca arriba en esa cama. Se fue directamente a ese lunar que tenía debajo de la barbilla, perdiéndose en él, absorbiéndolo, comiéndoselo y fue bajando por el cuello de Inés haciendo lo mismo, necesitaba saborearla y disfrutarla, llevaba meses deseando tenerla así y no pensaba dejar ni un rincón de Inés por explorar.

Inés le acariciaba a Irene la espalda mientras le salían unos pequeños suspiros que intentaba controlar pero que realmente no podía. Irene fue bajando por el cuello, la clavícula y su escote, metió su cara en el escote de la catalana, oliéndola, disfrutándola. Empezó a desabrochar los botones de Inés dejando al descubierto su sujetador de encajes negro, fue entonces cuando la levanto con suavidad dejando a Inés sentada y se acercó a su boca suave muy suave mientras rodeando la espalda de Inés con sus brazos y mientras le daba pequeños mordisquitos a esos labios se deshizo del broche del sujetador y lo saco del cuerpo de Inés, dejando a una Inés desnuda de cintura para arriba ante ella.

Inés la miro con ganas y le metió las manos por debajo de la camiseta a Irene desabrochándole el broche y arrancándole el sujetador a Irene sin ni siquiera quitarle la camiseta. Inés subió la camiseta de Irene haciendo que esta subiera los brazos para poder sacarla y quedando ambas desnudas de cintura para arriba.

Inés se quedó observándola y se mordió el labio inferior, luego le busco los ojos a Irene.

-Tengo miedo...-dijo con miedo y ganas a la vez, pero con absoluta confianza en Irene.

Irene sonrió dulce y pego su frente con la de Inés, mirándola directamente a los ojos.

-Confía en mi cariño...-le dio un pico. –Es normal que tengas miedo, relájate y déjate llevar...-le volvió a dar otro pico y se tumbó encima de ella haciendo que Inés se tumbase en la cama.

Fue entonces cuando ambas sintieron sus pechos siendo uno, piel con piel, sintiendo una el pezón y el pecho de la otra justo pegado al suyo. Ambas cerraron los ojos y se estremecieron de placer y ambas sonrieron tímidas al ver que el cuerpo de ambas tenía toda la piel de gallina.

Esta vez fue Inés la que busco la boca de Irene y siguieron besándose, comiéndose la boca. Inés pasaba sus manos por la espalda de Irene y bajaba cada vez más hasta que entraron por el pantalón de Irene tocándole directamente el culo. Eso hizo que Irene enloqueciera, se separó un poco de Inés bajándole directamente ese pantalón y dejándola en tanga lo mismo hizo con el suyo con ayuda de Inés. Irene le mordía el cuello dándole pequeños mordisquitos se lo chupaba y fue bajando hasta llegar al pecho de Inés. Absorbió el pezón de Inés haciendo que esta soltase un gemido de placer absoluto. Irene seguía perdiéndose en ese pecho, se lo lamía, mordía dejándolo todo mojado, fue al otro e hizo exactamente lo mismo, mientras disfrutaba de los pechos de Inés podía oírla a ella gemir del gusto, pero intentando no hacerlo gritando demasiado.

Antes de seguir bajando saco su lengua y con la punta empezó a seguir el círculo que formaba el pezón de Inés, se quedó ahí unos segundos, dando vueltas sobre el pezón de Inés con la punta de la lengua. Fue bajando por su ombligo, su tripa hasta la entre pierna, ahí empezó a darle pequeños besitos cortos en su entrepierna y sonriendo porque vio como la ropa interior de Inés ya estaba mojada, se acercó y la olio esto hizo que Inés diese un gemido más fuerte.

Irene por fin se deshizo de su ropa interior y le flexiono las piernas a una Inés impacienta. Dejo sus manos agarrando los tobillos de Inés para mantenerla abierta de piernas mientras lo hacía. Se acercó al órgano de Inés dándole un lametón con la lengua de abajo arriba así para empezar.

Inés dio un grito de placer ya no podía más.

-Irene por favor...-dijo una Inés casi sin voz y desesperada.

Irene empezó a chuparle a absorberle todo su órgano como si de una chupona se tratase, le mordisqueaba el clítoris y metiendo su lengua cada vez más dentro de Inés.

Inés estaba fuera de sí por completo, gritaba sin control del placer, importándole una mierda que la escuchasen todos los vecinos, todo el barrio e incluso todo Madrid, le daba exactamente igual, no podía parar de gritar del puto placer que sentía al tener a Irene entre sus piernas y sentir su lengua dentro de ella. Tenía una cosa muy clara jamás había sentido tantísimo placer y disfrutado tanto con alguien en la cama.

Irene no paraba, podría quedarse ahí toda la vida, ella estaba disfrutando, disfrutando de estar así por fin con la mujer de la que estaba enamorada, ya valía de mentirse a sí misma, esa era la puta realidad.

-I..uff- intento balbucear Inés sin conseguirlo.

Entonces Irene separo su boca un segundo del órgano de Inés para mirarla desde abajo. Mientras observaba como el cuerpo de Inés estaba temblando entero por su culpa.

-dime cariño...-dijo Irene

-Me me voy a ir... no puedo más- dijo como pudo una Inés que estaba en otra orbita.

Irene volvió a lo que estaba y siguió disfrutando de sentir su lengua dentro de Inés. Entonces noto como se corrió y ella se lo comió todo, una vez que considero que ya estaba suficientemente limpia subió a la boca de Inés y la beso.

Se puso encima de ella y la besuqueaba, más bien guarreaba con su boca. Inés ni si quiera podía responder a esos besos, aun todo su cuerpo estaba temblando del placer y estaba totalmente doblegada a Irene, no podía ni responder. Simplemente mantenía los ojos cerrados, jadeaba y temblaba. Irene sonrió encima de ella sintiendo todo su cuerpo y esperando a que Inés pudiese decir una palabra.

Ambas se quedaron dormidas no había pasado más de media hora. Irene dormía plácidamente boca arriba en esa cama cuando sintió un escalofrío en todo su cuerpo, pensó que estaba soñando pero cuando abrió los ojos aun medio dormida pudo ver a una Inés ya recuperada y desnuda dándole pequeños lametazos a su zona intima.

Pensó que estaba soñando asique cerro los ojos pero volvió a sentir la lengua de Inés recorriendo absolutamente toda esa zona.

Inés había dormido un rato y entonces se despertó y vio a Irene encima de ella y sentía una imperiosa necesidad de adentrarse en ella, de disfrutarla de comérsela entera. Irene le volvía loca, en el fondo le volvió loca desde que la vio y encima la quería, la quería con todas sus fuerzas y no como una amiga, aunque aún no estuviera preparada para admitírselo a ella.

Entonces bajo y empezó a chuparle toda esa zona y ahora ahí estaba muriendo de placer mientras notaba a una Irene cada vez más temblorosa.

Le daba pequeños mordisquitos, le chupaba todo y le metía la lengua como si eso fuese un túnel sin final. En su vida le había comido a una mujer esa zona ni ninguna otra pero es que no podía separarse de Irene, no podía parar de chuparla de comérselo todo, simplemente disfrutaba sin límites, sin miedos.

Irene levantaba el culo del colchón del placer que estaba sintiendo con Inés haciéndola llegar al éxtasis. Gritaba de placer, le daba igual que todo el mundo se enterase de que estaba follando con la mujer más increíble que había, que lo hacía como nunca nadie se lo había hecho y que encima la quería a rabiar.

Inés se separaba unos centímetros, se lo miraba, sonreía y seguía comiéndoselo, así un buen rato, hasta que sin previo aviso, porque Irene no tenía capacidad ni para avisar sintió como Irene se corría en su boca y ella no pudo hacer otra cosa que limpiarla con su lengua toda y luego subir.

Se puso encima de ella y se besaron aún una sabiendo a la otra. Inés se metió en su cuello como tímida y con vergüenza e Irene la abrazo fuerte contra ella.

BUENO POR FIN LLEGO EL MOMENTO. ESPERO QUE LO DISFRUTEIS Y QUE ME DEJEIS VUESTROS COMENTARIOS. ¿QUÉ PASARÁ CUANDO DESPIERTEN?

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now