Hay ''pilladas'' injustificables

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Irene había llegado a casa después de un día agotador y con una resaca impresionante. Eran las 7 de la tarde y por fin abría la puerta de su casa. Rumba y Leona fueron corriendo a saludarla y ella les regalo varias caricias. No había visto a Inés antes de irse, y eso que fue a buscarla a su despacho pero ya no estaba. Dejó el bolso en el salón y se llenó la bañera, necesitaba darse un baño y descansar el resto de la tarde. ¿Dónde habían quedado esas noches de desenfreno con las juventudes comunistas sin casi tener resaca al día siguiente?. Eso se preguntaba ella, debía ser muy mayor porque estaba para el arrastre.

Llenó la bañera de sales y espuma, se desnudó y puso musical de fondo. Apoyó la cabeza en la bañera con los ojos cerrados y empezó por fin a relajarse. Solo llevaba 5 min con esa paz interior cuando el timbre del portero la sacó de sus pensamientos. Irene decidió pasar, pues que llamasen a otro sitio pero volvieron a insistir y esta vez impaciente sin parar de tocar lo iban quemar.

Irene salió de la ducha cagándose en todo y enrollándose una toalla al cuerpo mientras empapaba toda la casa ya que estaba mojada entera. Rumba iba chupando las gotitas de agua que Irene dejaba en el suelo.

-¿Quién es?- dijo de mal humor

-Joder, soy yo – dijo Inés dulce al otro lado.

Irene abrió con una sonrisa tonta, es que era oportuna hasta para eso. La dejo la puerta entre abierta y volvió a la bañera. Inés subió por las escaleras, ella era de las que aprovechaba para estar en forma en cualquier momento.

Rumba y Leona la estaban esperando con las lenguas fueras y el rabo moviéndose en el descansillo. Se lanzaron a ella nada más que llego. Suiti venía con Inés que saludo a las perras y entro en casa.

Traía una bolsa de viaje y la comida de Suiti, porque ella era muy especial y le compraba un pienso muy pijo.

-Irene- la llamó mientras la buscaba por la casa.

Entro en el baño y sonrió al verla. Irene rio es que no la había más pija que ella.

Inés se acercó y le beso los labios en modo saludo, le cogió los mofletes para besarla bien.

Irene sonrió, vaya manera de saludar.

-Me he traído una bolsa con mi ropa para que pasemos juntas el fin de semana. He traido a Suiti también.-Sonrió dulce y la volvió a besar.

Irene sonrió y le siguió el beso alargándolo bastante y metiendo a Inés dentro del agua justo encima de ella sin separar su boca de la de su novia.

-Joder Irene. Esto es de Pedro del Hierro- dijo sulfurada pero Irene pasaba de escucharla y ya estaba en su cuello atrapando cada uno de sus lunares, esos que le hacían perder el raciocinio.

Pronto la ropa de Pedro del Hierro de Inés estaba fuera de esa bañera y a la jerezana solo le quedaba puesto el sujetador negro de encajes con las braguitas brasileñas a conjunto. Las manos de Irene hacía tiempo que navegaban por todo el cuerpo de Inés y lo mismo hacía Inés con Irene.

Inés agarraba con la palma de sus manos las mejillas de Irene y le mordía los labios fuera de control. En uno de esos movimientos el tapón de la bañera se quitó y el agua empezó a salir pero ellas estaban demasiado ocupadas para preocuparse de eso, simplemente notaron que se quedaban sin agua.

Irene metió las dos manos por dentro de las braguitas de Inés tocándole directamente el culo y apretándoselo para seguidamente bajárselas hasta las rodillas y terminar de sacárselas con sus propios pies. El sujetador de Inés también sobraba entre ellas y poco tardo Irene en tirarlo fuera de esa bañera mientras pego su cuerpo al de Inés, piel con piel. Se besaban y se tocaban sin control en esa bañera y los gemidos ya empezaban a notarse en ese baño. Un ataque desesperado de pasión de Irene hizo que se levantase agarrando a Inés y enganchándola a su cintura. Salió de la bañera con ella así y empezó a caminar hacía la habitación mientras Inés le besaba sin control la boca y se movía para rozar lo máximo posible su órgano sexual con el de Irene.

Unidas escribamos historia juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora