Besayuname

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Irene mantenía los ojos cerrados con la respiración entre cortada, mientras suspiraba bajito y se le escapaba algún que otro gemido suave al sentir los besos y la lengua de Inés continuamente en su cuello. Sentía escalofríos recorriendo todo su cuerpo ya que Inés no sacaba ni su cara ni su boca de su cuello.

La jerezana seguía sentada en las piernas de Irene con su cara metida en el cuello de Irene, había deseado tanto estar así con ella que podría quedarse así toda la mañana. Le daba pequeños besitos que poco a poco se iban convirtiendo en lametones, en mordiscos. Inés absorbía el cuello de Irene con pasión, escuchaba a Irene respirar entre cortada, dando pequeños gemidos suaves y su corazón latía cada vez más deprisa.

Inés la olía, ese olor era tan de Irene, y como le gustaba sentir ese olor tan cerca de ella. Se metió más en su cuello todavía, se lo besaba de tal manera, que parecía que se estaba amamantando del cuello de la de Podemos. Irene soltó un gemido más ronco al notar a Inés así y la jerezana siguió de esa manera más tiempo.

Irene notaba todo su cuello empapado por la saliva de Inés, y un calor inmenso que la jerezana le estaba provocando en esa zona, alguna parte le escocía un poco de los mordisco de la jerezana.

Inés sin sacar su cara ni su boca del cuello de Irene, llevo sus manos al pantalón vaquero de Irene y le desabrocho el botón y bajo un poco la cremallera, mientras seguía comiéndole el cuello a Irene sin control.

-Inés no... he dicho que no...-dijo Irene entre balbuceos y súper poco convincente, porque la química era la química, y si algo tenían esas dos mujeres era pura química.

Inés seguía perdiéndose en su cuello sin escucharla, haciendo caso omiso a lo que le decía la madrileña.

Inés volvió a estirar su mano mientras seguía metida en su cuello, casi sin respirar, porque no se daba tregua, no quería ni podía parar de besar y comer el cuello de Irene.

Metió su mano por dentro del pantalón llevándola a esa zona y acariciando a Irene suavemente por encima de las braguitas. Inés sonrió en el cuello de Irene al notar como la madrileña ya estaba mojada, eso le encanto. Noto el fuerte suspiro de Irene al ella acariciarla y como el cuerpo de Irene reaccionó a esa caricia dando un pequeño bote de placer. Le absorbió el cuello con pasión, Irene podía notar la lengua de Inés perfectamente.

-Mi niña... que ha pasado, que estas mojadita- dijo dulce y cariñosa Inés en el cuello de Irene y con su mano acariciándole por encima de las braguitas.

Irene tenía los ojos cerrados del placer y la boca entre abierta.

-Déjame...-dijo con voz de niña pequeña Irene.

Inés sonrió y fue a su boca chupándole en el camino todo lo que iba pillando a su paso y la beso introduciendo su lengua dentro de la boca de Irene. Se detuvo ahí un rato, necesitaba tanto ese beso, que sus lenguas jugaran juntas otra vez, y sus salivas fueran una en la boca de la otra.

Inés le mordió el labio inferior atrapándolo con sus dientes, y empezó a pasar su lengua por la barbilla, bajando por el cuello y volvió a colocarse en la parte derecha del cuello de Irene, para perderse ahí de nuevo. Ahora sí introdujo sus tres dedos centrales por el elástico de la parte de arriba de las braguitas de Irene y fue bajando hasta la zona más débil de Irene, la que estaba mojada, mientras a bajaba manoseo con la palma de sus manos todo lo que había antes de llegar a esa zona.

Besaba el cuello de Irene cada vez con más ansias, hasta que introdujo tres de sus dedos dentro de Irene por fin, la madrileña soltó un gemido ahogado y fuerte, mientras que la catalana cerró los ojos disfrutando de tener a Irene por fin entre sus manos, y soltó también un gemido de placer. Inés marcaba el ritmo con sus dedos y las caderas de Irene se movían al mismo ritmo, con la jerezana encima suyo con una mano dentro de sus braguitas y la boca en su cuello en medio de su despacho.

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now