La última oportunidad

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Era Viernes, después de toda la semana cruzándose con Irene por los pasillos, sin ser capaz ninguna de saludarse, ni decir nada. Ya era viernes, ese viernes en definitivo, donde tendría que decidir si subirse a ese avión o no. A lo largo de todos esos días quiso acercarse a Irene, decirle algo con respecto a su carta, pero el miedo la paralizaba sin ser capaz de hacerlo. Inés agachaba la cabeza cada vez que se encontraba a Irene por los pasillos incapaz de mirar a Irene a los ojos, eso sí no podía evitar que el corazón se le acelerase cada vez que Montero se cruzaba con ella.

Inés entró al Congreso con su conjunto de chaqueta pantalón rosa, la verdad iba preciosa. Agarraba su carpeta naranja con fuerza contra ella y fue a una de las fuentes del pasillo a llenar su botella de agua antes de comenzar al trabajo. Parecía una señal del destino que le recordaba que ese mismo día a las seis de la tarde tenía que tomar una decisión definitiva para siempre. Allí estaba Irene peleándose con la fuente intentando llenar su botella, ya que el agua no salía. Inés la miro en silencio unos segundos, la observaba, iba con su chaqueta gris y camiseta blanca junto a unos vaqueros gris claros y el pelo suelto, la verdad estaba preciosa. Inés se mordió el labio inferior mirándola, le parecía tan mona como murmuraba sola porque el agua no salía, mientras se peleaba con la fuente.

-Joder, menuda mierda- soltó Irene expresiva pensando que estaba sola. Justo se giró en ese momento y se percató de la presencia de Inés. Dio un bote, ya que no se esperaba a Inés allí.

-Uy Inés, no te había visto, perdona- dijo algo tímido.

-¿También te estás peleando con la fuente? Pensaba que tenías bastante con pelearte con todo el hemiciclo- dijo sonriendo.

Irene le saco la lengua haciéndole burla para luego sonreír.

-Mira es que no va- dijo Irene volviendo a poner la mano en el botón presionándolo para que saliese el agua.

- A ver quita anda, que no es así- dijo Inés acercándose mientras le daba un golpe con sus caderas a las caderas de Irene apartándola.

Colocó sus manos encima del botón y la colocó sin querer encima de las de Irene. Ambas las dejaron así dos segundos, sintiendo por fin después de una semana el roce de la otra, pero Irene en seguida las quito, como si le hubiese dado un calambrazo.

Inés lo intentaba pero tampoco salía.

-Te lo estoy diciendo que no sale, y además así no es- dijo Irene mirándola.

-Sí es, y no me discutas- dijo Inés enfurruñada ya que no le gustaba perder ni contra una fuente.

-Mira que eres cabezota Inés...-dijo Irene detrás de ella.

-No soy cabezota, solo que tiene que salir- dijo con voz de estar haciendo fuerza.

Paso uno de sus compañeros y las miró

-Oye chicas la fuente lleva estropeada desde ayer- dijo mirando a Inés que prácticamente se había subido encima de la fuente para hacer fuerza y rozaba con los pies en el suelo, era pequeñita pero matona.

Irene se empezó a reír a carcajada, provocando la risa de Inés también.

Eran las tres de la tarde y por fin Irene terminó de cerrar su maleta, la hizo como si fuese de verdad a disfrutar allí y en el fondo no sabía si dentro de unas horas aterrizaría al otro lado del mundo, en un lugar paradisiaco, con una cama doble y sin nadie a su lado, pero tenía que arriesgarse, solo esperaba que Inés lo hiciese también, pero luego pensaba en cómo era Inés, y veía difícil que se montase con ella. Ni si quiera le había escrito ni le había dicho nada esa mañana.

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now