Un paso más

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Durante esa comida en ese restaurante en una de las calles entre la calle Atocha y la carrera de San Jerónimo para Inés solo existía Irene, y para Irene solo existía Inés. El mundo se había parado para ellas, y no dejaban de regalarse sonrisas tímidas y no tan tímidas, compartían carcajadas. Era continuo ese ir y venir de tenedores de una a la boca de la otra y de e esas miradas que delataban cosas que ni ellas mismas sabían.

Habían acabo de comer y charlaban sin dejar de mirarse a los ojos una a la otra. De repente Irene miró a su izquierda y se dio cuenta de que Lidia ya no es estaba allí. Abrió los ojos volviendo a la realidad y miro a Inés con esa misma expresión.

-¿Dónde está Lidia?- dijo Irene mirando por el restaurante.

Inés miro también como tratando de encontrar a Lidia pero nada. Miro a Irene sorprendida también.

Las dos se miraron a los ojos entendiendo porque Lidia había desaparecido, porque sin ellas darse cuenta no le habían prestado el más mínimo interés. No era algo que hiciese aposta, si no que cuando estaban juntas no existía nada más.

Irene e Inés una frente a la otra se miraban a los ojos como intentando buscar una explicación a la desaparición de Lidia. Entonces a ambas se le empezó a arrugar la mandíbula hasta que estallaron en una carcajada al unísono en ese restaurante.

Se les escapó alguna lágrima de la risa que le producía a ambas la situación. Pagaron y se fueron. Irene no quería separarse de Inés, sentía la necesidad de tenerla cerca, por eso quería alargar ese momento.

-¿Te vienes a casa y tomamos un café?- dijo Irene

-Ahora tengo una reunión Irene- dijo observando como la cara de la de podemos se convertían en decepción.

Se hizo un silencio mientras el cerebro de Inés no paraba de funcionar. En el fondo ella tampoco quería separarse de Irene, le apetecía estar con ella. Justo cuando iba a responderle Irene se acercaba a ella para darle dos besos y marcharse, entonces Inés movió la cabeza como para evitar esa despedida y responder y el beso de Irene que iba con intención de darle en la mejilla fue a parar en los labios de Inés. Inés sintió los labios de Irene estrujando los suyos dos segundos, y ese ruido de cuando das un beso a alguien bien dado, pero lo estaba sintiendo justo encima de sus labios. Un escalofrió recorrió todo su cuerpo, haciendo que su espalda, sus brazos, y todo su cuerpo se le pusiera el vello de punta. A Irene le paso exactamente lo mismo al notar sus labios pegados a los de Inés.

Rápidamente se separaron e Irene se precipitó a decir:

-Perdona Inés, de verdad... - decía aturrullada sin saber ni que decir.

-No te preocupes Irene, fui yo que me moví- sonrió levemente la catalana.

Irene se tranquilizó un poco al escuchar a Inés decirle eso.

-Lo del café se me complica, pero si quieres cenamos juntas, pero solo voy si t u me cocinas- dijo Inés sonriendo.

-Joder Inés- rio Irene – Venga vale, pero si te enveneno luego no te quejes eh- respondió sonriendo.

Ambas se despidieron sonriendo y cada una tomo su camino. Irene se fue a casa de Lidia inmediatamente.

Cuando Lidia abrió la puerta Irene esbozo una sonrisa como si no hubiese roto un plato en su vida.

Lidia la miro levantando la ceja y haciéndose la indignada cuando sintió el abrazo de su amiga Irene y no pudo hacer otra cosa que sonreír mientras la abrazaba.

-¿Dónde te habías metido? No te encontrábamos por ningún sitio- dijo Irene sentándose en el sofá.

-Tú en cambio no dejabas de encontrarte en los ojos de Arrimadas y Arrimadas no dejaba de encontrarse en los tuyos-soltó Lidia sin paños calientes.

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now