¿Estás bien Irene?

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Inés arrastraba su maleta por Atocha visiblemente nerviosa y con el rostro enfurruñado. Miraba hacía las pantallas para ver cuál sería el próximo tren que pudiese coger a Jerez y olvidarse de todo lo que la perturbaba. Begoña la dio por imposible y la dejo irse, sabía que cuando Inés se ponía así era mucho mejor dejarla o sería peor. Se sentó en uno de los asientos de esa estación y se puso las manos tapando la cara, necesitaba sacar todo lo que tenía dentro, no podía más y tampoco entendía en que momento había dejado que todo lo relacionado con Irene le afectase tanto.

Notaba como sus manos tapando su cara estaban cada vez más mojadas por las lágrimas que iban corriendo por su rostro. Sentía miedo, mucho miedo a todo lo que sentía por Irene, era algo nuevo para ella y ahora que había decidido dar un pequeño paso al frente, aunque para ella era un gran paso, ahora que había decidido sincerarse al menos con Irene, decirle que realmente la quería, ni tanto que la quería, no había sentido nada igual por nadie nunca. Lo hizo tarde, porque Irene había decidido pasar de ella, y ella se sentía más pequeña que nunca.

-Si por lo visto han agredido a Irene Montero- decían dos mujeres que pasaban arrastrando una maleta.

Esa frase despertó a Inés de sus pensamientos haciendo que su gesto cambiase por completo. Se levantó de un salto del asiento y  cogió su teléfono. Tenía varias llamadas perdidas de Begoña, marcó su teléfono tembloroso.

-Inés-dijo Begoña al otro lado

-¿Qué ha pasado? ¿Qué le ha pasado a Irene?- dijo Inés bastante nerviosa, sentía como algo le pellizcaba fuerte en el estómago.

-Al parecer unos radicales la han presionado a la salida de la cafetería de al lado del Congreso, pero no sé exactamente qué ha pasado, nadie me coge el teléfono.

Inés empezó a nublársele la vista pero no podía permitírselo, temblorosa marcó el teléfono de Irene, necesitaba oír su voz necesitaba saber que estaba bien.

-Pipippipipi- Sin respuesta

Cogió su maleta y paró el primer taxi que encontró al salir de Atocha, pidiéndole que la llevase al congreso.

Dejó 20 euros porque no tenía otra cosa y salió de ese taxi desaforada, arrastrando la maleta como si tuviera que apagar un fuego dentro del congreso, lo único que quería era encontrar a Irene y ver que estaba bien. Entro dentro a toda prisa chocándose con Albert, pero tenía tanta prisa que ni se fijó en que era el, simplemente siguió su camino.

-Inés, ¿Dónde vas?- dijo Albert girándose bastante asombrado de la actitud de su compañera que ni si quiera había apreciado que se trataba de él.

Inés arrastraba la maleta por esos largos pasillos, jadeando un poco porque llevaba corriendo desde que salió de Atocha mientras arrastraba su maleta a la vez.

Vio a una persona salir del baño, uno de los diputados de otro partido y le agarró un poco desesperada.

-¿Perdona sabes dónde está Irene, Irene Montero?-dijo con la mano agarrándole el brazo y mirándole a los ojos.

-Creo que la han llevado a su despacho a que se relaje. ¿Inés estás bien?-dijo mirándola porque la veía fuera de sí.

Inés ni contestó, directamente se fue hacia allí y sin pensar en nada, en que Irene podría estar con gente de su partido, en que iban a ver raro que ella entrase así en su despacho, en que a provocar una situación fuera de lugar, y en todo lo que supondría que ella llegase así, aun así lo hizo.

Abrió esa puerta como un elefante entrando en una cacharrería y la cruzó casi jadeando y sin pensar en nada más, solo guiándose de lo que sentía en ese momento.

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now