No te rindas ahora Inés

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Inés golpeaba con sus uñas en esa mesa blanca una y otra vez, demostrando que cada vez estaba más nerviosa. Hacía rato que ya no le quedaban más lágrimas que derramar. El destino parecía no querer que ella e Irene se juntasen nunca. Estaba realmente triste, sentía que había perdido a Irene, y encima esta vez no por su culpa y lo peor de todo es que sabía que Irene no querría escucharla.

Llevaba rato hablando sola en esa sala blanca donde la habían metido los policías hablándole a la nada, pidiendo explicaciones y que la sacasen de allí, pero era inútil nadie parecía escucharla. Estaba atrapada sin poder salir de allí y con Irene cada vez más lejos de ella.

La puerta se abrió e Inés miró instintivamente la puerta, entonces vio a Begoña y a un policía dejándola pasar. Se levantó corriendo y la abrazó. Begoña la abrazo también.

-Gracias por venir Bego. ¿Cuándo voy a salir de aquí?-dijo Inés mirándola.

-Nena...-le tocó la cara- La cosa está complicada, he llamado a Albert y esta de camino con el abogado. Sinceramente sigo sin entender cómo te saltas así la seguridad. Inés no te reconozco, te has metido en un buen lio.

-Por Irene joder por Irene-se puso las manos tapando la cara y empezaron a caerle las lágrimas- Iba en el avión, llegaba tarde y solo quería pararla, llegar. Ahora la he perdido, la he perdido para siempre y encima no me dejan salir de aquí.

Begoña la abrazo y le beso la cabeza.

-Estás perdiendo la cabeza por esa perroflauta Inesita-dijo dulce.

Inés se quitó las manos de la cara y la miro a los ojos llorando- La quiero Bego, la quiero como nunca he querido a nadie y ahora siento que me falta el aire solo de pensar que no va a querer escucharme, que no va a creerme y que se acabó para siempre.

Irene llegó a ese hotel en ese lugar paradisiaco como si hubiera llegado a la celda de una cárcel. Le dieron su llave y se montó en uno de esos carros que conducían un empleado del hotel para llevarte de una parte del hotel a otra. La dejaron en su suite. Era enorme con una cama enorme y unas vistas increíbles a la playa. La cama estaba llena de pétalos de rosas rojas y eso fue como un puñal dentro de su corazón. Se acercó y quitó las rosas de mala manera y se tumbó en la cama a llorar.

Estuvo media hora llorando desconsolada, se odiaba por haberse enamorado así de Inés como una adolescente, se odiaba por no ser capaz de dejar de quererla, se odiaba por no haberlo parado a tiempo, se odiaba por ser tan ilusa de pensar por un momento que Inés también la quería a ella.

Una hora después con los ojos hinchados de llorar decidió encender el móvil, para avisar a su madre de que estaba ya en el hotel. Encendió el móvil y como si de un reseteo del ordenador se tratase empezaron a llegarle llamadas perdidas de Inés sin parar, cada vez que una llamada entraba más rabia tenia. No fue capaz de montarse en ese avión y encima la llamaba, ni si quiera podía respetar su decisión de que la dejase en paz, que la dejará olvidarla y avanzar.

Justo en ese momento le entró una llamada de un número desconocido, descolgó y se lo puso en la oreja. Escuchó al otro lado la voz nerviosa y temblorosa de Inés.

-Irene, Irene , carinyet por favor, no me cuelgues escúchame un segundo, necesito explicarte- decía Inés acelerada y nerviosa pero Irene no la dejo acabar.

- V E T E A L A M I E R DA . OLVIDATE DE QUE UN DÍA EXISTÍ, ME HAS OIDO?- dijo una Irene llena de rabia, de dolor.

-Irene Irene- dijo Inés llorando desesperada, pero Irene ya había colgado.

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now