La Reconquista

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Aquella flor en su taquilla con aquella nota, solo fue el comienzo de todo, el comienzo de una Inés nueva, o al menos de una Inés más valiente, con menos miedos y dejándose sentir. Ese viernes fue el primer día de una Inés incansable.

Lunes en el congreso-Nueva nota esta vez en su despacho: ''Ten un buen comienzo de semana carinyet. ¿Tendrás un tiempo para un café? Inés.

Ese Lunes Irene decidió no tener tiempo para Inés, pero esa nota provocaba en ella la mejor de sus sonrisas.

Martes en el congreso- Un ramo de rosas ilumina su despacho nada más entrar junto a una nota: Ayer estabas preciosa con esa chaqueta morada. No me voy a rendir. Sigo esperando un café. Inés.

Otra sonrisa tonta, otro cosquilleo, y otro día que dejó a Inés esperando ese café.

Miércoles en el congreso- Un montón de post it pegados en su mesa del hemiciclo que provocaron nervios por los riesgos que Inés estaba cometiendo pero que provocó que empezase a reírse a carcajadas mientras los quitaba:

''Te quiero'' ''Perdóname'' ''Tenía miedo'' ''Solo te pido un café'' ''Carinyet'' ...

Jueves en el congreso- Un peluche enorme de oso ocupaba su asiento en el despacho con un corazón que ponía: ''Te quiero''. Rio a carcajadas, no podía ser más cursi.

Otro día más sin ese café, sin cruzar una palabra con Inés, y sin ni siquiera darle las gracias.

Viernes en el congreso, justo una semana de aquella primera nota:

Irene entró subiendo las escaleras del congreso de dos en dos, ni siquiera había podido desayunar, ni tomarse un café, había quedado con Ione a las 9 en punto, tenían que hablar de bastantes asuntos importantes, y eran las 9 y media, sabias que la iba a matar. Entró en el despacho y se encontró con Ione sentada de espaldas a la puerta.

-Nena, lo siento de verdad lo siento, me quedé hasta tarde y me he dormido- dijo acelerada dejando un beso en su cabeza y soltando la chaqueta.

Se sentó por fin frente a Ione, las separaba la mesa de por medio y la miro. Fue entonces cuando se dio cuenta de que en medio de la mesa había una caja enorme con un globo morado atado a la caja. Su corazón empezó a latir desbocado, y miraba el paquete intentando encontrar una nota.

-Inés es más cursi de lo que yo pensaba- dijo Ione seria.

Irene la miró desconcertada, porque decía eso.

-No me mires con esa cara Irene, soy tu amiga y paso contigo 6 horas al día, he visto flores, he visto peluches, y por más que intentes ocultarlo, yo no soy tonta, lo que me molesta es que no me lo cuentes.

Irene agachó la cabeza- Lo siento, no .. no sé, tampoco hay nada entre nosotras y tenía miedo de que me juzgarás.

Ione le cogió las manos- El día que te increparon, hasta un ciego habría podido ver que si hay algo, solo hay que ver cómo te mira, como os miráis.

Fue una hora de conversación, de lloros por parte de Irene y de abrazos por parte de Ione, de paz por liberarse, por contar todo lo que había pasado y por encontrarse con la mirada comprensiva de su amiga. Irene se secaba las últimas lágrimas.

-¿Por qué no compartes el desayuno con ella?- Ione le sonrió

-¿Tú crees?-dijo Irene aun recuperándose entre sollozos.

-Pues claro Irene, si lo estás deseando y ella también, entiendo que necesites tiempo, que necesites saber que Inés te quiere, pero nena, dale un poco de tregua, llevas una semana haciéndole desplantes- Sonrió mona.

Unidas escribamos historia juntasМесто, где живут истории. Откройте их для себя