La noche más especial. Parte 1

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La playa con arena dorada estaba totalmente en calma, la marea estaba baja y se respiraba una paz increíble, solo se escuchaba el sonido de las olas al romper y el movimiento que producían las palmeras al bailar con el viento. El sol comenzaba a caer y contemplar ese atardecer era un verdadero regalo, ninguna postal del mundo le haría alarde a semejante paisaje.

Irene vestida de blanco con un vestido largo plisado de gasa blanco el pelo suelto recogido en uno de sus lados y con una flor blanca que recogía esa parte de su cabello. Su piel morena de esos días al sol hacía un contraste perfecto con ese vestido de escote de pico y tirantas finas, realmente estaba preciosa pero la emoción lo merecía.

Terminaba de colocar los últimos detalles con ayuda de una de las chicas del hotel que la había ayudado con todos los preparativos. Habían preparado una mesa preciosa en la arena con mantel blanco y velas. La mesa estaba rodeada por cuatro antorchas en cada esquina de la mesa lo suficientemente lejos para no quemarlas cuando estuvieran cenando pero que le daban ese toque especial a esa mesa, a esa cena a orillas del mar.

El reloj marcaba ya las 8 de la tarde y si todo iba según lo provisto Inés entraría en la habitación a ducharse, era fácil saber que haría Inés era bastante cuadriculada en el aspecto de la organización y eso facilitaba que todo saliese según lo previsto. Inés entró en la habitación muy enfada, decidió olvidar su enfado con Irene por haber desaparecido toda la tarde de hacía dos días y ahora resultaba que le había dicho hacía 3 horas que se iba a por unos refrescos y a por unos libros a la habitación para leer y no había vuelto a la piscina, dejándola allí sola y sin ni si quiera avisar.

Entró en la habitación dando un portazo y dispuesta a empezar a gritar a Irene mucho peor que en el hemiciclo por su puesto. Inés la buscaba por todas partes y no la encontró, estaba tan enfadada que ni se percató de lo que había encima de la cama.

-ALUCINANTE- Bufó muy molesta gritando al aire ya que nadie había para oírla y diciendo esto se metió de un portazo en el baño para ducharse y relajarse si no quería morder a alguien.

Inés salió de la ducha con el pelo mojado y una toalla enrollada en el pecho, se colocó sus zapatillas y fue a la habitación, ni esa ducha le había hecho bajar su enfado con Irene, ya era la segunda vez que desaparecía. Entró a la habitación y se sentó en el borde de la cama echándose el pelo hacía un lado para desenredarse y entonces vio una caja y una nota, una nota que parecía estar escrita con la letra de Irene.

Inés la cogió con el corazón a mil por hora y con unos nervios que la comenzaban a invar, ya que no sabía porque Irene le había dejado una nota.

''Mi pequeña, sé que estarás leyendo esta nota con la nariz arrugada de ese enfado que te habré provocado al desaparecer esta tarde y que estoy segura que aún no se te habrá pasado, pero mi pequeña tengo que pedirte algo: abre esa caja y dentro encontrarás un precioso vestido, aunque no tan precioso como tú (espero haber acertado) por favor póntelo y a las 9 en punto espera fuera de la habitación, por favor confía en mí y hazme caso aunque sea por una vez mi pequeña.'' Firmado: Tu Irene.

Inés cerró los ojos dos abrazando esa carta y podía escuchar como su corazón bombeaba a toda velocidad. Se levantó nerviosa con la toalla aún enrollada en su cuerpo y abrió esa caja enorme. Se puso las manos en la boca al ver el precioso vestido blanco que Irene había comprado para ella. Lo cogió para poder verlo bien y empezó a sonreír como una niña pequeña.

Inés invirtió esa hora en ponerse lo más guapa posible para Irene, sabía que algo se traía entre manos la de Podemos y sentía que iba a ser una noche muy especial y ella solo se le ocurría corresponderle de esa manera, poniéndose lo más bonita posible.

A las 9 en punto Inés estaba en la puerta de su habitación preciosa, con maquillaje suave, pelo lleno de ondas y unos pendientes largos colgando de sus pequeñas orejas. El vestido tenía tirantas gruesas arrugadas con escote de pico muy amplio. El vestido se ceñía hasta la cintura y una vez ahí se abría pomposo como el vestido de una princesa de cuento, dejaba al descubierto toda la espalda de Inés, así que cualquier persona podía contar cada uno de los lunares que componían su espalda.

Inés vio aparecer uno de esos carros con toldos que transportaban a los clientes de unas zonas del hotel a otro pero esta vez venía vació, solo con un chico vestido de chaqueta. Inés se puso más nerviosa de lo que ya estaba. El chico se bajó y le ofreció la mano para subir y que se sentará, una vez que Inés estaba sentada el chico se colocó detrás de ella.

-Lo siento señorita me han pedido que haga esto- dijo mientras le vendaba los ojos a Inés con una tela blanca haciendo un nudo para que no se soltará.

Inés fue a protestar pero el chico la interrumpió.

-Me han dicho que por esta noche, solo por esta noche usted no iba a rechistar- dijo sonriendo y colocándose en su lugar para conducir.

Inés sonrío feliz, enamorada, nerviosa al escuchar al chico decir eso.

El carro aparco justo antes del camino de madera que llevaba a la playa. El chico se bajó y ayudo a bajar a Inés que permanecía callada, algo bastante raro en ella.

En la entrada de ese camino estaba Irene sonriendo feliz como no había sonreído en toda su vida, mirando como Inés bajaba de ese carro con los ojos tapados y como una autentica princesa con ese vestidazo. El chico la guía hasta Irene y la dejo colocada delante de ella, volvió a su carro y arrancó.

-Oiga, ¿Dónde va? ¿No ira a dejarme aquí no?- dijo Inés con los ojos vendados y mirando para todos lados ya que no sabía dónde se encontraba el señor ya que ella no veía.

Irene se llevó la mano a la boca para aguantar su risa, ya que Inés había tardado demasiado en protestar y además porque le encantaba verla tan nerviosa.

Inés movía su cabeza para todas partes buscando respuestas sin encontrarlas hasta que notó ese olor, el olor a Irene ese que ella podría reconocer entre todos los olores del mundo, pues tenía el olor a Irene grabado a fuego en su piel, en su mente, en su corazón.

-Irene, ¿Eres tú?- dijo suave, feliz.

Irene sonrío más tardando unos segundos en responder.

-Sí pequeña, soy yo...-dijo muy dulce agarrando por fin con sus manos las manos de Inés en la entrada de ese camino.

Inés hizo el amago de quitarse la venda, necesitaba ver a Irene, abrazarla, besarla, olerla, pero Irene se lo impidió.

-Aún no pequeña, aún no puedes mirar...-dijo agarrando las manos de Inés y caminando de espaldas ya que caminaba mirando a Inés agarrada de sus manos y observando a la que para ella era la mujer más bonita del mundo.

Los nervios de las dos provocaron que ambas se mantuvieran en silencio hasta el final del camino de madera y llegar a la arena de la playa.

Una vez allí con Inés colocada frente al mar y frente a todo lo que había preparado, Irene se colocó detrás de Inés y le quitó por fin esa venda, la abrazó por detrás por la cintura oliendo a Inés y dejando que la jerezana viera todo lo que había ante sus ojos. Inés abrió mucho los ojos ante ese camino de velas encendidas que hacían un pasillo por la arena muy largo hasta llegar al final donde pudo visualizar una mesa blanca con copas y más velas.

HOLA CHICAS, ESTA ES LA PRIMERA PARTE DE LA PEDIDA, ESTA PARTE HA SIDO PARA PONEROS UN POCO EN SITUACIÓN Y YA MAÑANA OS TRAERÉ LA SEGUNDA PARTE DE ESTA PEDIDA. ESPERO PODER TRANSMITIROS TODO LO QUE QUERÍA CON ESTE CAPÍTULO, ME HE ESFORZADO PORQUE ASÍ FUERA, ESPERO HABERLO CONSEGUIDO.

OJALÁ QUE OS GUSTE MUCHO. GRACIAS A TODAS POR LEERME Y COMENTARME COMO SIEMPRE OS DIGO. NO SABÉIS LO IMPORTANTE QUE ES PARA MÍ LEER VUESTROS COMENTARIOS PUES SON LOS QUE ME MOTIVAN A SEGUIR. EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO PODRÉIS DESCUBRIR CON INÉS TODOS LOS DETALLES QUE HA PREPARADO IRENE PARA ELLA.

Unidas escribamos historia juntasWhere stories live. Discover now