Capítulo 37: Tres días

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Pasadas un par de horas traté de concentrarme, pero no pude escribir ni una sola palabra sobre la hoja de papel, no dejaba de pensar en lo ocurrido. Deje varios mensajes para Adam y llamé un par de veces, pero nada tuvo éxito.

¿Estará enojado conmigo?

El sentimiento de culpa se hizo presente y un dolor se instaló en mi pecho.

-No tiene sentido que este molesto conmigo...

Me dije a mi misma tratando de darle una explicación a su extraño comportamiento. Nunca había visto a un Adam tan enojado en todo este tiempo, ¿o ese es en realidad el verdadero él? Conmigo es el hombre más caballeroso, talentoso y guapo que jamás haya conocido, es como un ángel caído del cielo.

Pasó por mi cabeza la idea del trabajo. Mi Padre está trabajando duro para conseguir expandir la empresa a Europa. Hay días que llega a casa con dolores de cabeza por el exceso de trabajo que requiere ese tipo de asuntos, no me imagino a un Adam estresado por el trabajo, estando conmigo él luce tan relajado que me es difícil imaginarlo pasando por un mal momento en el trabajo.

Si es así debería de tener la confianza de contármelo, ¿o no? A mi cabeza venían más dudas que respuestas...

Arrugué la hora de papel y la tiré al basurero del escritorio, respiré profundamente. Trataré de no pensar en ello, tal vez mañana ambos estemos más tranquilos y tal vez Adam quiera hablar del tema. Por ahora creo que solo iré a dormir.

(...)

Es la última clase y rogaba para escuchar el timbre e irme a casa. Aún tengo mucho que pensar y planear.

-Muy bien chicos y chicas. Creo que eso es todo- El sonido de ese glorioso timbre se hizo presente en el aula- Pueden retirarse- Tomé mi mochila y me levanté de mi asiento.

-Zaida despierta- Mi amiga estaba dormida sobre el escritorio- Es hora de irnos- Sacudí de un lado al otro su brazo, y tal vez con un milagro la haría despertar.

-¿Qué?- Preguntó con cansancio. Tenía una marca en su frente, creo que por causa del cierre de su estuchera.

-Es hora de irnos dormilona- Reí. Ella no es Zaida si no duerme en clases.

Con algo de torpeza se levantó y tomó su mochila. Caminamos juntas hasta la salida del instituto y esperamos al chófer.

-No puedo esperar a que sea verano. Sin tarea, sin maestros y sin más preocupaciones- Dijo emocionada y yo solo sonreí.

Solo tres días para el baile de graduación. Y aún no tengo un vestido.

-No más tomar las clases con la señorita Elizabet- Hizo un movimiento con su brazo como si limpiara una gota de sudor- "Chicas, no pueden traer ese tipo de vestimenta. Estamos en una escuela no en el parque"- Imitó la típica frase de la señorita Elizabet- Ambas reímos sonoramente. Incluso sentí unas cuantas miradas.

-Odiaba a esa profesora por no permitirme traer blusas de tirantes. Digo, no es como si los chicos tuvieran algún fetiche con los hombros- El sonido de una llamada entrante llamó mi atención y saqué rápidamente mi teléfono.

Visualice el nombre del contacto y era...

-¡Adrián!- Dije en cuanto respondí la llamada.

-Hola hermosa. Acabo de llegar a Los Ángeles y pensaba en que podíamos salir a comer algo.

-Lo siento pero estoy algo ocupada.

Buuu! Tu siempre tienes algo de tiempo libre. Piensa con ese gran cerebro.

-Esta bien idiota. Estaré en mi casa todo el día, podemos vernos ahí.

-Ves, no era tan difícil pensar en algo. Llego en una hora. ¡Bye!

-Si si si, nos vemos- Terminé la llamada.

-Así que Adrián- Zaida me miró inquisitiva- ¿Cuándo llega a la ciudad?

-Parece que estás inquieta por ver a alguien- Dije burlona. No es tan difícil notar que a Zaida la trae loquita Adrián.

-N-No, ¿qué va mujer? Confundes las cosas. Solo preguntaba por las vacaciones que hablamos- Sus mejillas se sonrojaron. La mire con gran incredulidad.

La verdad me gustaría ver a mi amiga feliz con un buen chico como lo es Adrián, ambos se merecen algo así. O tal vez un romance de verano sea más lo suyo.

- ¡Ops!, me tengo que ir. ¿Quieres que te lleve?- Observé a lo lejos el auto del chófer.

-Claro- Ambas caminamos hacia la salida del instituto.

Llegué a casa y saludé a Nana. Luego subí a ver a mi Madre que se encontraba en su oficina, estaba algo ocupada. Unos 20 minutos después vi a Adrián entrando por la puerta principal.

-Llegué linda- Se acercó a mi mientras abría sus brazos de par en par.

-Hola tonto- Nos abrazamos y él repartió un par de besos en mis mejillas- ¡Qué asco!- Exclamé cuando nos separamos y limpie mis mejillas como si me hubiera disgustado su contacto- Tendré que limpiar mi cara- Dije con sarcasmo.

-Iugh...Que desagradable señorita- Limpio su rostro con su mano.

Tome su rostro entre mis manos y bruscamente di un lengüetazo en toda su mejilla izquierda.

-¡Eso si fue asqueroso. Marian!- Restregó su mejilla con su playera. No tiene que ser tan exagerado, seguramente le han pasado cosas peores durante sus viajes de mochilero- Eso fue muy bajo.

Luego de "discutir" unos cuantos minutos logramos poner fin a nuestras diferencias y ambos subimos a mi habitación. Nos pusimos al día de lo que pasaba en nuestras vidas y luego de un rato me sentí culpable por no empezar nada de lo que tenía planeado.

-¿No te aburres de tu cuarto de niña buena?

-Me gusta el rosa. Que te puedo decir- Subí y baje mis hombros para complementar mi respuesta. Me senté en la silla de mi escritorio, también me quite los zapatos y me puse mis pantuflas color azul pastel.

-Simplemente no concuerda con tu personalidad tan...Marian- Se lanzó sobre mi cama sin pena alguna, desordenando mis sábanas y tirando un par de peluches en el proceso.

-No sigas ese camino- Amenace apuntándolo con mi pluma negra.

-Okey niña rubia- Dejé de verlo y tomé una hoja blanca para tratar de sacar ideas para mi discurso- No me ignores. Además ya nadie hace tarea en la semana de graduación- Hizo un puchero para llamar mi atención, lucía bastante gracioso con ese gesto.

-No es solo una simple tarea. Tengo que preparar un discurso para la graduación- Adrián me miró serio y se acercó a mi.

-No necesitas aprender un aburrido discurso de memoria. Es mejor que digas lo que sientes con el corazón, deja que las palabras fluyan por si solas. Necesitas sentir todas esas emociones y pasarlas a palabras que tengan un significado especial para que algún día recuerdes el instituto como un bello recuerdo y no solo como algo que memorizaste y repetiste como una obligación- No sé que habrá fumado antes de llegar aquí, pero creo que entendí su punto.

-Esa es mi intención. Quiero honrar la mejor etapa de mi vida con palabras significativas y que llegue a impactar positivamente con los demás estudiantes. Es solo que hay muchas cosas en mi mente y estoy muy dispersa, no me puedo concentrar en mis ideas- Sonreí y Adrián me estrechó entre sus brazos.

-Estoy algo ebrio- Ambos reímos sin dejar que abrazarnos.

-Lo sospeche desde que te vi llegar con tus sandalias de piñas- Es tan subnormal...

Mi teléfono comenzó a sonar y aunque no lo admitiera quiero que sea la persona que espero.

Mi Pequeño PecadoWhere stories live. Discover now