Capítulo 42: Maldito alcohol

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Estaba sentada en la orilla del mar, la música de los chicos repercutía en toda la playa, era extrañamente relajante ver cómo el sol se ocultaba y dejaba ver uno de los mejores fenómenos naturales, los atardeceres.

Mientras las olas rompían hasta llegar a mis pies, no dejaba de pensar en la noche anterior, tan solo recordarla me hacía sonreír como una tonta. Sin duda esa noche siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. Recordaba cada rose de nuestros cuerpos y el hermoso cielo estrellado que le daba un aire de típica película hollywoodense de amor.

No me considero para nada una persona romántica pero con él no tengo que planear nada, todo fluye tan natural que puedo ser yo misma. Él conoce mis dos caras, la linda Marian que es un perfecto ejemplo de hija y estudiante, y luego viene la otra parte donde soy coqueta y sarcástica.

Es la primera vez que alguien provoca esto en mi, es algo tan raro que no sé cómo describir. Es una mezcla entre una gran felicidad, euforia y ¿Amor?. Creo que es la razón por la cual ninguno de los dos nunca ha dicho un "Te amo". Ambos coincidimos en la idea en que tenerse cariño o amor son cosas muy diferentes. Pero estos últimos días ambos demostramos que queremos más, más que solo tener sexo y más que un solo "Te quiero", lo quiero por completo a él y no solo una relación a medias...mi intuición me dice que él siente lo mismo, ¿no es así?

-¿Vas a pasar todo el día aquí?- La voz de Ximena llamó mi atención- Te veo muy pensativa- Tomó asiento a un lado mío.

No sé cuánto tiempo pase aquí pero la noche ya estaba presente.

-Lo estoy- Sonreí de lado y giré mi mirada a ella.

-Solo por hoy deja de pensar tanto en las cosas- Posó su mano sobre mi hombro y lo sacudió ligeramente- Vamos por unas bebidas y te aseguro que en unos minutos olvidarás lo que sea que mantenga tan ocupada a esa gran mente que tienes- Sonreí y suspiré. Por algo es mi mejor amiga.

-Esta bien- Ambas reímos y nos levantamos de la arena- Unas dos cervezas no hacen daño a nadie.

Bailamos, jugamos voleibol, contamos muy malos chistes y bebimos alcohol. Bueno, creo que demasiado alcohol. Ya me era algo difícil mantenerme en pie sin tambalear.

-Marian creo que deberíamos irnos, ya bebiste demasiado- Mi amiga me sostenía sobre su hombro. Nunca noté sus enormes ojos cafés- Marco ya nos espera en el auto.

-¡Buu! Que aburridos- Me solté de su agarre- No se preocupen por mi Adam vendrá por mi y pasaré la noche con él- De la nada comencé a tener hipo. Reí sin razón alguna.

-¿Estás segura?- Me miró preocupada pero su cabello púrpura me distrajo, ¿o es verde?

-Si...Lo llamaré y me iré- Sonreí y saqué mi teléfono.

-Te espero hasta que sepa que no te quedarás aquí sola- Desbloquee el aparato electrónico y llamé a Adam.

-Adam- Respondió al tercer tono.

-¿Marian?, ¿estas bien?, son casi las dos de la madrugada- Mi hipo seguía y solté risita.

-Puedes venir por mi, porfi- De la nada me sentía triste. Quería verlo y que me llenara de besos.

-¿Estas ebria?Dame unos veinte minutos y estaré ahí- Terminó la llamada repentinamente.

-Carajo- Apagué mi teléfono y lo guardé. Probablemente esté enojado.

-Si algo pasa llámame, no lo dudes- Ximena miró la hora en su reloj de rana- Mis padres ya se están preocupando. Me voy- Nos abrazamos.

-Claro.

Mi Pequeño PecadoWhere stories live. Discover now