PARTE 51

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Las lágrimas no paraban, el dolor en mí pecho era inmenso. En ese instante mi celular empezó a sonar, era una llamada entrante de Odman.
-Hola-respondí entre lágrimas.

-Hola, ¿Estás ocupada?- respondió.
-No- respondí mintiéndole.

-Tú voz suena un poco triste, ¿Te pasa algo?-me cuestiono.

-Realmente no se ni cómo estoy, sólo siento un dolor inmenso en mi pecho; quiero desaparecer- respondí entre lágrimas y con voz chillona.

-Tranquila, todo está bien; no se que te pasa pero no hagas de un vasito de agua un desagüe- respondió con voz cínica.

Por que sí, Odman podía ser tierno, cariñoso, caballeroso, pero tenía un pequeño defecto y era que no sabía cómo lidiar con alguien depresivo; para él todo era una exageración, decía que nunca se había sentido deprimido que no sabía que era eso.

-Sabes que, creo que es mejor que hablemos luego, estoy hundiéndome en un vasito con agua y quiero hacerlo sola- le respondí con voz fuerte y decepcionada.

-Esta bien, que estés bien- se despidió sin decir más.

Y claro, a él no le importaba en absoluto lo que yo sentía; estaba sola completamente sola, tomé mi almohada y abrazándola empecé a llorar. El dolor era tan inmenso que sentía que no podría más.

Entonces tomé una cajita que tenía en el tocador y empecé a sacar unas fotografías que me había tomado con Santi en nuestro lugar favorito. Ver esas sonrisas de ambos, esa felicidad que mí rostro transmitía me hacía sentir que ya nada tenía sentido.
Una vez más estaba en depresión, los ataques de pánico se empezaron hacer presente, también la ansiedad.
Eran las 3:00am y yo seguía viendo aquellas fotografías y recordando esos momentos, era con lo único que me había quedado.

Tomé una libreta y empecé a notar cada una de las cosas malas que Santi me había hecho, quería tener un listado que me hiciera entender que él nunca había sentido nada por mí y que tenía que arrancarlo de mí vida para siempre.

Las muchas veces que abuso de mí aún cuando le rogué que parara.
•Todas esas abofeteadas que me dio sin temblarle la mano.
•Todas las humillaciones que me hacía a diario.
•La vez que me golpeó y dejo tirada a pesar que corría el riesgo de morir.
•Matar a nuestro bebé.
•Etc...

Sentía mi cuerpo muy pesado, eran las 4:00am y no había podido conciliar el sueño; me la había pasado llorando la mayor parte de la noche, fui a la cocina, me hice un té y  luego me fui acostar para poder descansar ya que era lo que realmente necesitaba en ese instante.

Me levante como a las 10:00am, sentía que mi cabeza explotaba no soportaba ese dolor, no quería levantarme deseaba quedarme acostada durante todo el día.
-Buenos días dormilona, ya está el desayuno; recuerda que este día iremos a visitar a tú abuelo- Escuche a mi tía mientras entraba a mi cuarto a ordenar mi tocador ya que estaba hecho un desastre.

-No tengo hambre y no pienso levantarme durante el día, saluda al abuelo por mí dile que iré pronto- le respondí mientras me tapaba con mí colcha de pies a cabeza.

-Deja la flojera a un lado, ve levántate y date una ducha, ya verás que te hará sentir mejor; por cierto que bonita pulsera- respondió mi tía mientras veía aquella pulsera que efectivamente me la había dado Santi cuando empezábamos.

-Iré luego, sólo déjala allí y gracias por ordenar mi desastre- dije mientras observaba aquella pulsera y recordaba el momento exacto en que me la dio.

<<Fue el día de mí cumpleaños, recuerdo que estaba molesto ya que no había querido tener nada con él y gracias a mi amigo Joh que llego de la universidad no insistió.
El saco de su mochila una pequeña cajita y de mala ganas me dijo: Ya que hoy es tú cumpleaños, quiero que conserves esto; yo también traigo la mía, al parecer son de pareja.

-Gracias, ¡está divina!- dije mientras tomaba aquella cajita y sacaba la pulsera, esta era color blanca con una bolitas color negras que eran el centro de esta; la de Santi era color negra y las bolitas que tenía eran color blancas; un complemento prácticamente. Fue lo único que él me obsequió en todo el tiempo que anduvimos.>>

Cuando mi tía termino de ordenar, se salió recordándome que debía ir a darme una ducha y cambiarme ya que por lo visto no me dejarían.

Me levante y fui directo al tocador, tomé la pulsera y comencé a llorar una vez más. Quería destruirla pero no tuve el valor, así que decidí guardarla.

Tomé mi toalla y me fui a dar una ducha, mientras me duchaba mi celular empezó a sonar de una forma desesperante, no tenía idea quien estaba en modo molesto.

Cuando salí, tomé mi celular y vi que era una llamada perdida de Santi.

¿Qué querrá Santi después de todo?..

La vida de Caroline.Место, где живут истории. Откройте их для себя