Capítulo 12 [Imposible]

8.4K 525 55
                                    

Janelle Bullrich

Bajé del auto de Layla una cuadra antes. Pero desde aquí podía vislumbrar el auto negro de Anton en la entrada de la mansión. El corazón me latía a mil, fui demasiado valiente para salir corriendo, pero... verlo ahí, es un tanto tenebroso, pero divertido.

De que vino, vino.

—Si no me mató cuando lo encadené, dudo que lo haga ahora—intenté convencerme.

—Que hiciste ¿qué? —cuestionó Layla a mis espaldas.

Me volteé con lentitud y le sonreí.

—Es algo... vergonzoso—murmuré y el rostro se em enrojeció de solo recordarlo.

«Desnudo»

Me apuntó hasta que rosó mi pecho con uno de sus dedos amenazadoramente.

—Me estás ocultando cosas, Janelle—entrecerró los ojos—. Mas te vale que me llames en la noche y me lo cuentes todo—advirtió y sonreí.

—Bien, lo haré—aseguré—. Pero ahora mismo tengo un hombre furioso a la entrada de mi casa ¿Me puedo ir? —pregunté dulcemente.

Me miró mal y asintió bajando el dedo de mi pecho.

—Vale, hablamos en la noche—asentí y rodeó el auto para entrar en él.

—¡Adiós, hermosa! —me despedí con la mano levantada y se fue. Ni siquiera me miró.

Desgraciada.

Respiré hondo y seguí mi camino haciéndome la cansada mientras me acercaba más a él. Iba a hablar, aún falta algunos metros para acercarme y él estaba sentado en el capote del auto, pero...

—¿A dónde te fuiste, Janelle? —preguntó sin mirarme y me quedé estática en mi lugar— He estado parado una maldita hora, esperándote—soltó molesto.

Iba a reírme, pero aguanté con toda mi fuerza de voluntad. Y era verdad, me demoré demasiado en el auto de Layla.

Me sentía nerviosa y ahora me siento peor.

—Oh, Anton Strauss—exclamé ignorándolo—. ¿Se le ofrece algo queridísimo señor?

Dios, ¿de verdad quiere aguantarme un año?

—Déjate de ridiculeces—se sacó las manos de los bolsillos y caminó hacia mi—. Estuve a punto de irme—me reclamó «¿Y porque no se fue?» no pude evitar sonreír—. Ve a coger lo que necesitas, y regresa pronto. Te espero en el auto.

Su rostro denotaba molestia, demasiada molestia. Sentí una punzada en mi pecho al momento que pasó a lado mío, sin siquiera voltearme a ver. Si a él no le gustaba que estemos peleados. Voy a intentar colaborar con la situación.

—Anton—me aclaré la garganta.

—Dime, Janelle—murmuró a punto de abrir el auto.

—¿Quieres conocer mi habitación? —me tensé de inmediato.

No dije eso, no dije eso...

No supe en dónde meter la vergüenza que me cargaba.

—Pero si no quieres, pues...

—No siempre vamos a arreglar nuestros problemas con sexo, Janelle—habló, pero su voz sonaba más calmada.

Pero no me miraba, quiero que me mire. Me puse roja, de verdad, roja. Sentía que el rostro se me incendiaba. Tengo que pensar un poco más antes de decir tonterías como esta.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora