[Extra(meses)]

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Janelle Bullrich.

Reparo la habitación una vez más, todo está en perfecto orden como siempre. Saco de mi bolso el anillo de compromiso y la cadena que él me regaló. Salgo al balcón con las dos pizas que me recuerdan a él en las manos. Contengo las ganas de llorar y me pongo a admirar el cielo que en diciembre se vuelve demasiado nublado, el frio es un tanto intenso, pero lo puedo soportar.

—Me voy por un tiempo—murmuré al cielo, esperando que donde sea que él se encuentre ahora, me esté escuchando—. Voy a intentar sacar fuerzas de donde no las tengo, Anton...—me tapé la acallando un sollozo—voy a intentar superarte...

Sin evitarlo comencé a llorar.

—Y aunque... ya me imagino tu cara de rabia al escucharme decir esto, o tus "eres mía y no me vas a olvidar"—me reí en medio del llanto—espero que me entiendas que lo hago para que mis, perdón, nuestros hijos, puedan tener una madre mentalmente en calma y físicamente fuerte—respiré hondo para seguir hablando a la nada—. Sweet Janelle, te pertenecía y aun así no me lo dijiste—susurré con una sonrisa en el rostro, de eso me di cuenta hace poco, al revisar todos sus bienes, también recordando a Amelia—. ¿Recuerdas la primera vez que vine a este departamento? esa misma noche me regalaste esto—apreté la cadena y el anillo a mi pecho—... y me pediste matrimonio, te dije que jamás me marcharé y tú me entregaste tu vida, Anton, en ese momento no pensé que la ibas a entregar un día por mi... al final tu vida si era la mía.

Comencé a llorar con fuerza, con los ojos fuertemente cerrados...

—Y ese día, también perdí a mi ángel—recordé sintiendo como el pecho me quemaba y me limpié las lágrimas del rostro—. Solo un poco más, necesito desahogarme un poco más en este duelo y me levantaré como el ángel caído que creaste Anton—pronunciar su nombre aun me causa escalofríos, mi mente aún no se hace a la idea de que lo perdimos. Solté aire con fuerza secándome el rostro—. Voy a limpiar cada uno de sus nombres, voy a hacer pagar a todos y si en el proceso sacrifico a los que están cerca, aunque me duela, tendrá que ser así, porque lo reitero, yo y mis hijos ante y por encima del mundo entero, nadie más. Porque este sentimentalismo que me cargo se me va a pasar, en este punto somos nosotros o ellos y prefiero ser una hija de puta sin sentimientos a que dejar que me hagan daño, una vez más.

Di la vuelta y me puse la cadena. Me dirigí a la habitación roja, y al entrar, los recuerdos invadieron mi mente como un huracán.

—Te amé demasiado, nos vemos pronto mi amor—susurré sintiendo que me desgarraba el corazón en este lugar y caminé hacia la salida cerrando la puerta.

Estoy cansada de llorar, lo eh hecho cada segundo de este tortuoso mes. Ya no lo quiero hacer, me siento agobiada, necesito paz, para luego volver a resolver todo este lio.

—¿Cael?

¿Dime? ¿En dónde estás? —preguntó al contestarme.

Tomé el ascensor, me puse las gafas y respiré hondo, mis ojos están hinchados así que es la única manera de no ir dando lástima a todo el que se me cruza.

—Alista tus maletas, nos vamos y no le digas a nadie, Megan es la única que lo sabe. Te veo luego.

Está bien, no vemos—respondió y colgué.

Lo escojo a él, porque de alguna manera siento que esta situación no le afecta, y necesito a alguien que en vez de tristeza me brinde un poco más de fortaleza.

Llegué al primer piso y salí del ascensor con el mentón en alto, me despido de los que me saludaron y salgo del edificio esperando a que traigan el Ferrari que anteriormente era de Anton. Suspiré sacando todo aire de tristeza de mi sistema, y el dolor lo hundo en lo más profundo de mi ser, porque lo que no te mata te hace más fuerte y si ellos no lograron matarme, los joderé hasta que me supliquen clemencia, porque al final nadie perdona nada, que se vayan todos al infierno, que con gusto me ocuparé de enviarlos uno por uno.

RULER Libro I  (+21)Where stories live. Discover now