Capítulo 31 [¿Mil vidas más?]

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Janelle Bullrich

Agosto 26

Dos días después de la cena hubo toda una tarde en la que mamá no dejaba de hacerme preguntas como; si me siento bien, si no necesitaba nada o cosas de esas y la verdad es que la vi muy preocupada. No he podido moverme de esta casa, primero porque Anton viajó el día de ayer no sé a dónde pero me dejó bien custodiada y prohibió mi salida. Y volvió hoy en la mañana.

Y me siento algo agobiada por el hecho que mamá no ha parado de hacerme preguntas. Porque por mucho que quiera aceptar sus muestras de afecto... es algo que me cuesta.

En todo el día me había dedicado a hace cosas simples, como vestirme con un bonito vestido que me llegaban hasta un poco más abajo de las rodillas y que arriba solo tenía unas finas tiras. Al lograr vestirme sin ayuda, ayudé un poco en la casa, nada difícil, para luego bajar nuevamente a la intensidad de mi madre por saber si me siento mejor.

—Mamá. Basta. Me encuentro bien. Ya tomé lo que me medicaron.

Eran exactamente las siete de la noche. Y mi cansancio de absolutamente todo ya empezaba a notarse. Anton a pesar de que llegó en la mañana, ha pasado conmigo un par de horas y luego se dedicó a trabajar, no me molesta, sé que él tiene responsabilidades.

—Está bien hija, es solo que... me duele que tu prometido no nos haya informado nada de la situación hasta dentro de un mes—especuló con fastidio, y no sé porque razón lo viene a meter a hora a la conversa, o al intento de esta.

Me mordí levemente la mejilla sin dejar de mirarla al no poder o creer que realmente está preocupándose por mí.

—¿Habrías venido en un inicio si te informaban?

—Yo... claro que si...

—¿Habrías dejado a un lado la empresa de papá por mí?

Aunque ella no lo admita, sé que es algo avara. No sé si ella no lo note, pero desde que tengo memoria nos ha dejado solas la mayor parte de nuestras vidas.

Siempre he tenido lujos, claro, eso no me ha hecho falta nunca y en parte lo agradezco, pero... algo de tiempo para nosotras no habría estado demás.

Yo conozco el cariño por parte de la familia de Layla y algo de afecto del padre de Josh, mas no de mis padres. Mentiría si dijera que he recibido una muestra de afecto por parte de ellos en momentos que nos sean perjudiciales.

—Claro hija. Yo... la habría dejado—respondió no muy convencida y eso me era suficiente para decepcionarme.

—¿Dónde está papá?

—Hija, sabes que debemos mantener las empresas a flote y...

—Una vez, ni una sola vez me ha visitado. ¿Qué tanto crees que habría afectado a las empresas el haberme visitado una vez? —hablé comenzando a molestarme.

—El piensa venir a visitarte—intentó justificarlo con la voz un poco más fuerte.

—¿Piensa? ¿Ni siquiera estás segura? Es más, ¿Cuándo "piensa" venir a verme? Cuando podría haber estado tres metros bajo tierra o ¿es que le pesa demasiado ver el estado tan deplorable a la hija que vendió? —me alteré apretando los labios.

No he querido hablar sobre esto, y tampoco sacarles en cara porque yo realmente me enamoré de Anton. Pero es la verdad. Ellos cometieron una de las peores atrocidades con su hija, y que no se atreva a darme la cara en una sola vez en estas malditas situaciones me enfurece.

—No hables así de tu padre. Sabes que para cuidar nuestro patrimonio tenemos que hacer sacrificios, como la familia que somos.

—¿Familia? ¿Cuál familia? ¿Al menos sabes cómo es una familia? No lo creo, pero te aseguro que querer mantener el patrimonio de una maldita empresa, a que cuidar de sus dos únicas hijas, no es una familia...

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora