Capítulo 42 [...]

3.1K 184 28
                                    

Janelle Bullrich

Octubre 23

La respiración se me volvía pesada con cada noticia que acababan de darme. Estaba intentando mantenerme en la mejor calma posible. Por mi bebé. ¿Pero quién se creer que es?

—Janelle, es mejor que nos vayamos—me pidió Mario y seguí firmemente parada en ese mismo sitio, aguantando las ganas de golpear al hombre frente a mí.

—No te reniegues Janelle. Es mejor que hagas lo que te pide.

Ni siquiera podía emitir palabra alguna. Y no estaba logrando calmarme, no cuando tenía a más de doce guardias a mí alrededor. A Hotak, Sang y Jonathan a un lado intentando hacer que razone. ¿Razone qué?

—Vámonos Janelle—escuché a Megan.

—¿Ya se van? —pronuncié—. Porque quiero que se vayan, todos ustedes malditos hipócritas.

—Jane...

—¡Que te vayas Jonathan! ¡Que se vayan todos! —me giré y sus rostros se encontraban apacibles mientras apuesto a que el mío destellaba furia.

—Nosotros no sabíamos nada de esto Janelle—espetó Sang, parándose frente a mí.

Sacudí la cabeza para que no hable más.

—¿No sabían que su puta era la rubia? ¿No sabían que estaba viva? ¿No sabía que esa mujer era la de Mark? ¡Que por culpa de la revancha por esa mujer me jodieron la vida! ¿Acaso no sabían todo eso?

—Meil es mi hija Janelle. Te prohíbo que hables de ella así—espetó Hotak y sonreí.

—O sea que usted también sabía que ella estaba viva—magullé con tanta rabia...—. Le hubiera aconsejado a Anton quedarse con ella y no venirme a fastidiar la vida a mí para que así no hubiera habido nadie que trate mal a su hija. Me interesa muy poco lo que piense de mí, me interesa muy poco como todos me vean en este momento por tratar mal a su adorada Meil. Recordar cómo me vieron la cara cada uno de ustedes y no odiarlos como deberían es lo que me causa más rabia conmigo misma. Odio esa parte buena de mí que quiere buscar algún lugar entre toda esta porquería que no me concernía, el lado bueno, o al menos el por qué razonable. Pero no hay nada, absolutamente nada.

Ni siquiera quería nombrar a mi Ángel en medio de todo este charco de lodo. Y saber que la perdí por esto. Ella estaría viva, a mi lado. Viajando, y aun así, en medio de todo esto, alguna parte de mi, tampoco quisiera haber perdido la dicha de por fin ser madre. Maldita vida, jamás me deja con nada completo, pierdo a alguien para ganar otro alguien.

—Le dije a Anton que se alejara de ti desde un principio—habló molesto—. Y no porque me importaras menos que todos los que tengo a mi alrededor, no era mi intención verte la cara tampoco. Era para salvarte.

Solté una risa frustrada y me acerqué más a él mientras los guardias se movieron en advertencia. ¿Qué piensan que soy? Y escuché los pasos de los de atrás de mi moverse también. Al menos no me subestimas del todo.

—¿Acaso yo no existo? —cuestioné mientras el solo me miraba—. Si se hubiera atrevido a contarme lo que estaba sucediendo, usted como alguien más racional que Anton, nos habríamos evitado tanto... No acepto escusas ni de usted, ni de nadie. Cada uno de los que sabían lo que él me ocultaba no tiene derecho a darme escusas de nada. ¡No. Las. Acepto! No cuando vieron por todo lo que pasé y aun así dejaron que empeorara.

—Tienes razón. Pero ahora tienes otras cosas a las cuales dar mas importancia que a lo que hizo o no Anton.

—Y es exactamente lo que estoy haciendo. O lo que voy a hacer ya que el muy idiota me dejó con vigilancia cuando ya no la necesito, y no me...

RULER Libro I  (+21)Where stories live. Discover now