Capítulo 40 [Presa]

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Janelle Bullrich

Octubre 22

Abrí los ojos y vi la hora dándome cuenta que era entre las cuatro de la madrugada. Entre medio dormida y despierta estiré mi mano a un lado de mí y fruncí el ceño al notar que Anton no estaba. Jalé la sábana cubriendo mi cuerpo desnudo y adolorido. Me senté y apreté los dientes al sentir cada punzada de dolor, pero con el recuerdo de lo que pasó anoche el dolor se hizo más soportable.

Caminé a la salida, todo el pasillo estaba oscuro. Bajé a la cocina, y solo la tenue luz de una lámpara alumbraba el lugar, pero tampoco había nadie. Me acerqué a la ventana...

—¡Ah! —chille.

—Shh, Jane. Vas a despertar a todo mundo—me tranquilizó Cael.

—Demonios, casi me matas de un susto—susurré.

—Lo sé, y fue muy divertido ver tu cara—se burló.

Lo miré mal y solté aire con fuerza intentando calmar mi loco corazón que del susto podía escucharlo hasta en mis oídos. Volví la mirada hacia él y noté que me miraba un tanto divertido de pies a cabeza.

—Vaya, ni siquiera tuviste tiempo para ponerte algo de ropa—sonrió regresando a verme a los ojos.

Me sonrojé al darme cuenta que por encima de la sábana de seda quedaba al descubierto la punta de mis pezones.

—Yo... —no supe que decir y aplasté con más fuerza la sábana a mi pecho— ¿Sabes dónde está Anton?

Decidí cambiar de tema, esto era muy incómodo.

—Hace más de una hora lo vi salir de aquí...

—¿Estuviste despierto toda la madrugada?

Asintió y apretó los labios.

—Dudo que alguien haya podido dormir hasta que ustedes lo hicieron—se burló y yo estaba a nada de ponerme roja—. ¿Puedes creerlo? Tuve que escucharte toda la madrugada mientras vigilaba.

Ah, la vigilancia. Aquí todos nos turnábamos, haciendo guardia en la madrugada. Mi turno estaba a dos días y aunque a Anton no le pareció la idea, me opuse y al final terminó por aceptar.

—Amm... Si lo siento—me disculpé avergonzada—¿Sabes a donde pudo haber ido?

—¿Acaso él no te dice a donde va por las madrugadas?

—Yo, eh. Sí, pero si me lo dijo no lo recuerdo, he de ver estado muy cansada— asentí intentando creerme lo que acabo de decir.

—Si, como no—ironizó y esto se estaba poniendo algo incómodo—. Y no, no tengo idea de a donde se habrá ido, solo vi cuando salió con el Ferrari desde la terraza.

Hace algunos días me di cuenta que Anton hizo lo mismo, pero entre las prácticas y el intento de cuidarme yo misma, porque hasta el día de hoy no eh ido a hacer chequear mi embarazo, olvidé preguntárselo.

He intentado decirle lo de mi embarazo, pero como hoy el sale sin avisarme y sin explicación alguna regresa y cuando estoy en los entrenamientos lo olvido. Y también me preocupa poner en riesgo a mi hijo si de alguna manera alguien se llega a enterar. Hasta lo que estoy enterada y Mario me ha enseñado, se puede intervenir hasta nuestras propias cámaras de seguridad, aquí no solo estamos todos nosotros, también hay varios mercenarios de parte del señor Steven y el maestro Hotak, así que no puedo confiar una noticia como esta ahora, los únicos que saben han guardado el secreto hasta ahora. Cuando Anton se va sin previo aviso, a veces llega una pequeña duda a mi cabeza de que talvez podría estarse viendo con otra mujer, pero evito la preocupación y lo olvido.

RULER Libro I  (+21)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora