Capítulo 45 [Final]

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Anton Strauss

Sentía que me ahorcaba el cuello con el maldito remordimiento y la situación lo hacía peor. Disparo tras disparo, más el llanto de Jonathan a mi lado mientras la mente se me nublaba por completo era desastroso. El dolor me estaba consumiendo.

Pero la rabia me ardía las venas. La rabia me hacia desear matarlos de mil formas, la amargura me hacia querer escapar, pero no es una opción, ya no, ni aquí, ni ahora.

—Tienes que despertar—hablé entre dientes empuñando el cuello de Steven. Su sangre se había regado por mis manos.

¡Ya no tenía pulso! El disparo fue directo en su corazón, lo que no le permitió ni siquiera que pudiese cerrar los ojos.

—Hijo...

—¡Steven despierta! —magullé sin dejar de recordar el tiempo que se quedó en mi vida como un... padre, y e'l también se dio la dicha de morirse, plantándome en este puto infierno con más fuerza.

—¡Suéltalo! —gritó aguerrido Jonathan tomándome de la camisa.

—¡Maldita sea Steven! ¡Despierta! — volví a gritar, sacudiéndolo.

Sentía que la garganta me quemaba al verlo en ese estado.

—Suéltalo por favor Anton—lloraba Jonathan. Solo escuché el golpe de sus rodillas caer contra el suelo y su frente en mi espalda con su mano sin dejar de tomar mi muñeca.

Apreté los dientes con fuerza antes de aflojar mi agarre y que el agarre de Jonathan sobre mi muñeca desapareciera de mi vista.

—Está muerto—murmuró entre el llanto Jonathan.

No pude evitar mirar con rabia el cuerpo sin vida de Steven, mientras él, junto al recuerdo de mi padre al morir me ahogaban.

—Escúchenme bien—espeté levantándome—... ¡Quiero que maten a todos y cada uno de los que aparezcan frente a ustedes! ¡Y busquen a la mujer que se encontraba aquí y me la entreguen viva! Y si no es a mí, será a Janelle...

—Si señor.

—¿De qué estás hablando? —Yun se acercó con el rostro rojo por el llanto.

—La que disparó a Steven. Búscala, que de ella te vas a encargar tu ahora, de lo contrario ya di una orden—hablé claro.

Esa maldita.

Bajé la mirada y tragué con fuerza antes de hablar.

—Levántate Jonathan—ordené mientras él tenía el cuerpo de Steven en las piernas.

—No quiero. No lo quiero dejar—murmuró.

Con fuerza lo tomé de la camisa y logré que me mirara.

—Levántate. No haces nada aquí a menos que quieras morir igual que...

Esperó mi respuesta, pero no llegó, no cambia nada ahora.

—¡Dilo! ¡Nuestro padre! Fue... —comenzó a llorar con fuerza—Fue nuestro padre, lo admitas o no te está carcomiendo el dolor tanto como a mí.

Y no mentía. Lo hacía.

—No he dicho lo contrario imbécil—lo solté—. Pero no me sirves así. Levántate.

Negó abrazando el cuerpo, y mi preocupación creció al escuchar disparos afuera y cerca del lugar en el que nos encontrábamos.

—¿Te vas a quedar a esperar? O te levantaras como hombre—espetó Hotak—. Nos duele, pero el luto no le rendiremos ahora. Protege su memoria y levántate.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora