[Extra 01]

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Cael Adams

Entré a la habitación en la que se encontraba Janelle, pensando en varias maneras en las que le podría ayudar. Pero ver su cuerpo tendido y lastimado de pies a cabeza. Pero me quedo sin habla, observando mi alrededor con extrañeza.

Este es el tercer día que hemos estado en este lugar y no la he podido sacar. Está siendo un martirio para ella, y no está bien, todo los días y noches a repetido lo mismo. Está perdida. Y me niego a dejarla así.

Paso en medio de los médicos que se encuentran en el lugar y se apartan con miedo.

—¿Qué sucedió aquí? —pregunto, observando los cables esparcidos por todo el suelo, mientras levantan la máquina de cardio que se encontraba conectada a Jane.

Y no sé para qué pregunto si ya sé.

—Jane... ella se volvió a despertar desconsolable, no vuelve en sí hasta que le mencionamos sobre los bebés. Solo así parece tranquilizarse un poco. Las pesadillas las están atormentando. Parece un cristal en este momento—respondió Megan aun con lágrimas en sus ojos.

—¿No podemos llevarla a algún lugar en el que le puedan dar algo de ayuda? —murmuró la señora Asumi e inmediatamente negué.

—¿Está hablando de un... psiquiátrico? —asintió con la mirada en el piso y negué molesto—. Ella necesita caer en la realidad sola, y somos demasiado como para no lograrlo. No pienso dejar que vaya a ningún lado con unos extraños.

—Ni yo—habló Jonathan, mientras acariciaba el rostro de Janelle en la camilla—. No dejaré que se quede sola.

En este momento el rostro de Janelle era tranquilo, pero todavía unas lágrimas resbalaban a un lado de su rostro.

—No le dijeron nada ¿No? —cuestioné y todos negaron.

—No era el momento, si se enteraba que estaba a punto de perder a sus hijos, su estado habría empeorado, Cael—habló Yun y asentí.

—Pero le hacemos caer en cuenta que le hará mal a los bebés si sigue así. Creo que eso es suficiente—habló Megan.

Nada de esto era justo para ella, el simple hecho de que soportara toda esta situación todo este tiempo, me molesta. Solo Anton debía pagar las consecuencias de sus actos, y lo pagó, pero atrás de él y su miseria se está cargando a Janelle y a sus hijos, se murió, pero no parece que eso arregla nada.

Es más, solo empeoró la situación. Meil hizo su trabajo, aguantó hasta que pudo, al menos esa mujer sirvió de algo al final.

—No crees que ya es hora de decirles a todas estas personas que no las íbamos a matar—me susurra Mario—. Creo que se lo tomaron muy a pecho, estos ocho doctores no han parado de estar pendientes, gracias a ti, pero se me hace extraño que me miren con terror, a mí que soy un ángel de Dios—ironizó y negué.

—Si los amenacé es porque estuvieron a punto de entregarnos. Janelle no podía sufrir más. Además, el que nos trajeran a un privado, nos facilitó las cosas, de lo contrario Jane hubiera perdido a sus bebés.

—Lo sé. Y aún no deja de hacerse extraño para mi todo esto. Me duele que hayan pasado tantas cosas todo este tiempo y nosotros ni por enterados—suspiró—. Espero que algún día ella vuelva a sonreír como lo hacía antes, que podamos salir como lo hacíamos desde que nos conocimos y que pueda volver a amar de nuevo, sería magnífico—lo escuché sin dejar de mirarla.

La huella que el imbécil de Anton dejó en ella, es grande. Pero intentaré, talvez no lo olvide, pero haré lo que sea para que lo supere a mi lado.

—El Jet está por llegar—avisé a todos y asintieron—. Yo subiré a Janelle. Me faltan un par de cosas en este lugar y partiremos. En Phoenix mi madre ya nos preparó una de las mansiones, pueden ir todos los que deseen, la ayudarán de mucho—aseguré y volteé a mirar a los médicos—. Dos de ustedes nos acompañarán por cualquier cosa que se presente en el viaje—aceptaron sin soltar una sola palabra.

RULER Libro I  (+21)Where stories live. Discover now