Capítulo 38 [Meil]

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Meil Hamill

Pasado.

Vuelven a golpearme con un látigo de cuero en la espalda, me retuerzo, pero la cadena en mi cuello me ajusta asfixiándome en el intento inútil de removerme sobre esta mesa de madera.

Las heridas me arden, pero ya no me duelen, al contrario de hace unos años ahora siento placer, me gusta lo que están haciendo conmigo en este momento, me encanta el cuarto rojo de placer que amoblaron para mi sola. Los dos hombres con el cuerpo esculpido en esta habitación, el uno frente a mí y el otro a mis espaldas me confirman que el haber buscado un pequeño escondite alejado del hombre que me ha convertido en lo que soy, fue la mejor decisión que eh tomado.

Gael, el moreno que se encuentra a mis espaldas, aprieta mis caderas con fuerza, sintiendo que me las desgarran. Ubica su verga erecta en la entrada de mi trasero y lo introduce de una sola estocada, el dolor me hace gritar, pero me penetra con tal fuerza que el dolor desaparece y el morbo y encanto que siento por esta clase de sufrimiento me hace sentir deseosa de más. Arremete con más fuerza y puedo sentir como las venas de su pene comienzan a hincharse y sale de mi comenzando a regar su semen por mi cintura y trasero. Sentir el líquido caliente me hace excitarme mucho más. Gael vuelve a estocarme por la entrada de mi vagina mientras que el Saúl, el rubio de ojos azules empuña mi cabello levantando mi rostro y comienza a besarme con mucha fuerza, puedo sentir la sangre recorrer por la línea de mis labios.

Estoy tan excitada que gimoteo sin parar, el dolor que me hace chillar cada vez que las estocadas en mi coño son con más fuerza, me fascina. Suelto mi primer orgasmo, haciendo que el líquido se choree por mis piernas, el orgasmo fue con tanta fuerza que me dejó completamente mareada, las piernas temblando y las muñecas ardiéndome por la fuerza que ejercía al removerme.

Saúl, soltó mis labios finalizando con una mordida y se dirigió a mis espaldas, sentí una fuerte nalgada que me causó una corriente por todo el cuerpo, rodé los ojos al sentir la lengua de él lamer mis labios vaginales, la movía con mucha rapidez mientras que con sus dedos me acariciaba y daba respingos cuando apretada mi clítoris.

Gael me miraba mientras masturbaba su enorme miembro sentado en un sofá de cuero negro delante de mí, la boca se me comenzó a hacer agua desenado tenerlo enterrado en mi boca, él lo notó y se acercó a acariciarme la cabeza mientras introducía su verga en mi boca, absorbí y chupé con mucha fuerza, sus gruñidos me demostraban que, como lo estaba haciendo era perfecto, lo introdujo hasta el fondo de mi garganta, se hinchó y salió, mis ojos lagrimeaban por la fuerza. Levantó mi cuerpo y mi cintura se arqueó hacia atrás y comenzó a regar el líquido caliente en mis senos. Esto era magnífico. El mareo comenzaba a oscurecerme la vista y solté mi segundo orgasmo.

La puerta se abrió y sonreí al ver al hermoso chico de ojos grises. Él era solo dos años menor a mí, tiene veinte, así que no le veía un gran problema en hacer que conociera la parte más erótica y deliciosa de la vida.

—Veo que te adelantaste—murmuró con los ojos oscuros sin dejar de mirarme.

Me observó de pies a cabeza y todo su cuerpo se tensó, verme así le excitaba y a mí me encanta la mirada perversa con la que me detalla.

—Anton, tus visitas me agradan mucho— sonreí mientras esperaba a que los hombres a mi disposición, soltaran las cadenas, las esposas y las sogas amarradas en mis tobillos.

Se fue acercando y de la forma tan brusca que me encanta agarró mi cabello y comenzó a besarme. Me separé y les indiqué a los hombres que salieran, ellos miraron el suelo y se fueron. «Obedientes sumisos»

Lo desvestí en segundos, me votó a la cama, sacó un preservativo de su pantalón en el suelo, abrió el sobre con los dientes y lo hizo resbalar por todo su miembro, levantó mis piernas a sus hombros y comenzó a follarme, apretó mis muslos, haciendo que la entrada de mi coño se apretara. Comenzó a embestirme de una manera tan abrupta que me encantaba, él me encantaba. Su miembro era tan grande como el del moreno y su cuerpo con los músculos definidos, todo este tiempo había mejorado su físico bastante. Me embistió y sentía como llegaba hasta mi vientre, ese delicioso dolor no se comparaba con ningún otro.

RULER Libro I  (+21)Where stories live. Discover now