Capítulo 18 [Iridiscencia]

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ANÓNIMO

El no poder hacer trabajos simples, como secuestrar a una persona que está sin ninguna defensa en absoluto, es molesto de sobremanera, ¿Qué es lo que les hizo falta a los idiotas que tengo como secuaces a mi mando para que ahora mismo no la tuviera a ella delante de mí?

Nada y aun así no lo lograron.

—Yo de verdad lo siento señor, cuando estuvimos a punto de traerla, llego el señor Anton— me habla uno de ellos.

—¡Montón de idiotas! ¿Al menos lograron drogarla? —pregunto frotándome las sienes.

Pura escoria inservible es lo que tengo a mi alrededor.

—Si, notamos que la droga ya estaba haciendo efecto en su sistema, no era mucho lo que tomó. Pero hubiera funcionado. Estábamos esperando un momento más hasta que se aleje de los demás en la piscina, pero después llego el señor Anton y se la llevó.

Anton, Anton ese nombre está comenzando a aburrirme de tanto pronunciarlo. No tengo ni la menor idea de quien es, y su prometida mucho menos. Pero me pagaron por llevarla a manos de un mafioso, y es lo que haré, así sea viva o muerta.

— ¿Qué fue lo que le dieron? — pregunto fastidiado.

—GHB señor.

—¿No pudieron darle algo más fuerte? — pregunto con ganas de matar a cada uno de estos idiotas.

—Le dimos en una doble dosis, para que el efecto sea más duradero— respiro hondo, intentando no cometer una locura.

He intentado mantener a esta chica al margen de mi trabajo, porque supuse que sería la más fácil en atrapar. Pero en una maldita semana no lo han logrado. Y dejar mi trabajo por atrapar una niñita estúpida, no es una idea que me plazca hacer.

—¿Cuántas sumisas? —cuestioné dando vuelta por el almacén que Travis me entregó.

Este lugar era un asco.

—Doce serán enviadas a las vegas. Seis serán enviadas a Londres, dos a París—las cuentas no me estaban gustando— y trece a Rusia. En total serían treinta y tres.

—¿Con cuántos kilos? — me estaba tragando la ira.

—A las vegas serán enviadas con treinta y dos. Y a las demás ciudades serán enviados doce kilos.

Golpeé la mesa con toda la fuerza que pude. Las malditas ventas estaban rebajando junto a la producción de droga. Necesito fuentes con mejor economía.

—¿Y CEIA?

—Nos han dicho que un par de bioquímicos han decidido irse. Los del grupo de tecnología avanzada están completos y los militares consideraron la idea de apoyar si entregamos toda la maquinaria que pidieron en... seis meses.

¡Puta mierda! Es muy poco seis meses.

Necesito más gente, y el evento de Rusia es en el que tengo que aprovechar.

—Y ¿Mark?

—Dijo que faltaba muy poco para que su sobrino muera. La droga que ha sido creada para él, lo está matando y cree que morirá antes de lo planeado. Solo... faltaría que muera el señor Steven y tendríamos un ingreso muy favorable para las empresas.

Espero que la mierda que tiene planeado, funcione esta vez. Porque el dejarlo tirado en Berlín, no sirvió de nada.

—Manténganme informado de todo. Ahora ¡Lárguense! Y espero que, por su bien, la próxima vez no fallen, porque será a ustedes a quien mate.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora