Kent vs Kent

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El sonido de la alarma despertó a Adele, gruñó al escucharla.
—Solo dormí cuatro horas... una más que ayer... no estuvo tan mal —
Se levantó, fue directo al baño a lavarse los dientes y la cara. Después bajó al gimnasio de su casa para entrenar, su rutina apenas comenzaba. Estiró un poco y luego pasó a golpear un saco de box. Mentalmente hacía una lista de todos los deberes del día: dejar a sus hijos en la escuela, ir a Wayne Enterprises para atender a un grupo de inversionistas, pasar al Centro Comercial para comprar los regalos de Eddy y Elif, -que cumplían años en unos cuantos días-, pasar por sus hijos a la escuela, ir a Monte Justicia para entrenar a los nuevos chicos que se habían unido, reunirse con la liga para una misión y finalmente, pasar a la mansión para tener una noche de patrullaje junto a sus hermanos.
Fue a la cocina para preparar el desayuno, al mismo tiempo que atendía una llamada de Damian.
—Llega puntual, no lo olvides —
—Yo siempre soy puntual, tú deberías recordarlo —
Se sentó un momento en la silla del comedor, alcanzó a oír como su hermano discutía con una de sus hijas, por cualquier cosa que fuese. Soltó una pequeña risa por ello.
—Deja de reírte —
Reprendió el mayor.
—Oh, vamos, debes admitir que es divertido ver los papeles invertidos... Hannia eres tú a los quince y tú eres papá, intentando mantener la estabilidad en casa —
Volvió a soltar una pequeña risa, pero calló al ver el humo que salía del sartén donde preparaba los panqueques. Se levantó de golpe para apagar la estufa.
—Oh... que bien empecé mi día —
Susurró viendo el panqueque quemado. Esa ocasión fue Damian quien rió.
—Eso te pasa por burlarte de mí —
—Como sea, hablamos después, debo ordenar este desastre —
Finalizó la llamada, suspiró y mejor subió a su habitación para arreglarse. Se dió una ducha rápida, se colocó un vestido color azul marino de manga larga, un poco ajustado que llegaba hasta la mitad de sus rodillas. Peinó su cabello azabache y luego fue directo a la habitación de Eddy.
—Levántate ya, bello durmiente —
Dijo abriendo las cortinas.
—Cinco minutos más —
—De pie ahora —
Salió de esa habitación y fue a la de su hija, que aún dormía como un pequeño bebé.
—Yo no entiendo como es que teniendo un súper oído no se despiertan con todo mi escándalo mañanero —
Le quitó las cobijas moradas y ella gruñó.
—Mamá... —
Murmuró la menor tallando sus ojos de forma somnolienta. Adele bajó hacia la cocina, para seguir con el desayuno y desde ahí ordenó:
—¡Los quiero abajo en diez minutos con el uniforme puesto! —
—¡Mamá, no grites! —
Chillaron los dos desde sus respectivas habitaciones, cubriendo sus oídos. Pasaron solo cinco minutos cuando escuchó a su hijo gritar:
—¡Mamá, Elif rompió otra pared! —
—¡Lo siento! —
Adele rodó los ojos, suspiró frustrada, vió la hora en su reloj de mano; a ese paso llegarían tarde.
—¡Mamá, Eddy incendió su cobija! —
—¡Fue un accidente! —
Volvió a suspirar, trató de no regañarlos tan temprano. Dejó los panqueques en tres platos, sirvió jugo de naranja y luego se sentó para esperar con que nueva cosa salían. Volvió a ver la hora, estuvo a punto de decirles que su tiempo había acabado, pero los vió entrar. Abrió los ojos horrorizada.
—Eddy, el saco está al revés y creo que esa camisa no es de la escuela. Elif, las mallas deben ser color blanco no rosa y tu cabello está enredado —
—Juro que las vi color blanco —
Susurró la pequeña Kent viendo sus mallas.
—El saco no está... ah, sí, ya vi la etiqueta de fuera —
—Les doy tres minutos para arreglarse —
Ambos menores asintieron y fueron lo más veloz posible a sus cuartos.
Las mañanas de Adele se habían convertido así cuando Eddy entró a la primaria y Elif al preescolar. Ellos acostumbraban a dormir tarde, por estar charlando entre sí, viendo alguna serie o simplemente viendo a la nada. Y sus mañanas siempre eran épicas, que sí tenían todo el uniforme al revés, que sí ya habían atravesado una pared o incendiado algo de su cuarto, que sí había un chicle pegado a sus cabellos, los zapatos desaparecían mágicamente, Krypto se comía la tarea o rodaban por las escaleras por el sueño que sentían -en ellos no era nada grave y raro rodar por las escaleras-.
Llegaron a un minuto antes de que cerraran las puertas de la escuela y Adele pudo irse a su reunión con los inversionistas. Desde hace unos años ella junto a Conner habían decidido mudarse a Gotham, para sus hijos no fue un cambio difícil, al contrario, amaban pasar tiempo con sus abuelos y todos sus primos; pues claro, unirse a sus aventuras -que en traducción para papás significaba: travesuras- era divertido.
—Llegas tarde, dijiste que nunca lo haces —
Exclamó Damian al verla entrar a la sala de reuniones.
—A diferencia de ti, yo tengo a dos niños kryptonianos en casa —
—Te dije que no te casaras con Conner, pero ahí estabas de necia —
—Déjame en paz —
Se sentaron en sus lugares correspondientes e hicieron como si estuvieran escuchando algo de lo que los hombres presentes decían.






—Adele, tienes que venir ahora, tus hijos están a punto de matarse —
Informó Holly por teléfono, la mencionada frunció el ceño. Dejó de teclear en su laptop y se dedicó a intentar procesar la información.
—¿Mis hijos? Pero ellos están en la escuela y tú estás en Monte Justicia, ¿cómo... ? —
—Ellos están aquí, dijeron que les habías permitido ir a la misión asignada de hoy, hemos regresado pero ahora están peleando y nadie, NADIE puede detenerlos —
Nuevamente trató de entender el como, si se suponía que ella misma los había dejado en la escuela y había verificado que entraran, ¿cómo es que escaparon? ¿Y por qué de la escuela no llamaron?
—Voy para allá —
Cerró la laptop, se puso de pie y tomó su bolso junto a su abrigo color beige. Salió de su oficina, encontrándose con su secretaria.
—Señorita Wayne, debe firmar un... —
—Ahora no puedo, cancela todo porque debo atender algo —
Respondió lo más rápido que pudo.
Dentro del ascensor estaba pensando en el castigo que les daría a sus hijos por escapar de la escuela. Ah, y claro que también por pelear hasta casi matarse. No sabía si era exageración de Holly el hecho de que estaban a punto de matarse o si era cierto; jamás los había visto pelear, no a golpes, sí discutían y se decían de cosas, pero nunca pasaba a algo mayor, porque ellos no eran así. Siempre habían sido muy unidos, podían dejar de hablarse por una galleta, hacerse muecas extrañas o lanzarse indirectas, pero jamás pasar a los golpes, Eddy nunca tocaría ni un solo cabello de su hermana y ella no sería capaz de herirlo tampoco, a pesar de su carácter un tanto temperamental. Sí, Elif enojada era un peligro como Adele enojada, pero a Eddy nunca lo golpearía a menos que fuera necesario -y nunca era necesario-.
Así que seguía extrañada con eso, sus hijos no eran así y eso la preocupó, algo extremadamente malo debió haber pasado.
Al llegar a Monte Justicia, se encontró con que el lugar estaba destrozado. A la primera que vió fue a Holly, caminó hasta ella y le preguntó dónde estaban sus hijos, ella iba a contestar, pero fue interrumpida cuando ambas vieron como Eddy lanzaba a su hermana hasta donde ellas.
—Ahí están tus hijos —
Respondió divertida la rubia.
La menor Kent se levantó hecha una furia y se lanzó contra él, golpeó su rostro varias veces dejándolo aturdido por unos pocos segundos. Hizo uso de su visión calorífica al mismo tiempo que levitaba, él atacó de igual forma. Segundos después, el resto del nuevo equipo se hizo presente para ayudar a detener el caos que ya se había armado.
—¡¿Qué creen que están haciendo?! —
Exclamó Adele molesta.
—¡Mamá, te juro que no lo sé! Acabábamos de llegar y luego Eddy empezó a atacarme sin razón alguna y ahora creo que también quiere atacar al resto —
Explicó rápidamente la menor, viendo cómo nuevamente su hermano se lanzaba hacia ella.
—¿Tomamos medidas más extremas? —
Cuestionó la rubia haciendo referencia al uso de la piedra color verde.
—No... —
—¡Necesito a alguien que iguale su fuerza y lo noquee! —
Chilló la menor tratando de seguirle el paso a su hermano mayor, que evidentemente era más fuerte y veloz que ella -y sobretodo tenía un poco más de entrenamiento-. Los primos Kent intentaban también detener a Eddy, pues al igual que los hijos de Adele, tenían ADN kryptoniano. El hijo menor de John fue quien se atrevió a hacer uso de su súper fuerza para propinarle un buen golpe a su primo, fue tan fuerte que lo dejó en el suelo.
—¡¿Lo mataste?! —
Exclamó alterada -y muuy asustada- Abby, a la vez que se acercaba a Eddy.
—No... eso creo... revisa su pulsación... si no respira es que sí lo mate —
Respondió Ender, también acercándose.









¡Hola! 👋
Paso por aquí para anunciar algo...

Esta historia llegara a su fin en unos cuantos caps, estimo que faltan dos para que culmine. Y uno de esos caps será narrado desde el punto de vista de Adele.

Agradezco muchísimo a todos los que leen la historia, en verdad que me alegra que les guste lo que escribo. Me han acompañado desde la primera parte y realmente hacen mis días más felices al saber que leen lo que escribo, al ver sus votos y lindos comentarios ✨❤️

No sé que más decir por el momento, así que...

¡Les mando un enorme abrazo! 🥰

The Life of a Wayne Girl.Where stories live. Discover now