De vuelta a casa...

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—¡Te digo que no me toques!—
Chilló Adele pataleando. Damian no la soltó, su agarre se volvió más fuerte; sí la soltaba, ella probablemente escaparía y tendría muchos problemas.
—¿Estás seguro de que no hay nadie?—
Preguntó el de ojos azules mirando a su novia, luchar por ser liberada.
—Yo mismo me encargué de que fuera así, nunca hago algo sin un plan.—
—¡Suéltame! ¡Suéltame ya!—
Gritó más fuerte la joven. Su hermano no tuvo más opción que buscar uno de los tres tranquilizantes que había preparado para ella. Le pidió a Conner que la tomara, mientras él buscaba.
—Vamos, cariño, cálmate.—
Le susurraba con amor.
—¡Déjame! ¡No me toques!—
Sus ojos no proyectaban la misma inocencia y dulzura de antes, era cómo sí algo dentro de ella hubiese cambiado y no para bien. Sus ojos decían que ella no era la misma. Había furia y rencor. De cualquier forma, él pensaba que su Adele aún estaba dentro y era cuestión de tiempo para que volviera.
—Adele... —
—Te lo pido por favor, suéltame.—
Dijo con más tranquilidad, mientras dejaba de intentar escapar. Conner suavizó el agarre poco a poco, estúpidamente pensó que ella ya se había calmado y que dentro de unos minutos podía volver a besar sus labios y hacer cómo sí nada malo hubiese pasado.
—Bien, sólo quiero que... —
Adele aprovechó que Damian estaba distraído y que el chico de acero se estaba portando más blando. Corrió hacia una puerta, acción que alertó a ambos chicos, que no perdieron el tiempo para ir tras ella. Su hermano fue quien logró detenerla.
—¡Suéltame! ¡Déjame ir!—
Chilló pateando con más fuerza, mientras arañaba los brazos de él. Cómo pudo, le inyectó el tranquilizante, sin embargo, la menor no parecía querer dejar de luchar. Lentamente, fue perdiendo las fuerzas y cayó en un profundo sueño.
—¿Por qué... por qué le está pasando eso?—
Preguntó el de ojos azules, temeroso por la posible respuesta que obtendría. No le contestaron, así que siguió al joven Wayne, quien llevaba a su hermana a una habitación para dejarla descansar.
—Es el efecto del Pozo.—
Murmuró Damian con una mueca en el rostro, mientras miraba descansar -¡por fin!- a Adele.
—Pero... ¿volverá a ser la misma?—
Habló cómo sí aún tuviera un toque de esperanza, sin embargo, en el fondo de su ser sabía que la chica de la que estaba enamorado, no volvería o muy difícilmente lo haría.
—No lo sé.—
Salió de la habitación, tomó su teléfono y dudó sí informarle o no a Selina; después de todo, ella tenía conocimiento de lo que esos dos chicos harían y había dado a entender que tenían su consentimiento, siempre y cuando trajeran a su hija de regreso a sus brazos.
Soltó un suspiro y decidió que era mejor, llamarle y empezarle a explicar la difícil situación que probablemente vivirían.
—¿Hola?—
—Está de vuelta... bueno, dentro de lo que cabe.—
Respondió directo, cómo siempre. La mujer del otro lado de la línea tardó en procesar la información. Tomó una gran bocanada de aire y habló:
—¿P-puedo verla?—
—Sí así lo deseas, pero antes debo... debo decirte algo importante.—
—Dilo.—
—Adele... simplemente ella no está bien.—
Dijo en casi un susurro, aunque se mostrara fuerte, le dolía ver a su hermana menor tan vulnerable y desesperada.
—¿A qué te refieres?—
—N-no sé cómo explicarlo... parece estar asustada y al mismo tiempo, parece odiar a todos.—
—Iré a verla.—
No dijo más y finalizó la llamada. Rápidamente mamá Wayne, tomó su abrigo y bolso y fue en busca de su pequeña. Le habían advertido que ella no estaba bien, pero tenía la ligera ilusión de que al verla, todo volvería a la normalidad.









—¡NO! ¡Déjame ir!—
Gritó la joven desde la cama de rodillas, tratando de zafarse del agarre del que era su novio. Su madre tenía los ojos llorosos y con palabras dulces y consoladoras, le pedía que se calmase, que todo estaría bien; pero todos sabían que esa era una idea equivocada.
—Cariño, p-por favor, trata de calmarte, ¿quieres? Mamá está aquí.—
—¡Déjame ir, por favor! ¡Dile que me suelte!—
Pidió con terror. Pensaba que le harían daño o algo así, no confiaba del todo en ellos, a pesar de que eran su familia.
—Está bien, no pasa nada... sí él te suelta, ¿dejarás de gritar y tratar de escapar?—
Ella asintió de inmediato. Selina le hizo una seña con la cabeza al chico de acero, para que liberara a su hija, pero este se negó a hacerlo.
—Puede ser peligroso.—
—Hazlo... —
El chico la soltó y ella corrió, la ex ladrona de joyas la interceptó y le dió un abrazo para evitar que huyera.
—¡Te digo que me sueltes! ¡No quiero que me lastimes!—
Chilló hecha un mar de lágrimas. Su madre besó su cabeza y le prometió que ella jamás le haría daño, porque la amaba demasiado, pero aún así no se sentía segura.
—¡Maldición!—
Exclamó frustrado Damian, junto a un par más de maldiciones en un idioma que sólo el podía entender. Rebuscó nuevamente entre los cajones de la enfermería y no encontró lo que quería. Pensaba que era estúpido no tener más de esos tranquilizantes.
Conner se acercó a Selina y le quitó a Adele, de igual forma que la mayor, la abrazó y depositó un beso en su cabeza. Los intentos por calmarla, no daban buenos resultados.
—Cielo, ya estás a salvo, no te haremos... —
Damian volvió a maldecir, interrumpiendo al de ojos azules. Se había enterado que había gente ahí. Según sus planes, nadie tenía porque llegar ese día a Monte Justicia, puesto que todos los héroes estaban muy ocupados con una misión que incluía Luthor's.
—¿Qué sucede?—
—Creo que mi padre está aquí.—
Respondió, rogando internamente que su hermana se calmara para no causar más líos. Y cómo sí lo hubieran invocado, Batman junto a Red Robin y Speedy, llegaron a la habitación al escuchar tanto escándalo.
—¿Qué demo... ?—
La rubia se llevó las manos a la boca, sorprendida por lo que sus ojos verdes estaban viendo.
Los ojos del Caballero de la Noche, se fijaron en una sola persona. Damian. Había sido el único, que insistía con llevar a su hermana al Pozo de Lázaro.
—¡¿No te dije que...?!—
—¡Padre!—
La voz desesperada de su hija interrumpió su sermón hacia el actual Robin.
—Adele... —
—Dile que me deje ir, te lo pido.—
Mencionó suplicante. El corazón de Batman se derritió al ver tan frágil a su pequeña, olvidó que le había prohibido a Damian, llevarla al Pozo y fue para darle un abrazo de consuelo.
—¿Qué es lo que ocurre? N-no logró entender que me sucede.—
Susurró llorando en el hombro de su papá, él acarició su cabello y luego acunó su rostro con sus manos.
—Cariño, estarás bien.—
Quien viera esa escena, se sorprendería de ver esa faceta tan blanda del hombre de la noche.
—Adele... ¡es Adele! ¡Es mi amiga!—
Chilló emocionada Holly, mientras corría para intentar darle un abrazo, pero ella se negó y se aferró a su padre, dejándola confundida.
Tim aún no podía creer lo que estaba viendo, bueno, no le sorprendía del todo lo sucedido, puesto que a través de su vida cómo héroe había visto cosas increíbles. Pero, realmente no había pensado poder ver de nuevo a su pequeña hermana.

Más tarde, la menor de los Wayne descansaba en su habitación de la Mansión. Difícilmente lo habían logrado.
—¿Tú tenías consentimiento de esto?—
Le cuestionó Bruce a su esposa, la cuál asintió con un poco de temor por la reacción que él tendría.
—Sí piensas dar un sermón, te recomiendo que no gastes saliva, porque... —
—Cállate.—
Sentenció el mayor sin mirar a su hijo. El chico guardó silencio y apretó los puños. Probablemente se avecinaría una gran pelea en la Bat-Cave. Todos los hermanos Wayne estaban presentes, junto al chico de acero.
—Bru... —
—¿Quién más sabía de esto?—
Preguntó molesto. Dick, Jason y Tim respondieron que no tenían ni la menor idea.
—Sólo nosotros, padre.—
Dijo el joven de ojos color esmeralda con la cabeza en alto.
—¿Acaso no tienes conciencia? Creí que TÚ, mejor que todos, podías entender lo malo que era llevarla ahí... y aún así lo hiciste.—
—Sólo quería... —
—Y tú... —
Fijo su vista en el novio de su hija.
—... Sí tanto dices amarla, ¿por qué le hiciste eso? Todos ustedes sabían de las graves consecuencias de traer de vuelta a la vida a Adele. Saben perfectamente que ella no será la misma... incluso puede llegar a ser peligrosa.—
—¿Y qué vas hacer? ¿Piensas matar a tu propia hija, por ser "peligrosa"?—
Cuestionó con molestia la bolita de odio, mientras encaraba a su padre. Selina volteó a ver a su esposo horrorizada, recordó la visita de los viajeros de la otra Tierra. Recordó lo que había dicho Kate, que sus padres intentaron asesinarla y cómo ellos habían prometido jamás hacerle algo parecido a su propia hija.
—¡Contesta! ¡¿Le harías eso a tu hija?!—
Atacó con más furia el menor.
—¿Cómo puedes pensar que lastimaría a quien es de mi propia sangre?—

The Life of a Wayne Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora