"Los días malos."

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—¡Extraño Hawaii! Habían tantos surfistas sex...—
Adele se quedó a media frase, cuando notó la mirada molesta de su novio.
—Habían tantos surfistas encantadores.—
Completó Karol ignorando la indignación de Jason.
Después de un rato, todos acomodaron sus cosas y fueron a descansar por el largo viaje.
Los Grayson y los Todd iban a dormir en la Mansión y al día siguiente se irían. Los mismo pasaría con Annie, Caitlin y Conner.
—Tienes prohibido dormir en la misma habitación que la de mi hija.—
Sentenció Bruce a Conner. El chico asintió algo asustado por el tono de voz que había usado su suegro...es decir, el Señor Wayne. Porque Conner tenía prohibido llamar suegro a Bruce. Lo tenía prohibido, prohibido, prohibido.
—Si, si, lo que tú digas papá...anda, ve a descansar. Mamá te ha perdonado y debes aprovechar.—
Comentó Adele mientras empujaba al mayor. Bruce se alejó, con la ligera sospecha de que su hija no acataría la orden. Era más que obvio.
—Vamos a mi habitación.—
—Pero tu papá dijo que...—
—Mi papá dijo que trabajaba solo y terminó con un millón de Robin's y Batgirl's. También dijo que no tendría una familia y mírame.—
Lo tomó de la mano y ambos entraron a la habitación de la chica Wayne.
—Pido el lado derecho, porque es mi cama y porque obvio, yo mando en nuestra relación.—
—No hemos acordado eso.—
—En una relación nunca se acuerda sí la mujer manda...es por ley, duh.—
Rodó los ojos y se acomodó en su lado de la cama. El chico hizo una mueca, se acostó al lado de su novia y rodeó con un brazo su cintura.
—Adele.—
—Dime.—
—Sí te soy sincero...tu padre me asusta.—
La peli-negra soltó una pequeña risa, negó con la cabeza. ¿Quién no le temía a Batman? El mismo Superman hacía lo que el Caballero de la Noche le ordenará. Y sin rechistar.
—Tranquilo...un día te aceptará.—
—Eso espero.—
Susurró el chico. Ambos cerraron los ojos y se quedaron dormidos en cuestión de segundos.
Adele se acurrucó hacia él. En cierta forma, pensaba que estaba segura mientras dormía en los brazos del chico de acero.








—¡Cállate, Kon!—
—Pero, no estaba hablando.—
—¡Que te calles!—
El chico arrugó el entrecejo. No estaba entendiendo muy bien que le sucedía a Adele ese día. Ella le sonreía y le decía que lo amaba y al poco tiempo le exigía que se largara y que no se atreviera a molestarla en el resto que quedaba del día.
Ambos estaban en Monte Justicia, junto a Holly y Tim.
—¡Conner! ¡Largo!—
—¡Ni siquiera estoy contigo! ¡Estoy en la cocina!—
—¡Pues ven, para que te pueda decir: largo!—
El de ojos azules rodó los ojos. No pensaba acercarse a esa muñeca diabólica con cara de ángel. No lo iba a hacer, por su propio bien. Aunque se lo rogase. Ese día, algo muy malo le estaba pasando a su novia y la volvía peligrosa.
—¡Kon-El, te estoy hablando!—
—¡No voy a ir!...porque me asustas.—
—¡¿A caso ya no me amas?!—
Preguntó al borde del llanto la joven. Conner soltó un suspiro. No podía decirle no a esa adorable expresión que ella estaba haciendo y menos si venían lágrimas de por medio.
—Cielo, claro que te amo.—
Corrió hacia dónde estaba sentada y la abrazó con cuidado de no lastimarla.
—¡Largo! ¡No te quiero ver!—
Gritó por enésima vez. Kent rodó los ojos y se fue nuevamente a la cocina.
—¡Conner! ¡¿Por qué te vas?!—
—¡Porque tú me corriste!—
—¡No seas sentido y vuelve! Quiero un abrazo de esos fuertes brazos que tienes.—
La chica se cruzó de brazos e hizo un puchero. Ese día estaba muy caprichosa y bipolar.
—¿Qué te sucede?—
—¡¿Qué me sucede?! ¿Qué te sucede a ti? Estás muy caprichoso.—
—Ajá, si claro.—
—¿Qué estás insinuando?—
Preguntó alterada la peli-negra. Conner no contestó. Sólo tomó asiento al lado de ella y la abrazó, como ella lo había pedido.
—Me salió una imperfección en el rostro.—
—¿Y eso qué?—
—¡Que me veo mal! ¿Ya no me amas? ¿Cierto?—
—Ya, ya...cielo, te amo así...te amo así, con todos tus defectos y...—
—¿Defectos? ¿Dijiste defectos? ¡¿Disculpa?! ¡Yo soy perfecta! ¡Largo de aquí!—
Conner se puso de pie y se fue nuevamente a la cocina. Empezaba a perder la paciencia con la joven. Ya no pensaba soportar ni uno más de sus caprichos, no pensaba ser más amable con ella. Debía ponerle un alto.
—¡Conner!—
—¡Es suficiente! No entiendo lo que te está pasando.—
—¡Tú nunca me entiendes!—
Gritó la chica mientras se cruzaba de brazos. El chico decidió ignorarla por completo.
Tim y Holly llegaron a la cocina. Al ver a Conner molesto y lejos de Adele, se preguntaron la razón del porque estaba peleando con la chica Wayne.
—Ella está rara...me ve y parecerme odiarme y amarme a la vez. Se comporta linda y luego...¡boom! Se transforma en Annabelle la muñeca diabólica. No sé que le pasa.—
Explicó el chico de acero. La rubia y Drake se miraron entre ellos, sonrieron. Sabían lo que estaba pasando.
—Adele está en sus días malos.—
Comentó la hija mayor de Oliver. Conner frunció el ceño. ¿Días malos? Necesitaba una explicación más clara que esa.
—O sea que, llego Andrés.—
—Sé más clara que eso Holly, porque parece que mi amigo sigue sin entender.—
—Llego la regla.—
Hablo de forma obvia la rubia.
—¡Ah!—
Era la primera vez que a Conner le tocaba vivir esa situación con Adele. Siempre coincidía que ella estaba en su casa o lejos de Kon, cuando tenía esos días malos.
—Entonces...¿qué se supone que debo hacer?—
Preguntó Kent.
—Consiéntela mucho...ignora sus caprichos y repentinos cambios de humor.—
Aconsejó Tim, pues el tenía experiencia con su novia.
—Dale chocolates, dulces, pastel, tazas de té y llévale una manta.—
—Vean películas o series.—
—De acuerdo...creo que eso significa que...haré exactamente lo que ella me diga.—
Concluyó el kryptoniano. Sus amigos asintieron. Soltó un suspiro y fue a buscar un montón de dulces para dárselos a su novia, para consentirla y ayudarla con sus días.
Adele estaba en su habitación, sentada en la cama mientras miraba la televisión.
—Cielo, traje algo para ti.—
La chica volteó a verlo. Sus ojos brillaron en cuanto vió la bolsa llena de sus dulces favoritos. Saltó a los brazos del muchacho y le llenó la cara de besos.
—¡Dulces, yei! ¡Te amo!—
—Y son todos tuyos.—
De inmediato, la joven empezó a llenar su boca de chocolates. Conner sólo la miró sonriendo.
—Mmm, sabe tan bien...en otro momento te invitaría, pero hoy no me siento tan bien como para compartir mi comida.—
Exclamó la chica con los chocolates en la boca. Se sentó en el borde de la cama y buscó en la bolsa más que comer; su novio soltó un suspiro y se sentó a su lado, acarició su cabeza con ternura.
Empezaron a hablar de cosas sin sentido. Adele ya se sentía mucho mejor, su bipolaridad de días malos había bajado bastante de nivel. ¡Uff! Suerte para Conner.
—¿Y porque la luna no puede ser de queso?—
Preguntó la chica. Conner soltó una risa. Ella empezó a decir y preguntar tonterías para reírse un poco junto a su novio.
—Uhm...porque tú te la comerías.—
—¡Es verdad! Pero...¿y qué me dices de las casas? ¿No las pudieron hacer de chocolate?—
—También te las comerías...y más en estos días.—
Ella sonrió.
—Imagina...¡sólo imagina! Sí llovieran caramelos... o sí las nubes fueran de algodón de azúcar...¡sería muy feliz!—
Conner soltó otra risa. Ella lo decía como sí en verdad fuera una posibilidad. Y así, siguieron riendo y haciendo bromas. Hasta que dejaron de reírse y sólo se miraban fijamente.
—¿Qué tanto me ves? ¿Eh?...Ya sé que soy hermosa.—
—No tienes idea de lo mucho que me gusta tenerte a mi lado...eres lo mejor que me pudo pasar.—
Ella sonrió. Se acercó un poco más al de ojos azules.
—Tú eres lo mejor que me pudo pasar.—
Exclamó ella mirándolo a los ojos. Ambos sonreían. Eso era lo único que ambos necesitaban. Estar el uno cerca del otro.
—Y bueno...¿qué me dices de una pizza? Muero de hambre...creo que quedó de la de ayer.—
Exclamó la chica. Él sonrió y asintió. Se puso de pie de un salto.
—Espero que Wally no se la haya comido...vuelvo en un momento.—
Le dió un corto beso en los labios y corrió velozmente hacia la cocina. Afortunadamente encontró la pizza, de lo contrario, Adele habría ahorcado al pelirrojo.
"Keep on whispering in my ear . Tell me all the things that I wanna hear, 'Cause it's true, that's what I like about you.".
Cantaba alegremente. Conner regresó, se quedó recargado en el marco de la puerta; sólo la miraba con una sonrisa en los labios. Amaba verla tan feliz y alegre. Hubo un momento en que ella se subió al cama y ahí bailaba y cantaba. Lo miraba a él.
"What I like about you, you really know how to dance. When you go up, down, jump around. Think about true romance, yeah..."
Adele se bajó y tomó a su novio de las manos para hacerlo bailar un poco. Muy difícilmente logró sacarle unos pasos. Pero ambos estaban contentos.
—Uh...pizza, pizza.—
Exclamó la peli-negra al notarla. No tardó en devorarse una rebanada. Dijo algo que él no pudo entender, porque aún traía un poca de comida en la boca.
—¿Qué dices?—
Preguntó Conner entre risas. El aspecto de la chica Wayne era realmente gracioso. Se veía tan hermosa para él así.
—Digo que, sí por mí fuera, comería pizza todos los días que me quedan de existencia.—
Exclamó ella, una vez que terminó de tragar la comida.
—Eres una novia glotona.—
Comentó el de ojos azules.
—¿Glotona yo? ¡Por favor Kon! ¿Acaso no te has visto comer? Pareces un animal.—
—¿Un animal?—
Él se acercó a su novia con una sonrisa divertida.
—Si...comes como una bestia.—
La tomó de la cintura y la apegó hacia él.
—¿Qué yo como, cómo un animal? ¿Cómo que animal?—
Junto su frente con la de ella. Adele sonreía mostrando sus dientes.
—Comes como un puerquito.—
Ambos soltaron una risa. La chica unió sus labios con los de su novio en un dulce beso. Colocó sus manos en el cuello de él.
Después de una sesión de besos, ambos se sentaron a comer la pizza.
—No puedo creer que tenga una novia con la capacidad de devorarse una pizza entera.—
Comentó el chico. Adele soltó una risa.
—Déjame en paz.—
—Llevas más rebanadas que yo.—
Ambos soltaron una risa.
—¿Y? Aún tengo hambre.—

The Life of a Wayne Girl.Where stories live. Discover now