Viejos enemigos.

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—¡Mira a quién he traído!—
Chilló la rubia alzando en sus brazos a la pequeña hija de Roy y mejor amiga de Hailee Todd.
—¡Hey, pero sí es la pequeña Harper!—
Adele le dió un beso en la mejilla y le sonrió.
Más tarde, Hailee llegó a la mansión junto a sus padres y a ambas las dejaron a cargo de ese par de diablillas.
—Es cómo sí ambas supieran que sus llantos nos estresan.—
Murmuró Adele mirando con aburrimiento a las menores que no paraban de llorar por querer la misma muñeca. La rubia se acercó a ellas y les quitó la muñeca.
—¡No! No es para ninguna.—
—¡No!—
Chilló Hailee tratando de quitarle la muñeca a Holly.
—¡Ah!—
Lian también se abalanzó hacia su tía para quitarle la muñeca, pero ella se puso de pie y aventó la muñeca a otro lado de la habitación.
—¡Bien! ¡Tengo una idea genial!—
Exclamó Adele poniéndose de pie con mucha emoción.
—¿Ah si? ¿Qué planeas murciélago?—
—Algo genial flechita.—
Se lo contó al oído y ella asintió emocionada. Era una gran idea para acabar con el aburrimiento. Además, había una deliciosa apuesta de por medio. Prepararon todo para la idea y luego fueron por la menores que las veían con mucha curiosidad.
—¿Estamos listas?—
—¡Listas!—
Adele puso a Hailee en su posición y Holly a Lian en la suya. Ambas sonrieron.
—Bien, Hailee, confío en ti...en tus manos esta que el pastel de queso de la pastelería más cara de la ciudad sea mío...es decir, nuestro.—
Le dió un beso en la cabeza a la bebé de un año y tres meses.
—Lian, no te quiero presionar, pero...¡tienes que ganar! ¡El pastel de queso de la pastelería más cara de la ciudad debe ser mío!...quise decir, nuestro.—
Le dió una palmadita en el hombro y se alejó de ella.
—Bien...¡en sus marcas!...¿listos? ¡Fuera!—
Exclamaron las amigas con alegría, pero las bebés no gatearon, se quedaron en su lugar viéndolas con confusión.
—¡Muévete, Lian! Y recuerda...¡sin presiones!—
—¡Vamos, Hailee!—
Trataron de animarlas, pero ninguna de las niñas quiso moverse de su lugar. La pequeña Todd se quedó mirando sus pies y la pequeña Harper se tiró en el piso boca arriba.
—¡Lian! ¡Vamos a perder!—
—¡Hailee, muévete!...te daré un trozo considerable del pastel, sí te mueves.—
La bebé de mechón blanco soltó una risita y aplaudió, y fue así cómo empezó a gatear hacia la meta.
—¡Lian, nos están pateando el trasero! ¡Muévete! Y recuerda, ¡sin presiones!—
La menor gruñó y empezó a moverse. Por fin las dos gateaban y el par de amigas se emocionaba por saber quién sería la ganadora.
—¡Vamos Hailee! ¡Tú puedes!—
—¡Ya casi ganamos, Lian! ¡Sin presiones!—
Las bebés reían y continuaban con su camino, hasta que...
—¡¿Qué demonios está pasando aquí?!—
Adele y Holly voltearon a ver a los dos hombres que acababan de llegar, se miraron entre ellas y luego los vieron con una sonrisa nerviosa. Incluso Hailee y Lian habían detenido la carrera.
—¿Están haciendo lo que pienso que están haciendo?—
Preguntó el pelirrojo con curiosidad.
—Uhm...b-bueno...—
—¡¿Cómo se atreven?!—
Cuestionó indignado Jason, llevándose una mano en el pecho.
—Este...—
—¡¿Están haciendo una carrera de bebés sin nosotros?!—
Exclamaron los dos amigos.
—S-si.—
Respondieron las chicas.
—¿Qué apostaron?—
Le preguntó Todd a su hermana.
—Un pastel de queso de la pastelería más cara de la ciudad.—
—¡¿Y qué estamos esperando?!—
Hailee y Lian rieron y siguieron gateando. La pequeña Harper llevaba la delantera, Jason animaba a su hija diciéndole cosas lindas. Adele también trataba de animarla. La bebé del mechón blanco se detuvo y luego rió, se puso de pie y corrió hasta su papá.
—¡Yei! ¡Ganamos!—
Celebró Adele alzando los brazos.
—¿Hailee sabía caminar?—
—Uhm...no.—
Dijo Jason tomando a su hija en brazos, le dió un beso en la mejilla y la felicitó.
—Pero...—
—Cuándo vió a su papá, corrió a él.—
Comentó Jason mirando a su hija.
—El pastel, Holly.—
Canturreó Adele con diversión.










Tiempo después...

Ya habían pasado unos cuantos meses después de la carrera de bebés. La despedida de soltera de Annie, había sido toda una locura. Y la boda, había sido maravillosa.
Y bueno después de todo eso, las cosas iban bien, extrañamente Gotham estaba más tranquila y en la familia todo marchaba excelente.
—Yo sólo digo que sí alguien se tomó la molestia de inventar las gomitas en forma de ositos, alguien debería tomarse la molestia de comérselas.—
Exclamó Adele metiéndose un puñado de las gomitas a la boca. Dick le había traído una bolsa enorme, pues lo había prometido sí conseguía que nuevos empresarios invirtieran en un proyecto de Wayne Enterprise. ¡Y vaya que fue una buena motivación!
—Richard, ¿tenías que hacerlo?—
Preguntó Bruce mirando con desaprobación a su hijo mayor, el cual alzó los hombros con inocencia.
—Sólo espero que no se vuelva loca.—
Murmuró Selina sentándose en el sofá de la sala, a un lado de su esposo.
—¿Me das una?—
—¡En tus sueños, Drake!—
Adele huyó con su bolsa de gomitas en forma de ositos a su habitación. Al llegar, se tumbó en la cama y prendió la televisión para ver una buena serie o película.
—¡Oh! ¡Esa es buena!—
Chilló emocionada al ver una película de terror. Se acomodó y su teléfono recibió un mensaje de Holly.

The Life of a Wayne Girl.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant