Es...

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—Uff, estoy lista —
Murmuró Adele cerrando los ojos, ante la sensación del gel frío. Había llegado la hora de saber sí tendría un niño o una niña y eso la ponía de nervios. La verdad es que moría de ganas de salir corriendo a comprar las cosas para su bebé y decorar su habitación. El médico sonrió.
—Bien... ¿listos? —
—Si —
Respondieron los dos, la chica apretó la mano de su esposo y él acarició su mejilla. El médico abrió la boca para decir que sería, pero entonces, ella chilló frustrada.
—¡Aún no quiero saber! —
Conner la vió confundido. Se suponía que habían acordado ir a la consulta, para saber que sería y así ir a comprar a sus cosas.
—Cielo, dijiste que... —
—Un segundo... si estoy lista... sólo dígalo —
Soltó un suspiro y se preparó para recibir la noticia de su vida.
—Felicidades, señores Kent, tendrán... —
—¿Señores? Aún soy muy joven —
Susurró indignada la azabache, mirando a su amado con una mueca de desagrado.
—Cariño... —
—Es decir... mi rostro no parece el de una señora y pienso que... —
—Creo que estás haciendo esto de emoción —
—Está bien... dígalo ahora, ya estoy lista —
Volvió a apretar la mano de su esposo y soltó un suspiro.
—Felicidades... tendrán... —
—¡Un segundo! Lamento interrumpirlo, pero... tengo hambre y... —
—Adele —
Dijo entre dientes, Conner, que ya se estaba enfadando de la situación. Sabía que Adele, sólo lo estaba haciendo de emoción, porque ella era así. Parecía la hermana de sangre -y no adoptiva- de Dick.
—Bien... —
—De acuerdo... felicidades... serán padres de un niño —
Los dos se miraron directo a los ojos, con un brillo de felicidad y una enorme sonrisa plasmada en el rostro. Agradecieron el informe y pidieron quedarse a solas. Un niño. Un niño. Oh no, ese niño sería el príncipe de mamá. Porque si, Adele celaría a ese niño y no permitiría que ninguna niña se lo quitara.
—Tendremos un niño, Conner... ¡un niño! —
—Lo sé amor, sólo espero que no quieras arrancarle la cabeza a ninguna niña —
—Ya veremos... es probable que mamá tenga que activar el modo celos —
Murmuró con molestia, de sólo imaginar que una niña se quisiera acercar a su pequeño. Conner río por ese comentario, besó su frente y le susurró al pequeño, cosas dulces.
Minutos después, ambos salieron del consultorio para comprar las cosas del bebé. Era lo que tanto ansiaba Adele.
—Me gusta ese, ¿tú que opinas? Es lindo, ¿no? —
Exclamó emocionada la azabache, señalando una cuna color azul marino con blanco, con cajones a los costados. El chico asintió igual de emocionado. Siguieron buscando por más tiendas. Y siendo Adele Wayne, por supuesto que no se limitó a comprar cosas para su hijo, pues pensaba que él merecía lo mejor.
Compraron montones de ropa, el conjunto favorito de ella, fue un mameluco color gris de conejo. De hecho, compró una zanahoria de peluche porque le pareció que combinaba a la perfección con el traje que le gustó.




—¡Mira este! ¡Es perfecto para el invierno! ¡Y este para el verano! ¡Y este para salir de paseo! —
Exclamaba muy emocionada, él la miraba con una enorme sonrisa. Verla feliz por el hijo que tendrían, lo ponía aún más feliz, siempre amo verla emocionada por algo y escucharla hablar, así fuesen horas y horas. Jamás se aburriría de ella, era su todo y ese bebé, era la razón para salir a luchar contra los tipos malos y hacer un mundo mejor. Conservando su sonrisa, se acercó a ella y acarició su mejilla.
—Te amo, ¿lo sabías? —
La chica dejó de hablar, sonrió y agachó la cabeza con un leve sonrojo, si, a pesar de todo, ella seguía haciendo esa misma expresión cuando él la elogiaba.
—Me lo has dicho... —
Susurró levantando la cabeza.
—Jamás me cansaré de decirlo... te amo y te agradezco por darme el mejor regalo de todos... nuestro hijo —
Le dió un corto y dulce beso en los labios, que la hizo suspirar.
—Yo también te amo... y estoy feliz de que seas el padre de mi hijo —
Puso ambas manos en su pecho y no dejó de sonreírle. Se miraban de forma boba, o bueno, tal vez así lo miraría el resto.
El teléfono de Adele, interrumpió su momento. Miró la pantalla y notó que era una llamada de Leyla, rápidamente respondió.
—Hola, Leyla, ¿qué sucede? —
—Hola, Adele... uhm, yo... creo que querrás venir al orfanato —
—¿Por qué? ¿Sucedió algo malo? —
Cuestionó preocupada, a lo que la mujer del otro lado de la línea negó con la cabeza, a pesar de que no la pudiera ver.
—Hoy se llevarán a Elif, los trámites quedaron listos —
Explicó con un poco de tristeza en su voz. La azabache tardó en reaccionar, pestañeó varias veces y se relamió los labios; soltó un suspiro y después de unos segundos, pudo responder:
—B-bien... y-yo... estaré ahí dentro de poco —
Finalizó la llamada y soltó un suspiro.
—Cielo, ¿está todo en orden? —
Ella lo miró y le contó todo. Desde como salvó su vida, hasta como logró encariñarse con esa dulce niña -porque no, no le había contado sobre ella-.
Fueron al orfanato, para que Adele pudiese despedirse de la pequeña niña que había robado su corazón; pues según le había dicho Leyla, era probable que se la llevaran fuera de la ciudad.
Al llegar, la niña sonrió y corrió a abrazarla con fuerza.
—¡Adele! ¡Que bueno que estás aquí! ¡Mis nuevos papás vendrán por mi! —
Chilló emocionada.
—Me alegro tanto por ti, pequeña —
Le dijo revolviendo ligeramente su cabello castaño.
—Leyla me contó sobre tu bebé... ¿puedo? —
Preguntó tiernamente, señalando su estómago, a lo que la joven asintió. Acarició su estómago y sonrió ampliamente.
—Dime... ¿cómo son tus padres? —
—Son muy lindos... mi nueva mamá ya me compró muchos vestidos y mi nuevo papá ya decoró mi habitación —
Respondió aún sobando su estómago, pues le causaba mucha curiosidad y alegría.
—Me alegra que sea así, se ve que te aman y tú a ellos, ¿cierto? —
—Cierto... ¿él es el papá de tu bebé? —
Señaló a Conner, que estaba detrás de Adele.
—Así es... —
—¡Hola, yo soy Elif! —
Saludó de forma alegre, mientras movía la mano derecha de un lado a otro, acción que imitó el chico de acero.
—Hola, yo soy Conner —
Se presentó sonriendo.
—Es muy guapo y tu muy bonita... tu bebé será hermoso —
Le dijo en un susurro a la azabache.
—Por supuesto que si —
Rió y acarició su mejilla. Dolía despedirse de ella, pero tenía que hacerlo. Sabía con certeza que sus nuevos padres eran buenas personas, que la amaban demasiado y viceversa. Y por eso se quedaba tranquila, le darían la familia que merecía.
—Adele... promete que no te olvidarás de mi —
Pidió con inocencia.
—Lo prometo, Elif —
—Y yo prometo no olvidarme de ti —
Sonrieron y después de unos minutos más, llegó la hora de que la pequeña se fuera a casa con sus nuevos padres. Se dieron un fuerte abrazo y se dijeron un "hasta pronto".
—Te encariñaste con ella, ¿cierto? —
Le preguntó Conner, mientras tomaba su mano y la acariciaba. Caminaban hacia el auto, para volver a casa.
—Así es... —
Susurró con los ojos llenos de lágrimas.
Durante el camino se quedaron en silencio y al llegar a su casa, Adele fue a la habitación que sería de su hijo y miró todas las cosas que le habían comprado. Se sentó en el suelo y acarició su estómago un poco hinchado, le prometió a su bebé que trataría de ser la mejor madre del mundo y que sin importar lo que sucediese, lo amaría y apoyaría incondicionalmente.
Conner entró también a la habitación y al verla, supo que estaba triste. Se sentó a su lado y permaneció en silencio durante un momento. En su relación, no eran necesarias las palabras, para darse la ayuda y calma que necesitaban. Tomó su mano, la besó dulcemente y la hizo voltear a verlo.
—Sí tú hubieses querido... pudimos haberle dado una familia —
Habló, refiriéndose a Elif.
—N-ni siquiera sabía sí t-tú querrías eso, porque... porque... yo no estaba lista —
Empezó a explicar, con la mirada hacia abajo.
—¿A qué te refieres con eso? —
—La conocí hace tiempo y le tomé cariño muy rápido, quise darle un hogar y no te pedí que fueses su padre, porque no quería hacerte sentir presionado o algo parecido... —
Se relamió los labios y tomó una gran bocanada de aire.
—... después, pasó lo de Thalia y esas cosas... ¿cómo podía ser la madre de un niño, sí todo mi ser se encontraba perdido? ¿Acaso un niño no merece tener todo lo mejor? —
Lo miró con los ojos cristalizados.
—Amor... —
—Y cuando me enteré de él, tuve miedo... tuve miedo y agradecí que tú y el resto de mi familia no me hubiesen abandonado, cuando pasó... eso... de lo contrario, ¿cómo pudiese abrazar a mi hijo, con las manos manchadas de sangre? Eso no es lo que una buena madre querría, ¿cierto? —
Conner se acercó a ella y besó sus labios con dulzura, trató de transmitirle toda la calma que necesitaba, acarició sus mejillas y no se separó de ella, hasta que el aire hizo falta.
—No pienses más en eso... no te tortures con las cosas del pasado... piensa en él y en todo el amor que le daremos... sólo en eso, no mires atrás —
Depositó un beso en su frente. Conner conocía muy bien a su esposa, había visto cada una de sus facetas. Había visto su lado divertido y travieso, su lado romántico y protector... la había visto vulnerable. Y estaba enamorado de cada una de sus facetas, no decía que había algo que no le gustase, no decía que le gustaría cambiar algo de ella... la amaba tal cual era y por nada del mundo la cambiaría.





Y bien...

¡Es un niño!

Así es, tendrán a un pequeño bebé... ¿con poderes? Uhm, ya lo veremos después 🧐

Sin embargo... no es el único hijo que tendrán... 🙊

Ya después se verá más sobre ellos y la familia que están formando.

Y bueno, en este cap también se pudo ver una despedida y un poco del lado sensible de Adele y de su preocupación por no ser la madre que su hijo merece.

¿Tienen teorías de lo que pasará después?

Sé que algunos coincidieron con que querían que fuesen mellizos o que tuviesen una niña, pero como ya dije, aún habrá más por contar.


Bueno, ya no digo más y ¡les deseo que tengan un excelente día/tarde/noche!

💕

The Life of a Wayne Girl.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz