Lejos de casa...

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—Lamento no haber llegado antes —
Dijo John, mientras le sonreía al pequeño que tenía entre sus brazos. Eddy llevaba unos días de nacido y era un bebé muy dormilón; no molestaba para nada a sus padres, durante las noches que no podía dormir, solía mirar a su alrededor con suma atención. Ese acto, le parecía a Adele que su hijo sería un niño muy listo.
—No te preocupes —
Le respondió Conner, con una amplia sonrisa.
—Pasaron un par de situaciones en casa... los niños... ya lo comprenderás —
—Si, hasta ahora ha estado tranquilo —
—Se parece a ti —
Comentó mirando al joven, al mismo tiempo que se lo regresaba con mucho cuidado.
—Eso lo hace ser muy lindo —
Mencionó Adele codeando a su esposo con un tono coqueto, él agachó la cabeza y se ruborizó un poco.
—Uhm... John, con tu experiencia siendo padre... ¿cómo podemos saber si él tendrá... poderes? —
Cuestionó Conner con una ligera preocupación.
—Bueno... deben esperar a que crezca... no sabemos con certeza si tendrá poderes, cuando los desarrollará o con que intensidad serán... y no creo que quieran someterlo a pruebas —
De inmediato ambos negaron ante lo último. Esa respuesta los hacia ponerse algo nerviosos, porque en cualquier momento podría pasar... ¿y si él se asustaba y no estaban para calmarlo? No querían verlo sufrir de ningún modo y era demasiado frustrante no saber como lo podían ayudar, pues eran nuevos en esa clase de cosas.
Por la tarde, fueron junto a John a la casa de Clark y Lois. Habría una comida familiar, en la que los Wayne también estaban presentes. La casa se llenó de alegría y risas, más por parte de los niños, que eran felices jugando.
—¡Eddy! —
Chilló Max corriendo a ver a su primo favorito; Dick le había explicado que él era muy pequeño, que por lo pronto no podría jugar y que por sobre todo, debía ser muy cuidadoso estando a su lado.
Besó con dulzura la frente del bebé y después, salió corriendo con el resto de niños que había.
—¿Sabes? Lo quiere mucho, lo ve como si fuese su hermano menor —
Dijo Dick sonriendo.
—¿En verdad? Eso me alegra mucho —
Respondió Adele con emoción.
—Si, pide verlo con frecuencia y tiene una lista enorme de regalos que quiere darle en Navidad —
Ambos rieron por eso. Les parecía muy tierno esa clase de afecto del pequeño Grayson hacia el pequeño Kent.









—No quiero dejar a mi hijo en una guardería, tampoco quiero contratar a una niñera, porque no sabemos que clase de persona malévola pueda ser y tampoco quiero molestar a nadie de la familia —
Adele frunció el ceño y soltó un suspiro. Su hijo era su mayor tesoro y por lo tanto, quería dejarlo en buenas manos, mientras iba a trabajar.
—Bueno... tenemos la opción de turnarnos —
—Si, esa es una excelente idea —
Se sentó en la cama a su lado y besó sus labios.
—Bien, en ese caso... estamos listos para empezar la siguiente semana —
Asintieron y apagaron las luces para dormir.
La primera semana reiniciando su rutina con un pequeño bebé, fue... casi todo un éxito. Casi, porque fue difícil para Conner, encargarse de alimentarlo. Y porque fue difícil para Adele, llegar cansada del trabajo y sobrevivir por no dormir lo suficiente. Las palabras de Jason, un mes antes de que Eddy naciera, fueron: "nunca duermes, siendo padre". Y vaya que tenía razón, porque a pesar de que el pequeño no diera problemas, siempre debían mantenerse atentos.
Los meses pasaron muy rápido, seis meses habían pasado desde su nacimiento y cada vez más, se parecía a Conner. Sus lindos ojos azules, emanaban un brillo muy hermoso; su cabello negro oscuro, era muy suave y sus sonrisas, eran el motivo de vivir de sus padres. A veces hacia unas muecas, que eran graciosas y algo parecidas a las de su mamá; no le gustaba quedarse solo, lloraba cuando eso pasaba. Krypto lo cuidaba mucho, siempre iba a donde él, y Eddy era muy feliz estando cerca del can, reía mucho cuando estaba cerca.
—Bien, mientras él duerme, tú lo cuidas amigo, ¿hecho? —
Miró a la mascota, que rápidamente se puso al lado de la cuna. Adele sonrió por eso y bajó las escaleras, para preparar la cena.
Llevaba unos cuantos minutos cocinando, cuando a través del monitor escuchó las risas de su hijo. Supuso que había despertado y que el can lo hacia reír. Sonrió, pues amaba escuchar eso de su hijo. Dejó lo que estaba haciendo, para ir por él. Se lavó las manos y salió de la cocina, fue a la habitación que tenía la puerta pintada de color blanco con una estampa de oso. Iba a abrirla, cuando sintió que alguien cubrió su boca y nariz, con un líquido que sabía la dejaría inconsciente. Forcejó y logró liberarse, no pudo ver quien la atacaba, pues esa persona vestía totalmente de negro y se cubría con una máscara.
—¡¿Qué diablos quieres?! —
Chilló, lanzando un golpe directo a su rostro. El atacante no respondió y decidió ser menos blando, le clavó el filo de una daga en su estómago y a pesar de eso, ella siguió luchando; sabía que su hijo estaba en peligro y debía dar todo por verlo a salvo. Dió un golpe en el abdomen de la persona y corrió para abrir la puerta de la habitación, al hacerlo, notó que Eddy no estaba en la cuna y el can, estaba con una expresión desanimada y cerca, había un trozo de kryptonita.
Se quedó pasmada por unos segundos, sus ojos se llenaron de lágrimas y no tuvo tiempo de reaccionar cuando le inyectaron un líquido que la adormeció al instante.

Tiempo más tarde, despertó en su habitación. Se levantó de golpe y soltó un quejido al sentir un dolor en el abdomen. Levantó su blusa y notó que la herida ya había sido tratada, al escuchar la puerta abrirse, sus sentidos se pusieron en alerta. Soltó un suspiro de alivio al ver que era Conner, quien entraba.
—Cielo, ¿cómo te encuentras? —
Le cuestionó preocupado, a la vez que se sentaba a su lado.
—Bien... ¿dónde está mi hijo? —
El chico bajó la cabeza y eso la asustó.
—No lo sé... simplemente... llegué antes de lo habitual y te encontré en el suelo, Eddy no estaba y de inmediato empecé a buscarlo... ¿puedes contarme lo qué pasó? —
Acarició su mano y la vió con los ojos cristalizados. Adele empezó a explicarle lo que había sucedido y le era difícil, pues cada vez más sentía que la voz se le quebraba. Al terminar, soltó un sollozo y cubrió su boca con ambas manos.
—L-lo s-siento... —
Murmuró escondiendo su rostro en su pecho. Se sentía culpable por no haber hecho algo, porque no notó que alguien había entrado a su hogar y que había sido demasiado débil para poder proteger a su hijo.
—Está bien, cielo, no te preocupes... lo vamos a encontrar —
La abrazó con fuerza y besó su cabeza con amor. Le pidió que descansara un poco, pero ella se negó y juntos, bajaron a la primer planta para empezar a buscar a su hijo, con ayuda de su familia.
—Cariño, deberías descansar —
Dijo Selina, acercándose para abrazarla.
—Tu madre tiene razón, vamos, no te preocupes, Eddy estará bien —
Insistió Lois.
—Estoy bien, descansaré hasta que aparezca y pueda tenerlo entre mis brazos —
Respondió limpiándose las lágrimas y tratando de mantener la cabeza fría, para no cometer una tontería.
—De todas las personas que quisieran alejarlos de Eddy, creo que Lucy es la primera opción para empezar a buscarlo —
Comentó John, a lo que el resto asintió.




Mientras tanto, en otra parte de Metrópolis...
—Por fin puedo conocerte... es un placer Eddy, yo soy el abuelo Lex —
Tomó la mano del bebé, que miraba con temor aquel lugar desconocido.





Y bien, ya veremos cuáles son los planes malévolos de Lex...
¿Creen que sea muy malo con su nieto? 🤔

The Life of a Wayne Girl.Where stories live. Discover now