Temporada 3. Capítulo 55: Los recovecos de Obelia.

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El día estaba nublado, con amenazantes nubes grises arrastradas desde las montañas cubriendo el cielo, pero no había lluvia. Al viejo mayordomo que estaba en la esquina, le pareció que la lluvia hubiese sido más tranquilizadora para él. La lluvia hubiese cegado sus sentidos, no le hubiese dejado ver bien y también hubiese entorpecido su oído. Pero en vez de ello estaba nublado, oscuro y frío, todo causaba una inusitada quietud que le mantenía alerta.

Otro segundo de espera.

El sirviente siguió mirando a través de la oscura calle, era apenas mediodía, pero parecía que ya anochecía, los anuncios de mal tiempo habían enviado a todos a casa y allí estaba él, a la espera.

Finalmente, una gota cayó sobre la grava de la calle e interrumpió la sensación de ingravidez que le causaba la expectativa de encontrarse con una figura tan eminente... o tan atroz. Tomó el paraguas y lo desplegó, asegurándose de que el seguro quedara en su lugar al elevarlo sobre su cabeza.

Estaba allí para cuando levantó la vista, al otro lado de la calle, como un fantasma blanco y elegante, una visión más que una persona. En su estupor, pasó un par de segundos en blanco, mirándole. Cuando recuperó control de su cuerpo se apresuró a cruzar la calle y extender el paraguas sobre el hombre.

—Mi señor, Su Majestad el autentico Emperador de Obelia— el sirviente se inclinó entre la lluvia, el fino traje empapándosele para favorecer el del hombre frente a él—. Mi amo estará muy complacido de recibirlo en su casa.

Anastasio sonrió, tomó el paraguas y descartó el halago con un gesto fanfarrón.

—Es divertido que lo digas así—él medio rió—, "tu amo" no tenía más opción que recibirme en su casa.

El mayordomo sabía que no podía replicar a favor de su amo, si lo hacía corría el riesgo de perder la cabeza... o algo más importante. Él conocía las cosas que aquel hombre le había hecho a Lady Luciel Alfierce cuando descubrió que mantenía un romance con el actual Emperador, le había hechizado el alma y sólo un poderoso talismán de protección como la Princesa Heredera pudo traerla de vuelta.

Un mayordomo como él, apenas el hijo menor de un Sir, no tendría tal suerte.

Además, si hacía mal su trabajo no sólo estaba a expensas de ser dañado por el antiguo Emperador, también tenía órdenes de su amo. Entre Anastasio y su amo, él no sabía a quién le guardaba más temor.

La familia de su amo había hecho cosas mucho más oscuras de lo que había hecho el Emperador derrocado.

Tragó grueso y asintió, dejar esperando al Emperador, o a su amo, tampoco era una buena idea. Así que se apresuró a atenderle:—Por aquí, Su Majestad—señaló.

Las dos figuras desaparecieron a través de la lluvia.

Mientras tanto, en el Palacio Esmeralda, Jennette mirada de forma distraída la lluvia a través de la ventana. Ella suspiró y luego miró su mano, limpia y blanca como siempre. Meses atrás, antes de que su hermana mayor cumpliera once años, ella se había hecho daño buscando protegerla.

 Meses atrás, antes de que su hermana mayor cumpliera once años, ella se había hecho daño buscando protegerla

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¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Where stories live. Discover now