Capítulo 7: ¡Mañana lloverá granizo!

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Su plan era aburrido.

Después ser aceptada como princesa, Tatiana pasó tres días enteros con la compañía de Sir Arthur y Lord Condwall. Tomaron al té, la ayudaron a adaptarse y, con paciencia, le explicaron qué sería propio hacer y que no.

Para su lamento, al cuarto día les tocó despedirse. Tatiana lloró sinceramente por Sir Arthur y tubo que fingir una que otra lágrima para Lord Condwall.

Sir Arthur sólo le dijo: —Esperare verle de nuevo, damita— y dejó en Taña un profundo vacio.

No sabía por qué, pero aquel joven hombre se había ganado un espacio en su corazón con demasiada facilidad.

Muy rápido le dieron habitaciones dentro del olvidado Palacio Esmeralda, le asignaron profesores y le dieron ropa nueva. También le hicieron plasmar sus dedos en una partida de nacimiento y un decreto Imperial en donde era bautizada como princesa. Pero, del resto, sus días empezaron a ser demasiado aburridos.

Veía clases, paseaba por los jardines, charlaba con su nana. Pero nada era muy entretenido, haber sido una campesina ponía la vida cómoda y sedentaria de un Princesa en una posición muy aburrida, porque no pasaba gran cosa en el palacio.

Claude no la visitaba, y ella no lo visita a él.

Todo era muy reciente, no quería tentar su sensible suerte haciendo irritar al único que tenía carta blanca sobre su cabeza.

Su plan en un principio fue visitar a Athanasia cuando ya la niña tuviera algo del lenguaje manejado, para revelarle todo lo que estaba por venir y lo mucho que debían cambiar la historia. Había decidido que no habría nada de sorpresas para Athanasia, Jennette podría ser su prima ¡Pero era su familia! Ninguna culpa tenía ella por ser hija de Anastasio ni por las situaciones de su muerte, lo que no supiera Claude, no lo dañaría.

Y luego esperarían a Lucas, con soborno de por medio él ayudaría con la magia de Athy, la maldición de Jennette y la de Claude. A su vez, Taña estaría para parar a Anastasio (nada de lazos ni broches de regalo por esos tiempos, no, señor) y hacer que Lucas lo neutralizara.

Después de eso sus hermanas podrían enamorarse y tener todas las batallas que quisieran por la atención de papá, Taña no podría pelear con ellas, no era lo suficientemente hábil como para fingir ser adorable.

Pero ahora, tenía-que-esperar.

¿Por qué no crecía más rápido? ¡Argh!

Entre su rutinario día a día, descubrió que podía entrar a las cocinas y hacer pastelería. En su anterior vida había sido una amante de los dulces y ahora tenía una cocina imperial para ella sola. Al principio fue extraño para el personal tener una Princesa en la cocina, pero su nana la apoyó en los trabajos más complicados y si le dijeron a Claude, no dijo nada.

Fue usual desde ese día verla llena de harina, cerca de un horno o empapada de algún mejunje dulzón.

—¡Es sorprendente que una niña tan pequeña tenga tanta precisión en la cocina!—exclamaron los cocineros.

Tatiana les tuvo que explica que ella era quien cocinaba en su antigua casa.

Así, Taña comenzó a hacer pasteles, dulces y aperitivos para la tarde. A Claude no le gustaban los dulces, era una pena, porque era lo único que preparaba, así que nunca le envió nada, de nuevo, al Emperador no le importó la lejanía de su hija.

Mejoró en sus clases, y descubrió que era buena en muchas cosas ahora que no tenía que hacer nada más que estudiar, el algebra avanzado empezó a ser sencillo, aprender otro idioma, también.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora