Capítulo 58: Cuando las flores hablan.

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Los pájaros volaron por encima de sus cabezas, planeando sobre las grandes hojas de los árboles. Ajeno al canto de los pájaros Lucas hizo que sus manos llevaran el pequeño cofre de una mano a otra, lo abrió, tocó el broche y luego chasqueó la lengua. Detrás de él, una hoja marchita se dejó caer hasta tocar el suelo del invernadero.

—Está limpio—dijo, en seco.

A Tatiana le desconcertó tal veredicto. Era obvio que las palabras de Lucas no eran una opinión que se pudiera desechar, pero todavía había un destello de duda en la expresión de la Princesa Heredera.

—¿Estás seguro? ¿Muy seguro?

Lucas le miró, entornado los ojos en un gesto de completo hastió.

—¿Alguna vez me equivoco?

Ught.

¿Cómo podría Lucas equivocarse cuando de magia se trataba?

A regañadientes Tatiana recibió el cofre de nuevo en sus manos.

—¿Pero por qué Anastasio enviaría algo sólo para amenazarme? ¿Cómo sabía que tendría que ser este broche? ¡Es absurdo! A menos que el también hubiera...

La posibilidad de que Anastasio también hubiera reencarnado fue tan aterradora para Tatiana que no pudo continuar.

Por su parte, Lucas volvió a chasquear la lengua y se encogió de hombros, extendiendo sus brazos sobre el espaldar de la silla de mimbre. Una suave brisa barrió las hojas caídas desde la entrada abierta del invernadero y movió sus cabellos mientras miraba hacia los paneles de cristal del techo.

Los mechones eran cortos y prolijos. Enmarcando su pálido rostro joven.

—¿Por qué debería saberlo yo?—él chistó. Tatiana intuyó que aún no se creía su explicación de los hechos. El día en que volvió a repetirle que ella había leído una novela en donde él era un personaje principal y cómo de forma inesperada había renacido dentro de la misma luego de morir, Lucas solo se había tronchado de la risa hasta quedarse sin aire.

La primera vez que lo mencionó, él lo ignoró. La segunda, se rió.

Ahora que volvía a tocar el tema, él se lo estaba tomando con la misma seriedad de antes.

—En verdad no me crees— Tatiana suspiró, el broche en sus manos arrancó un haz de luz de la ventana y ella suspiró. Todo el contexto alrededor de él no dejaba que pudiera disfrutar su belleza ni por un instante.

—Sé que renaciste. Pero... ¿una novela de romance? Debiste golpearte fuerte en tu cuna— Lucas se cruzó de brazos y bamboleó sus dedos sobre el espaldar de la silla. Su molestia se veía a kilómetros de distancia—. Yo, un personaje de una novela. Jodido chistecito.

Cansada de tratar con la incredulidad de Lucas Tatiana suspiró, cerró el guarda alhajas y lo puso a su lado en su propia silla de mimbre. Entre Lucas y ella había una mesa de cristal y sobre ella tres joyas de colores.

—Muy bien, no me creas por ahora. Tu cabeza es muy pequeña para admitir lo grande que es nuestro universo a comparación tu llana existencia.

Lucas bufó de nuevo una palabra mal sonante antes de enderezarse para hacerle frente. Y como venía siendo usual por esos tiempos, a su enojo le siguió una cargada atmosfera de opresión.

—Oye, pequeña mocosa. Escúchame muy bien, no me creo tu estúpida broma de la jodida novela para niñitas hormonales. Pero no significa que el gusano de Aetheritas no sea real, ese jodido broche pudo estar envenenado aun si no se viera como tú crees que debe verse un asqueroso broche sospechoso.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Where stories live. Discover now