Capítulo 8: El chocolate de Anatolia ablanda el corazón.

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Desde aquella tarde con Claude Taña preparaba cualquier platillo que le agradara al Emperador y comía junto a él luego de sus lecciones. No era nada parecido a lo que Athy y él habían tenido... o tendrían, pero era un buen comienzo. Él preguntaba cualquier cosa sobre su día y Tatiana no dejaba que se quedara sin respuesta. De alguna forma, parecía que no le desagradaba del todo pasar tiempo con ella.

En su mente, pensó que tal vez la opción de agradarle porque no le recordaba a nadie de su pasado había sido la acertada. Por supuesto, "agradar" en el diccionario de Claude era algo más acercado a "soportar".

Fue así que después de dos semanas desde que Claude "soportara" su presencia todas las tardes asistió a las cocinas y no le dejaron entrar.

—El Emperador ya la espera en el comedor privado—le dijo un cocinero cuando le impidió el paso.

¿Ah? ¡Pero ese día haría tartaletas de queso! ¿Qué se supone que iban a comer?

Enfurruñada y dando traspiés, llegó hasta el comedor.

—¡Félix!—Taña hizo pucheros cuando el guapo caballero le abrió las puertas—, no me han dejado cocinar hoy. ¡¿Por qué?!

¡Lo hacía para relajarse! ¿Es que no entendían lo estresante que era aprender Atlante y Anatoliano al mismo tiempo? ¡Tenía seis años en ese cuerpesito! ¡Concentrarse era difícil aunque entendiera todo!

—Sé que nos sabrá disculpar, Princesa—se sonrió Félix, dejándole pasar. Dentro, Claude ya estaba sentado en la mesa y frente al puesto que Taña ocupaba normalmente, había una adorable caja de regalo.

—¿Su Majestad?—incapaz de entender que pasaba, Tatiana se acercó con pasos tentativos. ¿Estaba soñando, acaso? ¿Era todo aquello producto de una alucinación por estudiar tan duro?

Aburrido, Claude reposaba su mejilla contra su puño y con un gesto la invitó a sentarse. No parecía que aquello fuera algo especial para él, parecía más un gesto de protocolo del que estaba hastiado.

Protocolo, sólo protocolo.

Cuando estuvo en su asiento, Claude le acercó la cajita.

Cuando estuvo en su asiento, Claude le acercó la cajita

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—Por tu cumpleaños. Tardó mucho debido a que Félix se le ocurrió pedirlo desde Anatolia.

—¡Lo mejor para la mejor!—él caballero se sonrió. Claude le echó una de aquellas miradas que matarían a un ejército y él retrocedió.

Oh, Pobre Félix. Claude era muy duro con él.

—Bien, ¿qué esperas? ábrelo—le instó Claude.

Tatiana dudó, miró a Claude, que lucía molesto por su tardanza. Luego miró a Félix, él se mostraba sonriente y entusiasmado, él fingió abrir un regalo imaginario con sus manos para alentarla a hacer lo mismo con el suyo.

Bueno, si Félix lo pidió no podía ser algo malo, ¿cierto?

Deshizo el lazo azul y cuando apartó la tapa, los bordes cayeron y un chocolate con forma de corazón salió. Estaba decorado con cremas de colores, y decía: "Feliz cumpleaños, Princesa Imperial Tatiana".

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Where stories live. Discover now