Capítulo 61: ¿Qué es lo que siente la hermana de en medio?

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Para cuando Jennette se dio cuenta, ya había pasado su hora del desayuno y justo en aquellos momentos en los que caminaba de la mano de su nana, era una princesa realmente retrasada. Si debía echarle la culpa a algo era a haberse entretenido al observar a los distintos nobles que entraban y salían del palacio. Y es que, desde su balcón, los hermosos carruajes iluminados con lámparas parecían pequeñas luciérnagas titilantes.

La razón por la cual el palacio se había vuelto tan concurrido esos últimos días era por la misiva que había llegado de Anatolia. Jennette no estaba tan versada en aquellos temas como sus hermanas. Para ser honesta, a veces sentía que sus hermanas entendían cosas que a ella no terminaba de comprender del todo, pero si algo sabía es que Anatolia y Obelia no tenían buenas relaciones desde que su abuelo, el Emperador Ambrose, instaurara sanciones comerciales al reino vecino.

¡Lo había aprendido todo en clase de política!

Y gracias a esas clases entendía que, si Anatolia buscaba hacer un acuerdo comercial era una clara señal de estar dispuestos a dejar las diferencias de lado para establecer relaciones de fraternidad.

Como resultado, había un ejército de nobles aconsejando a su padre que venían de día y de noche.

Jennette, que había vivido encerrada toda su corta vida y había logrado salir muy pocas veces, se sentía fascinada de ver tantas personas visitar el palacio. Incluso, si entrecerraba los ojos, podía ver las siluetas de las personas al caminar de un lado a otro frente a la plaza del Palacio Granate.

Si hacia un esfuerzo, y usaba su imaginación, podía fingir que a las pequeñas figuras correteando por la plaza eran los hijos del Marques Elaine.

Le agradaban los hijos del Marques Elaine.

De hecho, eso fue lo que hizo hasta altas horas de la noche. Y ahora estaba allí, retrasada por una hora a sus lecciones.

"Mi hermana me va a regañar" se lamentó, mientras apretaba más los libros de historia a su pecho.

Parecía que Lady Marya pensaba lo mismo, porque sus cortas piernecillas estaban a punto de pasar de la caminata al trote mientras arrastraba a Jennette con ella.

—¡Ya llegamos!—declaró Lady Marya, apenas cruzaron la puerta de las aulas.

—Buenos días Lady Irwis, perdone el retraso—sin dejar que su instructora de historia dijera una sola palabra, Jennette se inclinó al saludar y pasó directo a su escritorio para extender todos sus libros. Lady Irwis ya era una mujer mayor, así que solo suspiro, riéndose un poco.

Su lección avanzó y cuando terminaron Lady Marya le sirvió un desayuno rápido. Mientras mordisqueaba sus tostadas con fresas, Jennette repaso de nuevo las partituras que llevaba con ella en los últimos días. Debían de quedar perfectas, se repetía a sí misma, porque eran para una persona especial.

Luego de eso, su clase de economía, seguida su clase de arte y al terminar fue libre por el resto de la mañana.

Fue muy obvio a donde iría una vez tuviera tiempo para entretenerse.

—¡Padre! ¡No es justo!

—Sí lo es.

—¡Respóndeme solo una pregunta! ¡Una simple!

—No.

Al caminar por el pasillo que se dirigía a las oficinas de su padre, Jennette pudo escuchar muy bien la voz de su hermana Taña elevarse, alterada por algo a lo que su padre no le daba importancia, porque cada exclamación era respondido por una tranquila voz llena de desinterés.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Where stories live. Discover now