Capítulo 57: Las intenciones de una dama.

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Oh.

¡¿Eso no era...?!

Fue un acto instantáneo el tomar a Athanasia y a Jennette para ponerlas tras ella, porque dentro de ese guarda alhajas estaba el mismo broche que recordaba haber leído hace mucho tiempo.

Años atrás, cuando su nombre y apariencia eran distintos.

Cuando se llamaba Sarah.

Un listón de raso azul rey, marco dorado como el de un atardecer y un zafiro similar al color de los ojos imperiales coronando la obra de una excepcional orfebrería.

El mismo listón... ese que había desatado tales desgracias una vida antes de esa.

Asteria no pareció sorprendida por la expresión de Tatiana.

—¿No le agrada, Su Alteza?—la voz suave y dulce de Lady Asteria le estremeció cada célula dentro de su ser, porque aquel rostro inocente estaba desprovisto de cualquier emoción sincera.

¿Cómo podría? ¡¿Cómo...?!

Los pensamientos en su cabeza corrían uno detrás de otro, confusos y apresurados. No podía consultar el futuro, ¿cómo hacerlo? Asteria Whestern y todo lo que le concerniese estaba maldito.

¿Sería Anastasio tan arriesgado para exponer a su peón de tal forma? ¿Asteria se expondría tanto por mera venganza? ¿Sería aquello una mera prueba?

¿Qué clase de juego era aquel?

—Yo...

Las palabras se atoraron en su garganta cuando intentó replicar y un frío incomodo subió por ella. Entonces, tan de repente como la sorpresa le apresó la garganta, un pensamiento se abrió paso en su mente.

Tomó una decisión.

—Por supuesto. ¡Lady Asteria, me encanta su regalo!—Tatiana esbozó una gran sonrisa para demostrar su agradecimiento y, con cuidado, se dispuso a bajar los diez escalones.

"No importa. Solo soy yo, no hará gran daño" pensó con ligereza al extender su mano para tomar el broche. Si algo malo pasaba, la alta nobleza seria su testigo. Si nada ocurría, podría averiguar las verdaderas intenciones tras el regalo.

—Por favor, no se sienta cohibida, ya que está aquí por favor disfrute de la fiest- ¿Uh?

Para sorpresa de la princesa, una mano atrapó su muñeca antes de tocar el broche.

Claude se cernió sobre ellas como un gigante, sus ojos delgados y amenazantes miraron a Asteria. El aura a su alrededor parecía el de una bestia letal que calculaba con frialdad su siguiente ataque.

—Que lo revisen—él dijo, su mirada enfrentándose a la de Asteria. Y aunque pocos eran lo que podían enfrentar la presencia opresiva del Emperador, ella se mantuvo risueña, sosteniéndole la mirada—, llamen a un Mago Imperial.

Tatiana fue apartada con cuidado y un mago imperial de su sequito tomó su lugar. Sin dilatación, el hombre extendió su mano para hacer aparecer una bola de luz alrededor del broche, de ella se extendieron suaves hilos dorados, sus ramificaciones perezosas crecieron con lentitud hasta formar extraños símbolos que Tatiana apenas podía entender.

Eran runas antiguas.

Sintió las nerviosas manitas de sus hermanas tomarle de las manos y tuvo que voltearse un minuto para tranquilizarlas.

—Está bien—les susurró. Mientras tanto, los nobles miraban con malos ojos el escrutinio excesivo del Emperador, Tatiana podía sentir como sus pensamientos barbullaban con disgusto, pero ninguno se atrevió a expresarlo en voz alta.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Where stories live. Discover now