Capítulo 33: Sobre la enemistad de un mago y una princesa.

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Dos semanas.

Eso fue lo que Tatiana duró en cama, dos semanas enteras reposando por una supuesta infección pulmonar que ni siquiera tuvo desde el inicio.

Frente a su cama estaba el cuadro de un pintor famoso al que Tatiana había adorado apenas vio, era realmente caro, más caro que mil vestidos con joyas y su simple venta había significado un movimiento importante en la economía de Obelia.

Aunque Tatiana había estado apenada de mover tal cifra de dinero por un capricho, Claude lo compró sin mirar atrás.

En su interior, no lo sentía, el cuadro en cuestión era el de unas bailarinas bailando en una ópera, la técnica en la que se mostraba todo el escenario y se movían con delicadeza tanto las bailarinas como los asistentes a la opera retrataba un cuadro de fantasía que daba la eterna impresión de estar a medio acto de una obra espectacular.

Realmente pocos pintores lograban utilizar magia a tal punto de precisión y sólo un puñado de ellos hacían su trabajo de forma tan dinámica acompañado de una composición tan limpia.

Había adorado ese cuadro por ello. ¡Era como ver un gif viviente! Pero más hermoso y delicado de lo que nunca pudiera haber visto en su vida original.

Y ahora, después de dos semanas viendo sólo ese tonto cuadro, ella estaba harta de él.

Las bailarinas ya no era graciosas, solo fastidiosas, los espectadores insulsos y las luces ya no daban una verdadera estela de fantasía. Todo era superficial para ese momento.

Y todo era culpa de Lucas.

Ella quería venganza.

Era obvio, no fue difícil planificar algo de tal magnitud, Lucas era un mago intuitivo, una persona inteligente y un hombre cruel. Así que Tatiana se fue por lo seguro, lo que Lucas no viera venir, no podría evitarlo.

—¡Buenos días, Sir Lucas!—Tatiana, lista para su lección de la tarde, sonrió a Lucas, que apenas entraba. Él parpadeó, extrañado por el entusiasmo de una princesa que normalmente lo miraba con malos ojos, le estaba regalando esa tarde.

Cuando avanzó por el marco de la puerta, supo por qué.

Agua fría, empapada y helada.

Eso fue lo que le cayó sobre la cabeza.

—¡Tú!—él exclamó, sus ojos rojos brillantes y peligrosos. Sus manos chispeantes a punto de hacer un hechizo realmente oscuro.

—¡No puedes hacerme daño! ¡No puedes remover la magia imperial de papá!—Tatiana advirtió, entre risas. Lo había descubierto en los Atlas de historia. El Mago de la Torre Negra había hecho una promesa para servir a Obelia y a su Emperador, por tanto, en su corazón estaba sellada la promesa de nunca ir contra la voluntad de la magia imperial.

Y la magia imperial de Claude protegía a Tatiana.

Lucas totalmente enfadado, entrecerró los ojos y se fue. Por ello Tatiana supuso que estaban a mano.

Se equivoco.

Una tarde soleada, luego de su lección más reciente, Tatiana notó algo extraño.

Por alguna razón, la cuchara que estaba sosteniendo era de oro, pero juraría que era de plata hace un momento.

Ummm.

Ella probó, y tocó un adorno del sillón en el que estaba sentada. De nuevo, lo que antes era una borla hecha de tela se convirtió en oro solido.

—...

¿Uh? ¿Eso era...?

—¡Lucas!

—¿Eh?—Athy y Jennette, que tomaban el postre con ella, voltearon a verla.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Where stories live. Discover now