❝Hace tiempo alguien me explicó la historia de un paraíso que se hallaba más allá del mar. Me preguntaba qué tan desdichado había de ser alguien para nacer en el infiero, qué tan egoístas habían de ser otros para abandonar a los demás a su suerte en...
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La noche estrellada, tras días de lluvia, era sin duda alguna hermosa. Pero la noche era fría, como ninguna lo había sido durante la temporada, el agua de los bordes del canal incluso había empezado a congelarse.
— ¡Capitán, hay una niña en el embarcadero! — grito un oficial cerca de la zona, señalado al final del embarcadero, junto una pila de mercaderías traídas por los diversos barcos.
— ¿Cómo?¿Qué hace aquí? — pregunto un hombre más mayor a sus espaldas —¿Esta mojada? — preguntó con cierto tono de sorpresa, mientras se acercaba a ese pequeño cuerpo que no dejaba de temblar — ¡Hey! Mocosa ¿dónde están tus padres?¿a caso te has perdido?
— ¡Cuéntame un cuento!
— ¡Elo! ¡Cuéntame un cuento! — gritó de nuevo un niño de unos cinco años que se había subido a su cama, mientras otros dos de sus compañeros esperaban abajo de la litera, "empezamos mal el día" maldijo internamente.
— Mmm... ¿Qué os había dicho de entrar en mi habitación sin permiso? — farfulló aún con la voz ronca y sin abrir los ojos.
— Andreas nos dio permiso para entrar — espetó uno de los niños que esperaban en el suelo.
— Andreas ni siquiera duerme en esta habitación — "maldito seas rubio imbécil".
— ¡Cuento, cuento, cuento! — empezaron a gritar los tres niños juntos, para así conseguir que Elodie se levantara.
— ¡Bueno está bien! — grito para conseguir que se callaran — pero darme cinco minutos.
— Vale, Elo te esperamos abajo, no tardes — dijo el último de los niños en salir de su habitación, "¿Cómo que "no tardes"? Encima condescendiente", se quejó internamente.
Se quedó mirando al techo durante unos minutos, pensando en el sueño que acababa de tener, y en la mancha del techo que estaba tomando una forma extraña. Tras levantarse agarró la ropa de día del sillón, se vistió, y bajo las escaleras hasta la parte de abajo del edificio.
La base de la torre, era mucho más extensa que los pisos, conectaba con lo que parecía haber sido una pequeña iglesia alguna vez, no obstante, ahora se utilizaba como comedor o sala de juegos. En ese edificio vivían unas 25 personas, pero la gran mayoría preferían pasar el día fuera de ese edificio.
— ¡Elo! — exclamó uno de los niños de la sala — Hemos encontrado un libro de cuentos nuevo — anuncio, "oh, no" pensó la azabache, al ver cómo se acercaban los más pequeños de la sala, con un libro enorme entre los brazos.
