❝Hace tiempo alguien me explicó la historia de un paraíso que se hallaba más allá del mar. Me preguntaba qué tan desdichado había de ser alguien para nacer en el infiero, qué tan egoístas habían de ser otros para abandonar a los demás a su suerte en...
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Era de noche, posadas las doce, y aún llovía ligeramente. Los dos señores que me encontraron en el embarcadero, me llevaron al hogar de un hombre que decían que era médico.
— La hemos encontrado cerca de la entrada del río, en el embarcadero, para ser más exactos, parece que sus padres quisieron escapar de los muros por alguna extraña razón — le escuché decir aún a ciertos metros de distancia.
Estaban hablando con el médico en su puerta, mientras yo les esperaba a una distancia prudencial a unos metros de la puerta. En algún punto dejé de prestarles atención, hasta que me dijeron que podía quedarme con ese señor y que volverían al amanecer a por mí.
Ese hombre me invitó a seguirlo hasta el sótano con un tono muy amigable. El sótano más que una consulta parecía un despacho. Lleno de libros por todas partes, y con un escritorio en uno de los laterales.
— ¿Puedes leer? — preguntó cuando tome uno de los libros sobre su mesa, dejando por un momento de hurgar entre los armarios y baúles donde parecía guardar material médico.
— No... No entiendo nada — respondí mientras ojeaba las páginas de ese libro.
— Ya veo — susurro volviendo su mirada a los armarios.
Mientras él me daba la espalda, unos papeles arrugados que se encontraban en un cajón abierto y desordenado llamaron mi atención, alargué mi brazo y tomé uno de ellos, encontrándome con anotaciones y garabatos varios. Que sí logré comprender.
Para mi sorpresa parecía anotaciones médicas, que lentamente observaba, mientras incluso leía en silencio moviendo mis labios en silencio. Pero entonces un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Esto no debería estar aqui.
Alce mi mirada y me encontré el semblante aterrado de ese doctor, quien no solo acababa de bloquear la puerta a sus espaldas, sino que también sostenía en su mano de una manera poco ortodoxa un bisturí.
Yo no debería estar aqui.
— ¿Como has dicho que te llamabas? — preguntó amigablemente intentando aparentar normalidad, pero el sudor que resplandecía en su frente, y el ligero temblor en sus manos, le delataba.
Él no debería estar aquí.
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[Año 850; Cuartel General del Cuerpo de Exploración]
Eran las seis de la maldita mañana, puede que ni eso, para que os hagáis una idea de lo pronto que era: había una granja cerca del cuartel, y los gallos ni se habían puesto a cantar. Pero Petra ya llevaba varios minutos molestando.
