capítulo 0.4: interludio

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間奏曲
𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐥𝐮𝐝𝐢𝐨

間奏曲❝ 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐥𝐮𝐝𝐢𝐨 ❞

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2 dias antes

Erwin estaba sentado en su despacho como de costumbre, no obstante esta vez estaba tomando un té con pastas junto a Levi y Hanji. Durante esos minutos lo poco que habían hablado había sido entre Hanji y Erwin sobre temas muy triviales. Sin embargo, Hanji se levantó antes que ellos para ir a realizar sus labores.

— Hoy estás más callado de lo normal — comentó Erwin, aun bebiendo de su taza.

— Sabes que no acabara bien — Erwin enarco una ceja, y se fijó el semblante serio de Levi quien lo miraba directamente — ¿Te planteas reclutarlos a ellos igual que hiciste conmigo, verdad?

— La policía militar da el visto bueno, si es eso lo que preguntas — espetó para luego volver a hacer un sorbo de su taza.

— ¿Y planeas hacerlo? Probablemente solo les haga ilusión la idea de que unos criminales mueran devorados por titanes — dijo con un tono de molestia en aumento.

— Los probaré, si superan mis expectativas les reclutaré, si no lo hacen, que es lo más seguro, estos irán a trabajar a las tierras de cultivo de la nobleza.

— ¿Y cómo piensas hacer eso? — inquirió ahora con un tono más relajado.

— Nueve de los reclutas recién graduados se encargarán de ellos. Los que requieran de ayuda para atraparlos, vendrán conmigo, en cambio si alguno es más débil, ira a las granjas.

— ¿Los dividirás?

— Es lo mejor para ellos.

— Igualmente, será fácil enfrentarse a unos novatos, la gente del subsuelo está hecha de otra materia.

— Puede, pero si quieres estar más seguro de que ninguno de ellos acaba siendo uno de tus camaradas, atrapa tú solo, sin ayuda alguna, con el tanque de gas a media carga a la líder de esos vándalos — Erwin miro desafiante a su contrario, quien no hizo más que cruzase de brazos y devolverle la mirada con el ceño fruncido.

— Hecho.

♧♤♧♤♧♤♧♤♧♤♧♤

El camino a las escaleras fue silenciosos, la ciudad entera parecía haberse recluido en sus casas por orden de la policía militar. No obstante, algunos habitantes observaron desde sus ventanas casi con pavor como los tres jóvenes eran trasladados, esposados y rodeados por varios miembros del ejército. Muchos creyendo que estos habían sido condenados a muerte y estaban de camino a su ejecución.

Cuando salieron de la ciudad el sol les alumbro como nunca antes lo había hecho, ellos acostumbraban a caminar entre frondosos bosques donde nadie les podía verlos a altas horas de la tarde, y ahora la luz del mediodía les daba de cara, sin árboles de por medio, solo muros.

Se quedaron de pie, delante de la entrada a la ciudad subterránea, aun esposados, esperando a que alguien les diera alguna orden que seguir por parte de los militares, que ahora se encontraban algo alejados de ellos, hablando, organizándose, pero sin quitar sus miradas de encima a los esposados, que aún seguían asimilando la derrota.

Delante de ellos había tres carros.

— ¿Lo elegimos a sorteo? — preguntó Kenna, rompiendo el silencio, un tanto incómodo, que se había formado.

— Yo me pido granja — respondió Elodie.

— ¿Podéis tomaros algo en serio por un día? — preguntó Andreas.

— Os damos cinco minutos para despediros — anunció Erwin

— Bueno ha sido una buena vida... — empezó Kenna, mientras miraba directamente hacia los muros, algo maravillada de poder ver esa imagen directamente — ¿De verdad creéis que no volveremos a vernos? — añadió.

— Yo creo que lo conseguiremos, aun que sea solo de vez en cuando, y puede que dentro de bastante tiempo — comentó Andreas, a lo que le siguieron varios segundos de silencio. Los tres miraban a su alrededor, no tenían muchas ganas de hablar, pero aun así la compañía de los demás les reconfortaba, sentáis que no tenían ganas de ponerse a hablar de cosas que en el fondo todos ellos sabían.

— Sea donde sea que acabéis, comportaos, no arméis un jaleo inútil que solo servirá para complicaros la vida, intentar ganaros la confianza de la gente, y algún día, tal vez, podamos reunirnos de nuevo — dijo Elodie rompiendo el silencio.

— ¿Esa es tu última orden, mi sargenta? — preguntó con cierto tono irónico Andreas, para luego reír, risa, que logro contagiar a Elodie. Sin embargo un sollozo ahogado les hizo parar.

— ¡¿Estás llorando?! — preguntaron los otros dos casi al unísono.

— ¡Que va!, es que la luz del sol me molesta — respondió la castaña.

— ¡Andreas Graber!, ven, partimos ahora — grito un oficial de la policía militar desde uno de los carros.

— Os echaré de menos — dijo para luego seguir su camino y subirse a ese carro.

Kenna y Elodie observaron su ida hasta que se desvaneció su imagen por completo, ambas se habían dado cuenta de que la legión de reconocimiento seguía allí, y eso les confirmaba algo que en el fondo, todos sabían, desde el momento en el que lo dijeron.

— Elodie — de nuevo, Kenna, volvió a romper él silenció.

— Sí — respondió aún con un tono mucho más leve del que ella solía usar, y sin siquiera dignarse a mirar directamente a su contraria.

— Sé que te gusta mucho mandar, y ordenar a los demás que hagan cosas, pero me temo que allí donde tú vas no vas a tener mucho rango de liderazgo.

— ¿A dónde quieres ir a parar? — preguntó girando su rostro para así conectar sus miradas

— ¿Puedo darte yo la primera orden de tu nueva vida?

Elodie no respondió.

— Sobrevive — ordenó Kenna, para ver como su amiga esbozaba media sonrisa.

— Lo haré.

"Ninguna  palabra puede decir tanto como el silencio"

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"Ninguna  palabra puede decir tanto como el silencio"

- Yasunari Kawabata

FINAL DE LA INTRODUCCIÓN
(de ahora en adelante es narrado en primera persona)

Survivor II Levi Ackerman (en edición - revision)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant