❝Hace tiempo alguien me explicó la historia de un paraíso que se hallaba más allá del mar. Me preguntaba qué tan desdichado había de ser alguien para nacer en el infiero, qué tan egoístas habían de ser otros para abandonar a los demás a su suerte en...
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El ruido de la leña consumiéndose por las llamas de la chimenea era lo único que se escuchaba en la habitación. Me había sentado en el suelo, con las rodillas contra mi pecho y apoyando mi espalda en los bajos de un viejo sillón, uno que se encontraba en bastante mal estado por el paso de los años, de manera que el calor de la chimenea me llegaba desde uno de mis laterales y justo al frente observaba el cielo estrellado atreves de una ventana, cuyos cristales estaban ligeramente rotos.
Por unos minutos miré hacia la hoguera que se estaba consumiendo, el fuego... hasta donde lograba recordar siempre me pareció enigmático. Busque casi a tientas la caja de fósforos que había encontrado con anterioridad.
— ¿Y te quejas de que yo duermo poco? — escuché una voz a mis espaldas, pero no me sobresalto, no sé por qué algo me decía que él ya estaba allí detrás hace rato observándome.
— Estaba pensando — mascullé aun mirando hacia la hoguera, mientras tiraba otro fósforo para alimentar las llamas.
— ¿En qué exactamente? — escuché como preguntaba mientras sus pasos se acercaban sigilosamente, para luego colocar más leña en la hoguera, aquella que todavía observaba casi embelesada.
— En la cantidad de malas decisiones que he tomado en la vida — dije en tono irónico, pues en sí la respuesta era demasiado larga.
— ¿Te arrepientes de tus decisiones? — Dijo este mientras se sentaba justo delante de mí, mientras la hoguera a nuestro lateral iluminaba vagamente nuestros rostros.
— De algunas... ¿Tú no? — pregunté girando mi rostro en su dirección y centrando mi atención en él — Es complicado — farfulló con voz ronca, ¿estaba cansado?
Sus manos ahuecaron mi rostro. Sus manos... no sé por qué siempre me las imagine frías y finas, pero transmitían un calor reconfortante y se notaban algunas heridas y callosidades en ellas, probablemente debido al acto de empuñar las armas.
— ¿Qué ocurre? — pregunta a la vez que sus pulgares se mueven lentamente sobre mis mejillas. Oh. Claro. Estoy llorando.
— No sé... — digo apartándome de su toque para limpiar mis mejillas con los puños de mi camisa — cuando observó el fuego algo dentro de mí se retuerce, es como... como entre el arrepentimiento y la melancolía... nunca he logrado entender el porqué, pero en parte es agradable.
Él no parece confiar plenamente en lo que digo, como si creyese que le estoy ocultando la verdadera razón por la que estaba llorando.
— ¿Estás preocupada por lo de tu nombre? — pregunta mientras siento como una de sus manos se entierra en mi cabello. Algo dentro de mi se retuerce. Sí al parecer sí.
— No sé, no sé lo que mierdas significa ser un Tybur, o sea, no sé que peligros conlleva, de hecho, hasta hace unas horas... Ni siquiera pensaba que ese hombre... No puede... — dije virando mi vista hacia el fuego de nuevo — Es asqueroso no saber nada — añadí eso último en un tono de voz más bajo.
