capítulo 4.7: el viajero que huye

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逃げる旅人
El Viajero Que Huye

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Elodie's POV

Estaba atardeciendo, los pájaros revoloteaban por los aires, sobre un cielo claro, a lo lejos, en un lago de aguas cristalinas, se escuchaba a algunas aves graznar, y casi a la misma distancia se escuchaban los gritos y risas de decenas de niños que corrían y jugaban alrededor de los campos de trigo que se extendían hacia el bosque.

Y allí, en mitad de esos campos de cultivo, colocando un espantapájaros que parecía haber sido abatido por un puñado de niños, se encontraba aquel crío que conocí años atrás en el subsuelo. Aun dándome la espalda se podía distinguir de todos los demás. Su cabellera rubia, casi platinada, se mantenía igual, aunque tal vez un poco más oscura, el mentón se le había marcado más con los años, y ahora era ligeramente más alto. Tenía una prótesis ahora, la misma que yo misma me encargue que estuviera en uno de los barcos que zarparon hacia Paradise desde el puerto de Liberio. Me puse a pensar, en que cuando le conocí, cuando llegue a un orfanato casi en ruinas de la ciudad subterránea, tenía poco más de trece años, ahora, tenía veinticuatro años.

— Me enorgullece saber, que aun después de tanto tiempo, aún reconozco el sonido de tus pisadas — no se giró, no le hacía falta — Han mandado un aviso esta mañana, se suponía que iban a duplicar la seguridad en el área, así que me alegra saber que sigues en forma — dijo aun sin girarse.

No hable. De alguna manera quise regocijarme en el sonido de su voz, y en que por fin la estaba volviendo a escuchar de nuevo.

— Dijeron que tuviéramos especial cuidado con una mujer que tenía una cicatriz en el cuello — pronuncio a la vez que se giraba y me encaraba. La brisa hizo que sus mechones rubios se revolvieran, y sus ojos se cerraran levemente. Cuando el silencio se hizo presente entre ambos, pese al ruido en la lejanía, provocado por las aves, los niños, e Historia riñendo a los niños. Sus orbes azules me miraron fijamente, al tiempo que en sus labios se esbozaba una pequeña sonrisa que yo correspondí.

— ¿Acaso te has caído a un río y luego te ha arroyado un caballo? — pronuncio casi al borde de una carcajada

— Me he tirado al río y luego me ha atacado un jabalí — reí, y el río, con aquella risa tan contagiosa que tenía, que acabo provocando que ambos soltáramos una sonada carcajada.

— Joder, Elodie, me podrías haber dejado una carta o algo — dijo al tiempo que me abrazaba, prácticamente dejando caer su peso sobre mi cuerpo.

— Tampoco hubieras sabido leerla — solté mientras correspondía su abrazo.

— Cierto — dijo riendo al tiempo que se enderezaba y se apartaba levemente de mí.

Survivor II Levi Ackerman (en edición - revision)Where stories live. Discover now