❝Hace tiempo alguien me explicó la historia de un paraíso que se hallaba más allá del mar. Me preguntaba qué tan desdichado había de ser alguien para nacer en el infiero, qué tan egoístas habían de ser otros para abandonar a los demás a su suerte en...
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Levi's pov
No era posible.
Me dirigí rápidamente al hospital de campaña que habían montado en la avenida de Stohess. Este no quedaba muy lejos del hospital donde otros ciudadanos y algunos soldados estaban siendo atendidos, lamentablemente solo a los soldados que ostentaban ciertos méritos se les permitía ser atendidos en ese hospital, ya que la función de ese edificio debía ser dedicada principalmente a la vida de los civiles.
En el hospital de campaña la mayoría de ingresados eran soldados.
Al entrar me encontré con un caos formidable. Había pacientes en el suelo, gente gravemente herida siendo desatendidas, unos pocos eran transportados de un lado al otro de las carpas. Por otro lado las enfermeras parecían estar bajo mucha presión y estrés en aquel momento, la sangre estaba presente en cada uno de sus uniformes, casi cubriendo cada maldito centímetro de tela.
Era francamente asqueroso.
— Perdona ¿Escuadrón número ocho? — le pregunte a una enfermera cuya atención capte al agorarla de un brazo.
— Fondo izquierda, sección 23 — respondió rápidamente, para luego seguir hacia adelante.
Al llegar me encontré con un panorama indescriptible, en esa misma sección, una tienda mal ventilada, había como cuatro personas, tres de ellas muertas, a todas le habían amputado algún miembro, pero solo una parecía que iba a vivir para contarlo.
— Capitán Levi — Andreas me saludo al entrar.
— Dicen por allí que vuelves a la ciudad subterránea — esté sonrío vagamente ante mi comentario.
— Evidentemente, no creo que tenga mucho que aportar al ejército ahora que solo tengo una pierna — soltó un hondo suspiro — Mis superiores dicen que está bien, que ya he saldado mis deudas — añadió.
— Cuando tu nuevo paradero llegue a sus oídos sabes que va a volver allí inmediatamente ¿no?
— Supongo que le molesta perder a un buen soldado.
— Evidentemente, no podemos permitirnos tener más bajas de lo normal en estos momentos. La legión necesita soldados fuertes, sería una pérdida irremplazable.
— Dígale que he muerto — Soltó sin ápice de titubeo en su voz:
Me quede paralizado ante su respuesta.
— Dígale que he muerto — repitió — y dele la carta que le di en mi primera expedición.
—¿Estás seguro de lo que dices? Estarías dispuesto a mentir, a ocultarte, solo para que siga viviendo en la superficie, ¿para qué siga dando su vida por el cuerpo de exploración? — dije poniendo énfasis en la última pregunta.
