Capítulo 26 | La culpa

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Dulce

—Él te gusta.

— ¿Y?

— ¿Por qué no se lo dices?

— ¿Por qué hacerlo? Se la respuesta.

—Hazlo por ti. —insistió Darren, tirado sobre mi cama. —Mereces deshacerte de ese amor si no es correspondido, solo dile.

—No. —declaré segura. —Solo fingiré que nada pasó.

Toqué mi cabeza, sintiéndome ridícula. En realidad, nada había pasado ¿verdad? Era solo yo la que se sentía de este modo.

—Pero ¿hasta cuándo?

— ¿Cuál es el problema?

— ¿El problema? Bien, te lo diré...—soltó poniéndose de pie, impaciente —El bendito problema es que dices que actuarás con normalidad pero no lo haces.

Amarré mi cabello en una coleta, ignorando sus palabras. Sabía lo que iba a decir.

—No has hablado con Damon por dos días.

—No lo estoy evitando, si eso es lo que piensas. —respondí sin mirarlo.

— ¿Ah, no?

—No.

—Ha venido dos veces a la casa, veces en las que estabas atorada en el baño o supuestamente durmiendo, claramente lo estas evitando.

Tragué duro.

¿Qué otra cosa podía hacer? La situación de verlo continuamente no me ayudaba en lo absoluto, mi única solución era evitarlo, al menos hasta calmar mi corazón.

—Solo fueron accidentes nada planeados.

—Sí, claro.

— ¡Lo juro! —grité irritada. —No me pasa nada.

De pronto, el sonido del timbre sonó un piso abajo. Mi corazón comenzó a latir con rapidez al pensar en quien seria y eso pareció notar Darren quien me miró con obviedad.

—No. —respondí.

—Si es verdad lo que me dices, ve a abrirle la puerta que ambos sabemos quién es.

— ¿Yo? —tragué saliva, nerviosa. — ¿Por qué no vas tú?

Él negó con la cabeza divertido, mientras pasaba por mi lado en dirección al baño.

—Creo que me está dando un dolor de estómago terrible y tu padre, está fuera de casa, ahora que lo recuerdo me dijo que le dijera a Damon que dejara los documentos, que no podría recibirlo personalmente.

Lo miré sin poder creerlo, mientras mi corazón se aceleraba con una segunda tocada de timbre.

—Darren...—traté de llamarlo pero él me cerró la puerta en la cara.

—Ve, se valiente que yo te espero aquí, probablemente con problemas estomacales.

Golpee el piso con mis zapatillas, queriendo hacer un berrinche pero el tan solo pensamiento de que podía acabar con esta incomodidad entre Damon y yo me hizo tomar suficiente valentía y salir caminando de mi habitación.

Bajé las escaleras, sintiéndome nerviosa, sintiendo que moriría cuando abriera la puerta pero eso no sucedió cuando lo hice, en su lugar, solo me encontré con un chico, con mi demonio personal.

Tenía la mirada perdida, probablemente mirando las hormigas del suelo, mientras que con una mano sostenía un folder y la otra se hallaba metida en su chaqueta negra, tenía ese típico aire de confianza aunque se podía sentir un ligero toque de nerviosismo.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora