Capítulo 29| Quiero intentarlo

1.3K 108 34
                                    

Dulce

Él no me quería.

Y ese sentimiento me dolía cada día, cada noche, cada segundo.

Claro que era aceptable lo que el sentía, no podía obligarlo a quererme sin embargo creí que yo le importaba al menos para que viniera a buscarme para recuperar nuestra amistad, yo creí...creí mal.

Yo fui la única que se enamoró. Yo fui la tonta.

El sonido de la puerta abriéndose de par en par me hizo sobresaltar.

— ¿Cuándo demonios vas a aprender a tocar la puerta como una persona civilizada? —grité en su dirección.

Él me vio, retrocedió unos pasos llevándose la puerta consigo, tocó dos veces y volvió a entrar como si nada.

—De verdad que eres un tonto. —solté negando con la cabeza cuando lo vi tirarse a mi cama como si nada.

—Somos unos tontos. —me corrigió con una sonrisa. —Admítelo, primita, ambos lo somos.

—Habla por ti. —alcé mi cabeza, orgullosa. —Yo no soy para nada tonta.

Y esas palabras bastaron para que Darren se echara a reír en mi cara.

—Aja, claro.

—Déjame sola, Darren.

— ¿Para qué? ¿Para pensar si suicidarte o no?

—Exactamente —sonreí mientras asentía con la cabeza. —Necesito pensar muy bien donde quiero que encuentren mi cuerpo.

—Yo te recomendaría que en el patio, tipo, la mejor muerte seria observando la inmensidad de los cielos, lugar al que no te iras pero aun así...—lo codee para recibir en respuesta su risa. —Vale, entiendo.

— ¿En serio? —alcé una ceja sorprendida.

—Sí, quieres que cometamos suicidio colectivo pero aunque aceptara, no podría dejarte morir, ya sabes...—tocó su mente mientras hacia un puchero. —Tengo una conciencia que cuidar.

Lo miré impresionada, él no podía ser más tonto.

—Eres el peor primo de todos. —me quejé en el mismo instante que agarraba una almohada y comenzaba a golpearle con ella.

—Que soy el mejor primo del mundo, dices. —dijo él, pataleando sobre mi cama.

—Terrible...—reí mientras me cubría el rostro.

—Al menos te hice reír. —se encogió de hombros con una sonrisa orgullosa.

—No fue por voluntad propia.

— ¿Quién demonios sonríe a voluntad? El que lo hace, no está sonriendo realmente.

—Ya, cállate. —pedí mientras me tiraba hacia atrás, cayendo a su lado. —Necesito pensar si salir o no.

—Deberías, has pasado la última semana encerrada como el Grinch, no creo que llegues cuerda para navidad la verdad.

—Mejor para ti, ya tendrás tu Grinch de regalo.

—Ah, verdad, no lo había pensado así.

Codee a Darren en broma lo que provocó nuestras risas y un suspiro por consiguiente.

— ¿Y si él va? —solté llena de nervios, de tan solo imaginármelo mi corazón se aceleraba con culpa. —No quiero verlo, tengo miedo.

—Más miedo tienes no volver a verlo en tu vida. —aseguró él como si me leyera la mente. —Si te lo cruzas ignóralo, o demuestra indiferencia, no demuestres que te afectó.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora